Según el diccionario de la Real Academia Española de la Lengua, “adaptabilidad” es la cualidad de lo que se puede adaptar, acomodar o ajustar a otra cosa. La marcha nórdica, entre sus muchas características positivas como deporte (completo, equilibrado, racional, sencillo, progresivo) incluye esta de adaptabilidad, por su capacidad para acomodarse a las diferentes necesidades y habilidades de sus posibles practicantes, así como a las características y exigencias de los diferentes entornos en los que se puede practicar.
La adaptabilidad de la marcha nórdica dimana de las tres cualidades que los bastones, utilizados de forma racional, siempre han de proporcionar a quién bien los usa, a saber: soporte, equilibrio y apoyo al desplazamiento.
Desde tiempo inmemorial se han venido utilizando los bastones para ayudar a los seres humanos a soportar mejor su peso. Con el deterioro ligado al paso de los años, o a causa de disfunciones o lesiones del tren inferior, hemos ido recurriendo históricamente a esta ayuda que los bastones proporcionan al aliviar el peso soportado por las piernas y permitir que los brazos contribuyan a repartir ese esfuerzo.
De manera similar, la pérdida de equilibrio debida a patologías diversas o, simplemente, a la edad, se ve aliviada desde el momento en que, utilizando bastones en coordinación continua con cada pie (técnica alternada de la marcha nórdica) aumentamos la base de apoyo desde la simple huella de dicho pie, hasta utilizar todo el triángulo definido por dicha huella y el apoyo del bastón contrario. Esta superficie de sustentación puede verse incrementada, de ser necesario, utilizando la técnica simultánea (doble bastón) de la marcha nórdica.
Finalmente, el apoyo inclinado del bastón hace que la fuerza aplicada a lo largo del mismo, se descomponga en dos componentes: la vertical, más grande, que nos proporciona el soporte y equilibrio mencionados, y la horizontal, más pequeña, que según su sentido, nos impulsará adelante en llano, subida o bajada suave, o nos ayudará a retener una creciente inercia, en bajadas más pronunciadas.
Con alumnos sin problemas de movilidad o equilibrio, lo usual es partir de la caminata normal para, integrando en la misma la utilización correcta de los bastones, mejorando gracias a ellos la distribución de cargas y el equilibrio general, avanzar hacia un incremento del impulso y la retención, en beneficio de un desplazamiento más eficiente.
Sin embargo, cuando trabajamos con personas con problemas en la deambulación, el conseguir aproximarlas a una normalidad en la misma se convierte en el primer objetivo, utilizando para ello la mejora de soporte y equilibrio que nos proporcionan los bastones. La sensación efectiva de incremento de “seguridad en el desplazamiento” como consecuencia de dicha utilización, les permitirá avanzar hacia una “normalización” de su caminata.
Generalmente, el trabajo con estos grupos deberá hacerse, dependiendo del grado de afectación, lo más individualizado posible, extendiéndose a lo largo de varias sesiones, hasta que se consiga un progreso apreciable que les anime a persistir en la práctica.
La proximidad física (accesibilidad) del instructor a los alumnos o, en su defecto, la formación de monitores entre las personas más hábiles del grupo, de manera que se asegure un apoyo continuado a los más necesitados, es altamente aconsejable.
En lo que se refiere a la marcha nórdica en montaña, la especial exigencia del entorno aconseja priorizar la seguridad (soporte y equilibrio) sobre el apoyo al desplazamiento, aunque éste también requiera una mayor atención. El control de la velocidad de descenso, sobre todo en bajadas fuertes y prolongadas, exigirá una mejora de la coordinación de bastones y pies, llegando un grado de sincronización que habrá que exagerar en aquellos casos en los que empecemos a notar molestias en alguna de nuestras extrremidades, tratando con ello de evitar la incipiente lesión.
La atención al terreno y a los mensajes que recibimos de nuestro propio cuerpo, son las claves para disfrutar con seguridad de tan apreciable entorno, modificando las técnicas utilizadas en lo que sea necesario para conservar las tres cualidades citadas que siempre nos deben proporcionar nuestros bastones.
Ni qué decir tiene que al aumentar las posibilidades de caída, en personas con problemas de movilidad o equilibrio, y en montaña, se hace más imperativa, si cabe, la utilización de bastones con fiador de bucle de cinta, en lugar de los de guantelete, a fin de evitar lesiones por caída de las manos sobre las empuñaduras.