Con
frecuencia ensalzamos, entre las muchas bondades de la marcha
nórdica, la simplicidad del equipo necesario para su práctica,
refiriéndonos con esto a lo que la diferencia del resto de deportes:
los bastones. Sin embargo, con ser la pieza más importante del
equipo del nordimarchador, en condiciones normales hay otros muchos
elementos que pueden jugar un papel importante para que la práctica
de la marcha nórdica sea una experiencia plenamente agradable y
provechosa.
Se
trata en
realidad de
equipación general para deportistas que, en la mayoría de las
ocasiones, ya forma parte del guardarropa del nuevo nordimarchador,
de ahí que no se la considere parte primordial,
y mucho menos diferencial, de
este deporte. Sin embargo, cabe reflexionar sobre las
características más adecuadas de estas prendas para la práctica de
la marcha nórdica, y eso es lo que me propongo en
este apartado.
Empezando
por los bastones,
mucho se ha hablado de ellos en múltiples
foros: de un tramo, ajustables en altura, con suelta rápida o de
dragonera ajustable, de aluminio, de fibra de carbono … Este
asunto suele ser el primer quebradero de cabeza de quién se plantea
iniciarse en la marcha nórdica, y opiniones hay de todos los
colores, y para todos los gustos. Yo, como practicante y docente de
este deporte desde hace 15 años, voy a decir lo que pienso, fruto de
esa experiencia, sin intención de entrar en diatribas.
Actualmente,
a causa de mi curiosidad innata y de mi necesidad de conocer el
material de mi oficio, tengo una docena de pares de bastones
diferentes pero, al final, tras probarlos y compararlos todos, sólo
utilizo de forma habitual unos: de aluminio 7075, ajustables en
altura, tres tramos (que entran en todas mis maletas), con fiador de
bucle de cinta (de los de “senderismo”), con sistema de
amortiguación y punta de carburo de tungsteno (WIDIA). Estos
bastones me sirven para todo, desde mis cursos de iniciación,
pasando por mi práctica habitual, hasta mis salidas de alta montaña.
Se trata de los Forclaz MT500 Antichoc, de Decathlon, por 24,99€
cada bastón. Yo les quito la cubierta de espuma de la empuñadura,
para que el agarre sea menos ergonómico y me facilite la operación
de “agarrar y soltar” a cada paso. Estos bastones te permiten
experimentar con diferentes longitudes, no te sueles romper carpianos
o metacarpianos si te caes con ellos, no vibran demasiado, son
cómodos de usar y transportar, los puedes utilizar con guantes finos
(de ciclismo) o gruesos (para la nieve), muy duraderos (yo diría que
eternos) … y baratos, a pesar de haber doblado su precio en los
últimos años (¡se ve que hay demanda!. Los Forclaz MT500
(16,99€), también están bien, pero llevan abrazadera externa que
se puede enganchar en matorrales y carecen de sistema de
amortiguación que, para alguien que los utilice mucho y no tenga
codos de acero (como yo), es bastante recomendable.
Si
tenéis intención de participar en competiciones de marcha nórdica,
algo que no os recomiendo, como veréis más adelante, este tipo de
bastones no es
admitido por el actual reglamento de competiciones, a pesar de que
permite aplicar la técnica correcta sin ningún problema (una de las
múltiples incongruencias de este reglamento), de manera que tendréis
que optar por lo
que (erróneamente) se conoce como
bastón típico de marcha nórdica (que los esquiadores ya venían
utilizando)
con fiador de tipo guantelete. En este caso, os aconsejo que tenga
sistema de suelta rápida, que sean de duraluminio (los de carbono
son demasiado livianos y demasiado caros), que no sean de un solo
tramo, que no vayáis al monte con ellos y que no os gastéis más de
50€.
Tan
importantes como los bastones son las zapatillas.
De running o trail (las que llaman de marcha nórdica, de momento, no
son muy buenas), muy flexibles y transpirables, pero con un buen
tacón, capaz de absorber el impacto de la toma de contacto con el
suelo con la pierna hiperextendida … y cambiarlas con la frecuencia
necesaria. La utilización de zapatillas con la suela gastada es,
además de peligrosa, contraproducente desde el punto de vista de la
seguridad, de las lesiones y de la eficacia en la impulsión. Mis
preferidas, tras pasar por diferentes marcas y modelos, son las
Saucony Excursion
y
las Atom de Fluchos (en
la actualidad utilizo ambos
modelos,
alternando su uso). Son polivalentes (monte y urbanas), con
malla hidrófuga
y muy duraderas, especialmente en la punta, que suele ser el “talón
de Aquiles” de las zapatillas de running usadas para marcha
nórdica.
Y
que sería de unas buenas zapatillas sin unos buenos calcetines.
El dinero mejor gastado de un marchador o
senderista es
el invertido en calcetines. Evacuación de sudor, anti-bambollas,
secado rápido, con refuerzo/acolchado en zona de roce … lo mejor,
para tus pies. Los calcetines baratos duran la décima parte que
estos, te hacen sufrir y al final, te salen mucho más caros. Yo me
equipo desde hace años en la sección de montaña del Decathlon,
dónde tienes para elegir, con una excelente relación
calidad/precio.
Los
guantes
son imprescindibles para mí, aunque
hay quienes prefieren aplicarse cremas anti-rozaduras.
Con una media de dos horas diarias de marcha nórdica, y manos de
pianista (decía mi madre … que no hay más que una), yo busco
guantes con buena protección a la altura de las articulaciones
proximales
de pulgares e índices, dónde se produce el mayor rozamiento. Los
guantes cortos de ciclista se me quedan demasiado cortos y me
molestan los refuerzos en las palmas de las manos. Mi solución:
compro guantes largos de ciclista, sin refuerzos palmares y, si es
necesario, les corto los dedos “al gusto”. A veces (invierno)
sólo les corto un trocito al final de los dedos pulgar e índice,
que son realmente los que necesitamos con tacto para manipulaciones
de precisión, utilización
de los teléfonos inteligentes de pantalla táctil.
Cada
día me cruzo con caminantes y corredores que se han detenido para
sacarse esas chinitas que te hacen la pascua (y te rompen los
calcetines) cuando se te meten en las zapatillas. Nada más fácil y
barato de solucionar: las polainas.
Curioso que una prenda tan sencilla y necesaria no exista en las
tiendas, o sean demasiado rígidas, largas, caras o incómodas. Yo
me las fabrico con la parte inferior de unas mallas viejas largas,
que luego me coloco con la parte más estrecha hacia arriba, y la
parte ancha tapando el cuello de la zapatilla. Los que vinisteis a
la NORDICARTAGENA 2016, tendréis unas, de fabricación autóctona,
que iban en la bolsa del nordicompetidor.
Otra
prenda imprescindible para mí es la faltriquera
o riñonera.
Ahí llevo todos los enseres necesarios (llaves, teléfono,
conteras, DNI) … y mi MP3.
No sé andar sin mi música. La música
me “lleva” en volandas, me ayuda a cambiar de ritmo, me ameniza
la sesión … No me gustan las mochilas, que me dificultan el
movimiento de los brazos, si no son absolutamente imprescindibles.
Las caderas y los hombros tienen que ir libres para poder movilizar
toda la columna, y progresar sin restricciones. Si necesitamos más
capacidad de transporte, porque tengamos que llevar agua o un
bocadillo, pues una riñonera más grande o, como mucho un chaleco de
hidratación, ajustado.
Personalmente
prefiero las mallas
al pantalón de deporte. En la marcha es fácil que se rocen las
caras internas de los muslos, y las mallas previenen este problema
mejor que cualquier pantalón. Una malla tipo “pirata”, de un
tejido suficientemente elástico, sujeta las caderas, las rodillas y
ayuda a prevenir microlesiones provocadas por terreno irregular o con
fuerte pendiente.
La
camiseta,
super transpirable y, sobre todo, sin costuras prominentes entre
brazos y torso, para evitar rozaduras con el braceo amplio. Casi más
aconsejables sin mangas, o con mangas largas (en invierno o si
necesitamos protección contra rayos UVA y no podemos o no queremos
utilizar cremas protectoras).
Una
braga
de cuello siempre es útil, en invierno o si madrugamos mucho, para
proteger la garganta, ese lugar por dónde empiezan todos mis
catarros.
En días muy fríos o con viento también nos pueden ayudar a
proteger los oídos, tapar boca y nariz de los alérgicos en
primavera, en zonas de alta contaminación, etc. Las prefiero de
tejido fino, algo elástico y transpirable. Y cuando ya no son
necesarias, se llevan en cualquier parte (muñeca, cinturón) o
sirven como cinta frontal para el sudor.
Yo
no salgo sin gorra.
Aparte de protegerme del sol, sustituyendo
la melena que ya me falta,
me ayuda a conseguir que las gotitas de sudor que caen de la cabeza,
lo hagan cinco centímetros por delante de mi nariz, y no
directamente en los ojos, como me ocurre sin gorra. Y en verano,
remojada de
vez en cuando
en agua fresca, es todo un alivio. Ligera, ajustable y transpirable,
con una buena visera.
El
GPS
de muñeca
es muy conveniente cuando hacemos un recorrido distinto del habitual
y queremos saber cuánto hemos hecho, la velocidad a la que hemos
progresado, o
simplemente, dónde estamos en cada momento.
Los hay por precios muy razonables, incluso con pulsómetro. A mí
no me gustan los pulsómetros. Prefiero ir atento a los mensajes que
me envía mi cuerpo (cansancio y dolor), en lugar de ir pendiente de
un aparato, que frecuentemente funcional mal o de forma incompleta, y
me distrae de cosas más importantes. Ya lo decían los griegos
antiguos en el templo de Apolo en Delfos: “conócete a ti mismo”
… ¡y no tenían pulsómetros!
Las
gafas,
al gusto. Pueden ser muy útiles, pero dan calor y se empañan. Una
buena visera en la gorra, muchas veces vale por unas gafas, en lo que
a protección solar se refiere. Sin embargo, cuando hace viento, y
en la nieve, unas
gafas ligeras, envolventes y generosas son una excelente protección
para los ojos.
De
sujetadores no hablo, porque de momento no uso. De calzoncillos, que
es lo único que me queda por comentar, diré que para la práctica
deportiva, prefiero usar un bañador
de competición
(tipo slip), que además me ha permitido darme buenos remojones
en los lugares más insospechados, sin atentar contra la mínima
decencia
y el buen gusto. Transpiran bien y secan mejor.
Espero
que todo esto os sea de ayuda y no perdáis de vista que, sea cual
sea el equipo y material que tengáis, lo realmente importante es
usarlo, y usarlo con frecuencia y sensatez.