El lunes que viene tengo un curso de iniciación a la marcha nórdica para una veintena de miembros de la Asociación de Esclerosis Múltiple de Cartagena y Comarca. Para alguien que no conozca la perversidad de esta enfermedad, puede que no sea fácil apreciar el enorme esfuerzo que estas personas tienen que hacer para poder desarrollar una actividad que, a los demás, se nos antoja sencilla y lúdica.
Ellos acuden, animados por una de mis alumnas-evangelistas, que ahora preside esta asociación, con la esperanza de que, como a ella, la marcha nórdica les proporcione un alivio y un freno en la progresión de su enfermedad. Yo estoy seguro de que, tomándoselo con la pasión y la constancia que ella lo ha hecho, los resultados serán igualmente positivos. Dios quiera que yo esté a la altura de sus expectativas y consiga transmitirles los conocimientos y la pasión que necesitan para poder obtener todo el beneficio que los bastones les pueden proporcionar.
Pero el motivo de esta entrada no es hablar de esta gente extraordinaria, sino de todos aquellos testimonios que, como el de esta chica evangelista de la marcha nórdica, animan cada día a los que tienen la fortuna de cruzarse en sus caminos a probar este bendito deporte. Estoy seguro de que estos testimonios cambian las vidas de cientos de personas todos los días en el mundo.
Muchos me los cuentan ellos mismos: las tres hernias vertebrales que no han vuelto a notar desde que empezaron con la marcha nórdica; lo que ha mejorado su movilidad desde que empezaron con este deporte; cómo ha cambiado su vida y sus ganas de vivir desde que hicieron el curso; como esto les ha ayudado a ver luz al final del túnel; cómo la marcha nórdica a devuelto la actividad física a una vida sedentaria, abocada a la obesidad, o tras una complicada operación, en la que ya pensaban que el deporte nunca tendría cabida; ... creedme si os digo que son muchos los testimonios que recibo de primera mano, y muchos otros los que me llegan mediante los numerosos alumnos que todos ellos siguen enviando a mis cursos.
Todo esto es maravilloso, y no puedo ni quiero ocultar que me causa una profunda satisfacción y me anima a continuar perseverando en mi dedicación a esta tarea, con más ilusión, si cabe. Y yo se lo agradezco, a todos ellos... pero hoy, desde este blog, quiero pedirles que den un paso más. Quiero ofrecerles esta humilde tribuna y rogarles que pongan por escrito sus testimonios y que me los manden para publicarlos aquí, para que a través de este blog y de su extensión por los medios sociales, puedan llegar a muchas más personas que se pueden ver reflejadas en sus casos particulares y animadas por sus experiencias a intentarlo, como ellos lo intentaron en su día. No hace falta ser Cervantes para escribir unas cuantas líneas contando como llegaste a la marcha nórdica y como su práctica a mejorado tu vida. No importa el estilo; lo que importa es el testimonio, que puede cambiar la vida de alguien que tiene tu mismo problema. No lo prives de esa oportunidad. Mándame tu testimonio a nordicartagena@outlook.com y lo publicaré en este blog, tal como me lo mandes. Si prefieres que yo lo edite antes de publicarlo, lo haré y te lo enviaré para que le des tu visto bueno antes de colgarlo en el blog. Si no quieres que aparezca tu nombre, dímelo y respetaré tu intimidad.
¡Vamos! ¿Qué esperas para ponerte a escribir? ... y en cuanto acabes y me lo mandes, ya sabes, a sacar los bastones del paragüero y a seguir dándoles marcha. Lo que gastes en zapatillas, te lo ahorras en farmacia...y en dolores.