No me canso de repetir que el factor diferencial que hace a la marcha
nórdica mejor que cualquier otro deporte es lo saludable que su
práctica habitual resulta, y adjudico este inestimable valor a las
que yo considero cuatro características principales de la marcha
nórdica como deporte completo, equilibrado, adaptable y racional
(Valor diferencial) Hoy toca hablar de esta última característica de la marcha nórdica: su racionalidad; nada de lo que hacemos en este deporte va contra lo que la razón nos aconseja al andar con unos bastones … o lo que es lo mismo, cualquiera de nosotros que piense lógicamente qué debe hacer para andar con unos bastones de la manera más eficiente, llegará seguramente a similares conclusiones.
Hace
mucho, mucho tiempo, al poco de empezar a andar con bastones,
descubrí casi por azar, que lo que yo estaba haciendo se llamaba
“marcha nórdica”. Nadie me lo había explicado, pero yo solo,
simplemente razonando, había llegado a eso. Unos años más tarde,
también descubrí que la técnica que yo utilizaba con los bastones,
y que ya llevaba tiempo enseñando, a la que yo había llegado
igualmente razonando, se llamaba técnica ALFA (o FITTREK, u
Original, que no hay ninguna diferencia entre ellas, más allá de
qué objetivo me proponga al andar con bastones: salud, deporte,
competición … y, por supuesto, de los matices que los vendedores
de cada producto le quieran dar para diferenciarlo del resto).
Ahora,
acabo de descubrir que el trabajo mental que yo hago todos los días,
mientras realizo mi práctica diaria de marcha nórdica, se llama
“mindfulness” (¡qué cosa!) y, de nuevo, la racionalidad de este
deporte, me ha llevado a esto de forma totalmente natural y
autodidacta.
Dicen
los gurús de esta relattivamente nueva filosofía, que consiste en
una especie de meditación en estado de relajación; un ser
conscientes de lo que hacemos, por qué lo hacemos, cómo lo hacemos,
estando también al tanto del entorno en el que nos encontramos, y
dejando al margen todo tipo de estrés, con un objetivo general de
mejorar nuestra calidad de vida. Es, dicho de otra manera, traer tu
mente a lo que tu cuerpo está viviendo … o dicho en román
paladín, tener plena conciencia de lo que haces y sientes en cada
momento … tratando de aprovecharlo y disfrutarlo.
Si
duda, esto es lo que trato yo de hacer cada día durante mi práctica
de marcha nórdica: ser plenamente consciente de lo que estoy
haciendo, de cómo mi pie se adapta y empuja el suelo que piso a cada
paso, y cómo mi mano sujeta con fuerza el bastón que se va a clavar
para, a continuación, prolongar el empuje sobre la dragonera, hasta
más atrás de la cadera, y de cómo todos estos movimientos de pies
y manos van continuamente coordinados, y fluyen con relajación y
elasticidad, aprovechando y disfrutando cada paso.
Y al
mismo tiempo, percibo a través de mis sentidos las irregularidades
del terreno que piso, el tráfico de las carreteras que cruzo, los
colores, los sonidos y los olores del entorno por el que me muevo, y
el ritmo y la letra de las canciones que animan mi marcha.
Y repaso de vez en cuando mi postura, esa gran olvidada de nuestra sociedad sedentaria, que tantos problemas causa a nuestra columna. Recuperando la postura erguida, propia de nuestra condición de primates evolucionados, trabajo el core (como dicen los postmodernos), dando tono a todos los músculos anteriores y posteriores del tronco, tan difíciles e ingratos de trabajar, que han de mantener mi columna en su posición correcta, y a mí, a salvo de dolores de difícil solución.
Y repaso de vez en cuando mi postura, esa gran olvidada de nuestra sociedad sedentaria, que tantos problemas causa a nuestra columna. Recuperando la postura erguida, propia de nuestra condición de primates evolucionados, trabajo el core (como dicen los postmodernos), dando tono a todos los músculos anteriores y posteriores del tronco, tan difíciles e ingratos de trabajar, que han de mantener mi columna en su posición correcta, y a mí, a salvo de dolores de difícil solución.
Y
también, siempre, voy pendiente de las sensaciones que me transmite
mi cuerpo, consciente en todo momento de mi respiración, controlando
diafragma y abdominales, y de cualquier señal de dolor o cansancio.
Y aquí tengo que diferir un poco de los gurús de esta nueva
filosofía, que dicen que esta autoobservación, propiocepción,
o cómo queramos llamarla, debe observar y no enjuiciar cómo hacemos
las cosas. No es mi caso.
Si
yo, por ejemplo percibo que empiezo a sentir una molestia en el pie
izquierdo (recordad la progresividad
en las lesiones de la marcha nórdica), debo ser consciente de
ello y capaz de aplicar pequeños cambios correctores en mi marcha
(vg.- cambiar de lado del camino, aumentar la carga sobre las otras
tres extremidades, etc) para que esta molestia desaparezca. O, si
observo que el empuje sobre uno de los bastones no se prolonga lo
suficiente, trato de corregir sobre la marcha esta deficiencia. No se
trata de aplicar grandes remedios para grandes males, que exigirían
una planificación de sesiones específicas para solucionarlos, sino
de corregir pequeñas deficiencias tan pronto como se detectan.
Y a todo esto, no dejo de tener presente la finalidad de mi práctica, que es doble: por un lado, hacer una marcha nórdica LSD (lúdica, sana y deportiva), que eleve, o al menos mantenga, mi calidad de vida actual; y por otro, promocionar la práctica de la marcha nórdica mediante el ejemplo práctico. Si con ello consigo que alguien se interese por este deporte y mejore de esta forma su calidad de vida, habré conseguido hacer algo por los demás que, dicho sea de paso, es lo máximo a que aspiro en esta vida.
Y a todo esto, no dejo de tener presente la finalidad de mi práctica, que es doble: por un lado, hacer una marcha nórdica LSD (lúdica, sana y deportiva), que eleve, o al menos mantenga, mi calidad de vida actual; y por otro, promocionar la práctica de la marcha nórdica mediante el ejemplo práctico. Si con ello consigo que alguien se interese por este deporte y mejore de esta forma su calidad de vida, habré conseguido hacer algo por los demás que, dicho sea de paso, es lo máximo a que aspiro en esta vida.
El
método que yo sigo, y que parece ser recomendado por algunos de
estos gurús, consiste en ir fijándonos sucesivamente en cosas
concretas: el movimiento del pie, de un brazo, la respiración, la
música, los colores, … Es cierto que llega un momento en el que
percibes todo el conjunto, como si te vieras desde fuera, notando y
siendo consciente de todo lo que haces y de lo que te rodea, y de por
qué lo haces, y eso te produce una profunda sensación de relajación
en la tranquilidad de que estás mejorando tu calidad de vida.
Bueno,
pues resulta que yo llevo años haciendo todo esto, y ahora me entero
que le han puesto un nombre. Ya os he dicho que no es la primera vez
que me pasa. Y todo porque este deporte nuestro es tan racional que
casi todo lo que hacemos es bueno o natural, siempre que tengamos la
precaución de no colocarnos en situaciones estresantes, que
difícilmente se pueden compaginar con una práctica sana y
plenamente consciente de la marcha nórdica. Esa que tú y yo
hacemos cada día cuando sacamos nuestros bastones del paragüero.