Hace
unos diez años, éramos una docena de locos enamorados de la marcha
nórdica (MN) los que buscábamos cualquier ocasión de reunirnos y
competir, sin árbitros ni reglamentos, en cualquier oportunidad que
se nos presentaba. Por aquella época, soñábamos con que la
Federación Española de Atletismo (FEA) acogiera nuestro deporte, se
desarrollase un reglamento, y se organizasen competiciones,
utilizando su experiencia con la marcha atlética, en la ilusión de
que esto atraería gente joven a nuestra saludable pero añera disciplina.
Por
la razón que sea (quizá porque sólo eramos unos pocos y no había
negocio), la FEA (va sin segundas) no nos hizo ni caso, y finalmente
fue la Federación Española de Deportes de Montaña y Escalada
(FEDME) la que nos acogió en su seno. Yo, desde la Federación de
Montañismo de la Región de Murcia (FMRM) me puse inmediatamente a
redactar un reglamento de competición, acorde con la ubicación de
la MN en este entorno, bastante diferente, por cierto, del que
normalmente acoge a la marcha atlética, el deporte cuya competición
más se parece al nuestro, por la obligatoriedad de observar
limitaciones a la progresión (básicamente no correr) que repercuten
sobre la velocidad que, a la postre, va a ser la que decida el podio
de cada prueba.
Aquel
reglamento, aprobado por el Comité de Marcha Nórdica CMN) y,
posteriormente por la Asamblea General de la FMRM en 2016, fue
anterior al primer reglamento de competición de la FEDME que,
curiosamente, obvió todo lo que el de la FMRM había incluido sobre
circuitos y diferentes técnicas que permitieran la competición
sobre terrenos de montaña. Desgraciadamente, tanto el Presidente de
la FMRM como su CMN, en lugar de pelear por la lógica inclusión de
estas especificidades en el reglamento de la FEDME, optaron por
copiar y pegar este para nuestra Región. Naturalmente, presenté mi
inmediata dimisión del CMN de la FMRM, profundamente decepcionado
por la falta de apoyo y empatía de compañeros y
directivos.
Bueno,
tras este pequeño relato histórico, para poner al lector en
“situación”, el hecho relevante es que el reglamento de
competición resultante, aparte de otros muchos defectos, adolece de
una falta total de adecuación para la regulación y control de
pruebas realizadas en un entorno de media o alta montaña.
Para
empezar, el reglamento no limita en forma alguna la inclinación del
terreno sobre el que se compite, obligando a los participantes a
realizar una técnica diagonal imposible por encima de pendientes
superiores al 10%.
El
domingo pasado participé en una media maratón de montaña por la
Sierra Gorda, Cartagena. Me gusta participar en pruebas de montaña
en las que, siempre con mis bastones, corro, marcho o ando, según
puedo o el terreno me aconseja, sin preocupación de reglamentos y
árbitros que dejan bastante que desear, con dragoneras apropiadas
(seguras) para el entorno y, por supuesto, con buena música.
Los
organizadores, que por cierto realizaron, como de costumbre, un muy
buen trabajo, cometieron el tremendo error de organizar también una
competición de MN que coincidía en parte con el recorrido de la
media maratón, lo cual me dio oportunidad de observar a muchos de
los marchadores participantes en plena faena, no como los árbitros,
ausentes en las partes más complicadas del recorrido.
Para
ponerlo en pocas palabras, la totalidad de los competidores de MN que
yo vi deberían haber sido descalificados de acuerdo con el actual
reglamento de competición de MN. A pesar del loable esfuerzo
realizado por todos ellos, los bastones “volaban”, se apoyaban
fuera de las zonas permitidas, los codos no pasaban del torso, las
manos no pasaban de la cadera, los pies no entraban de talón, … y
todo ello por la sencilla razón de que en esos terrenos, todo ello
es imposible. Otros errores, tales como la deficiencia en el agarre
en el momento de apoyar el bastón, sí que son aplicables a los
marchadores, y deberían corregirlo por el peligro que representa
para su propia integridad física, pero este es un defecto propiciado
por la dragonera de guantelete, que nuestro reglamento se empeña en
mantener como obligatoria para la competición, sea esta dónde sea.
La
mejor noticia es que creo que ninguno de los 32 participantes que
completaron el recorrido acabó con lesiones de importancia.
En
mi humilde opinión, esta competición de MN nunca debió realizarse
en este entorno. Se puede
entender la buena intención de los organizadores, disculpar
su falta de familiarización con la normativa en vigor, pero
es del todo incomprensible, al menos para mí, la permisividad
de la FMRM y de los árbitros que, conocedores del reglamento (se
supone), permiten una competición con
semejante recorrido. Y poco me
vale que se acotara algún “tramo
libre de técnica”, designación que
debería haber afectado a la mitad del recorrido, por decir algo.
Pero entonces, ¿se podría calificar la competición como “de
marcha nórdica”?
Pero
bueno, en última instancia, cada competidor es muy libre de
participar o no, a pesar de reglamentos, árbitros y recorridos. Al
fin y al cabo, son ellos los que se la juegan.
Sinceramente,
creo que para sacar los bastones del paragüero no hace falta
arriesgarse tanto, y no poder hacer una buena técnica.