Por
estas fechas, hace 10 años, mi vida cambió radicalmente. La vida
me ofreció una maravillosa oportunidad, que pude aprovechar. Tras
35 años de intensa vida profesional, mis hijos con sus vidas
encauzadas y mis hipotecas pagadas, tuve la oportunidad de elegir
entre continuar hacia lo más alto de mi profesión o dedicar mi vida
a esas actividades que, a partir de los 50, hemos llegado a la
conclusión de que es lo que de verdad nos gustaría hacer el resto
de nuestras vidas. No fui valiente; simplemente, la vida me lo puso
fácil, y la elección fue sencilla.
Aparte
de múltiples actividades, que no viene al caso mencionar aquí, una
empresa que llevaba muchos años tejiendo en mis sesos era el paso
del Pirineo, de costa a costa. Desde que, con 18 años, descubriera
esa maravilla de la naturaleza que, desgraciadamente, tan pocos españoles conocen,
siempre añoré la posibilidad de, algún día, poder acometer esa
aventurilla. Y esta fue una de las primeras recompensas de mi
decisión de cambio.
En
noviembre del 2006, una vez concluida mi vida profesional activa,
inicié la preparación de esa travesía que, entre junio y julio del
2007, me habría de llevar del cabo de Higer al de Creus, por lo más
alto de esa preciosa cordillera, tras 36 inolvidables días y 840
kilómetros, con sus 40.000 metros de desnivel acumulado de subida, y
otros tantos de bajada.
Sabía
que no sería una empresa fácil. La preparación física, y mental,
sería importante, y era muy consciente de que, aunque mi corazón y
mi resistencia física, bien entrenados a lo largo de los años, lo
resistirían, mis piernas no estaban a la altura del esfuerzo que les
iba a exigir. De manera que me puse a pensar en la forma de
compensar ese handicap: condritina y masajes de ácido hialurónico
para mis articulaciones… y un par de bastones.
Casi
desde el mismo momento que agarré los bastones por primera vez fui
consciente de que había establecido un vínculo de por vida. No fue
hasta unos meses más tarde cuando empecé oír hablar de la marcha
nórdica. Sin embargo, desde el primer momento, mi aproximación
racional y utilitaria hacia el uso de aquellas herramientas me llevó
al desarrollo de una técnica, totalmente autodidacta que, con los
años, descubriría que no se diferenciaba en casi nada de la llamada
técnica diagonal de la marcha nordica.
Durante
aquellos meses de preparación, mis frecuentes salidas por la sierra
de Guadarrama con mi querido primer club de senderismo,
Andarines.com, me sirvió para perfeccionar esta técnica y, sobre
todo, para conocer gente maravillosa que, aunque no es exclusiva de
la montaña, prolifera más por esos altos predios. Y descubrir,
también, esa sierra, otra maravilla de nuestra geografía que muchos
madrileños, con tenerla tan cerca, desgraciadamente nunca llegan a
conocer y apreciar. Con ellos, mis amigos de Andarines, y mi sierra
de Guadarrama, mantengo una comunión que ni los años ni la
distancia han conseguido erosionar, aunque las ocasiones de volver a
disfrutar juntos no sean nunca todas las que yo desearía.
A principio del 2007 era bastante insólito ver a
alguien andando por la sierra con dos bastones. Tan insólito, que
muchos me paraban para preguntarme sobre la conveniencia o dificultad
de su uso. Y quizá fuera por lo frecuente de estas cuestiones por
lo que Luis, mi añorado guía de Andarines, me propuso dar mi primer
curso sobre la utilización de los bastones. Debió ser sobre abril
o mayo, en la Casa de Campo, dónde tuve mi primera experiencia, casi
mística, con la enseñanza de mis magros conocimientos sobre este
asunto. Allí, con mi primer grupo de 20 andarines, fue dónde
descubrí que los bastones no sólo eran una maravillosa ayuda para
mis limitadas piernas y una racionalización del ejercicio de la
marcha, implicando otras partes del cuerpo. Los bastones también
eran (o debería decir que “sobre todo eran”) una oportunidad de
sentirme útil ayudando a otras personas, mientras hacía algo que me
encantaba.
Y,
como suele pasar cuando descubres algo así, y la vida te lo permite,
ya no lo dejé. A aquel curso le siguió otro...y otro, primero en
Madrid, luego en Cartagena, al principio colaborando con la
concejalía de asuntos sociales del Ayuntamiento, después tras
descubrir el Centro Excursionista de Cartagena (CExC), con el
incondicional apoyo de este increíble club, hasta llegar a rondar ya
los 1000 alumnos iniciados en este increíble deporte.
Hace
cuatro años, siempre con el apoyo moral y material del CexC, tras
mucha documentación on-line (¡qué maravillosa herramienta esta
internet!), y perfeccionamiento técnico autónomo, hice mi primer
curso de instructor de marcha nórdica con la FENWA, en Alfás del
Pí, seguido, dos años más tarde, por otro de FITTREK, en Collado
Villalba. De ellos conservo muy gratos recuerdos y una buena amistad
basada, como no, en el respeto y la admiración, con compañeros de
cursos y mis formadores, Bernd y Mariano.
Luego
vino mi interés por la competición, con aquella primera incursión
en la media maratón de Córdoba, hace ahora dos años, de la mano de
Andrés, otro enamorado de la marcha nórdica. Le seguirían otras
competiciones, específicas de marcha nórdica, complementadas por
mis frecuentes participaciones en carreras populares, “saliendo
tras todos los corredores, para no estorbar, haciendo marcha nórdica
(andando con bastones) y cubriendo el recorrido dentro del tiempo
permitido para la prueba”, como hago siempre constar en la casilla
de comentarios de mis inscripciones.
Este
gusanillo de la competición, unido a mi inquietud por sentirme útil
y a mi pasión por la promoción de la marcha nórdica, me llevó a
la organización, en marzo del 2015, de mi primera competición, en
Aranjuez, en el marco de la media maratón de esa preciosa ciudad en
la que he tenido el privilegio de vivir tantos años, y contar con
tantos amigos. El éxito de la segunda, este año y, sobre todo, el
apoyo incondicional del CexC y de su incansable presidente, Salva, me
animó a organizar una competición específica de marcha nórdica en
Cartagena, el pasado octubre.
La
Nordicartagena 2016 ha sido un hito en mi vida. La experiencia
desarrollada en la preparación y ejecución de esta competición es
inconmensurable. La respuesta de las gentes de la marcha nórdica de
toda España, conocidos y no (Regina, Lluis, Montse, Javier, Bea,
Ruth, Faustino, Pablo, Roberto, Marimar...), ha sido extraordinaria.
Tanto, que ya estoy preparando la competición de Aranjuez, para el
12 de marzo, y la Nordicartagena 2017, para el 24 de septiembre, ...
para vosotros.
Y sigo con mis
cursos (el 11 de diciembre en Cartagena y el 17 en Aranjuez), y mis
12 km diarios, intentando perfeccionar mi técnica que, como los
idiomas, otra de mis pasiones, nunca se acaba de dominar.
Seguramente es que siento debilidad por las cosas de la vida que
nunca llego a conocer del todo, como la religión y, sobre todo, mi
mujer, Eugenia, que comparte (sufre, debería decir) pacientemente
todas mis otras pasiones.
En fin, si habéis
llegado hasta aquí, gracias por vuestra paciencia. Hoy tenía que
escribir esto para dar las gracias a tantos, por tanto. Me siento un
privilegiado...soy un privilegiado. … Bueno, me
estoy poniendo demasiado sentimental, así que ya lo dejo.
Nos vemos por ahí,
con nuestros bastones, … los próximos diez años, … sacadlos del
paragüero todos los días, y quiera Dios que os procuren a todos tantas
satisfacciones como a mí.