sábado, 29 de agosto de 2020

El confinamiento de un nordimarchador

Hoy me voy a apartar un poco de los principios que me fijé al iniciar este blog. Pero sólo un poco, porque, aunque partiendo de la base de que voy a reflejar experiencias y sentimientos personales, no dejo de pensar que no soy especial en nada, y que lo que a mí me sucede debe haberle pasado a muchos dentro de las condiciones físicas y de edad en las que yo me encuentro.

Soy un practicante habitual de marcha nórdica, que ha superado recientemente los 65 años de edad, esa barrera psico-física bien asentada en nuestra sociedad en la que una persona deja de ser nominalmente útil para desempeñar trabajos beneficiosos, al menos, trabajos remunerados.

Hasta que se decretó el estado de alarma y el maldito confinamiento, yo hacía religiosamente mis 10 a 15 km diarios de marcha nórdica, por terreno variado, alternando algunas rutas de montaña. A mí no me dolía nada, normalmente, y cuando me sentía un poco “cargado” descansaba algún día, cosa que no solía suceder todas las semanas, ni mucho menos.

Durante el confinamiento, mantuve una actividad física similar a la que realizaba, pero, naturalmente, limitada por decisión de las autoridades, al entorno de mi vivienda, entorno que puede estar, en superficie útil, por encima de la media con respecto al común de los practicantes de nuestro deporte. Con todo y con eso, mi tiempo de práctica, similar al que realizaba antes del confinamiento, había forzosamente de realizarse en un entorno poco natural, por lo limitado de las rectas que permitían pasos completos, por la necesidad de subir y bajar escaleras, y por la imposibilidad de utilizar los bastones en estos tortuosos recorridos.

Con todo, cuando nos “soltaron”, yo me encontraba físicamente como antes del enclaustramiento … o eso creía yo, porque al cabo de unos días, pocos, de volver a mis rutinas y recorridos habituales, comencé a sufrir las consecuencias. Primero fue una metatarsalgia en el pie izquierdo, a la que no dí mayor importancia y pensé que se solucionaría con la práctica balsámica y cuidada de mi marcha nórdica. Pero no fue así. A los pocos días, posiblemente agravada por mi insistencia en recuperar un trabajo activo, recuperador del pie dolorido, desarrollé, sin preaviso alguno, de la noche a la mañana, una tendinitis en el ligamento lateral interno de la rodilla izquierda.

Ante esta situación, reduje la carga diaria, tras un corto reposo, y fui, muy lentamente, aumentando regularmente la distancia recorrida, entre cuidados paliativos, mucha precaución, y extraordinaria atención a las zonas doloridas. La tendinitis remitió bastante, y la metatarsalgia se tornó soportable. Pero el equilibrio era tan precario que nunca me atrevía superar los 10 km diarios, y los días de descanso por sobrecarga fueron aumentando, y algo tan sencillo como el cambio de horario de mi práctica habitual, o la realización de un calentamiento menos cuidado, han sido motivo del regreso a la situación más grave de estas dolencias.

Hoy, seis meses después de aquel punto de inflexión que supuso la desgraciada decisión de no dejarme seguir con mi inocua práctica habitual, individual, de marcha nórdica, que por cierto yo siempre hacía con boca y nariz cubiertas con mi braga de cuello por un problema de alergias, mi situación es la siguiente: dónde nunca hubo dolores habituales, ahora tengo que utilizar, por primera vez en mi vida, analgésicos de forma recurrente; de hacer 10-15 km diarios de deporte nórdico, combinando tramos de caminata, marcha y carrera, hoy no puedo hacer más de 7 km, sólo de caminata, 4/5 días por semana, y con serias molestias. De forma general, sin entrar en detalles, calculo que mi forma físca, mi calidad de vida, o como queráis llamarlo, se ha reducido en un 40/50 % en estos seis meses.

No creo haber tenido el COVID; al menos, no he tenido ninguno de los síntomas que se le atribuyen, ¡gracias a Dios! Pienso, más bien, que todos mis males son atribuibles a decisiones equivocadas de nuestros gobernantes, en concreto, a la alegría con que decidieron que yo no podía seguir practicando mi deporte individual, al aire libre, con las adecuadas prevenciones para evitar contagios (propios y ajenos): distancia mínima y cobertura de nariz y boca.

A lo mejor me tocaba un bajón al cumplir los 66 años. No lo sé, pero no creo que fuese de este calibre. Por eso atribuyo a nuestros gobernantes una gran parte de la responsabilidad en este asunto que tan seriamente me ha afectado. Y no es cierto que “esto no había pasado nunca”. Sin contar las numerosas epidemias de peste, viruela, cólera y otros, que asolaron nuestro país a lo largo de los últimos veinte siglos, la historia recoge abundantes detalles de la gran epidemia que, con origen en el Imperio Chino, en el siglo I de nuestra Era, afectó aquellas tierras durante años, extendiéndose al Imperio Romano, siendo una de las causas reconocibles de la caída de ambos grandes imperios, que tardaron varios siglos en recuperarse. Tampoco faltan datos de la mal denominada “gripe española”, de hace tan sólo un siglo, que causó sólo en nuestro país más de 200.000 muertos, tan mal gestionada por las autoridades “competentes” como ésta, por cierto, tanto desde el punto de vista informativo como sanitario.

Es evidente que nuestras autoridades nos ocultan hechos, o no conocen la historia, lo que es imperdonable en mandatarios responsables del buen gobierno de una población. Aquellos que no conocen su historia están condenados a cometer de nuevo los mismos errores. Pero los españoles nunca nos hemos distinguido por saber elegir buenos gobernantes, así que compartimos parte de esta culpabilidad.

La falta de cultura histórica no es el único fallo en la mala gestión de esta crisis. En todas las pandemias anteriores de las que tenemos documentación gráfica, lo primero que se observa, tanto en el ciudadano de a pie como en los sanitarios, es la cobertura general de boca y nariz con mascarillas o tejidos de circunstancias. Nunca he comprendido por qué nuestras autoridades no decretaron esta medida preventiva desde el minuto uno de esta historia. Para mí fue una clara falta de responsabilidad que, por muchas comisiones de investigación que se monten (y creo que deberían montarse), desgraciadamente, nunca llegaremos a saber cuántas muertes pudieron haberse evitado … cuántas muertes y cuantas consecuencias económicas, que les dejamos en herencia a nuestros hijos y nietos. Irresponsabilidad y falta de sentido común, algo no exclusivo de un gobernante, pero que deberíamos asegurar antes de elegirlo para esos cargos.

En fin, intento ser cristiano (no es fácil para mí, aunque Jesucristo dijese lo contrario) y por eso perdono, pero creo que esta reflexión es necesaria si queremos que, al menos, nos sirva para intentar con cometer los mismos errores en el futuro.

No sé si alguna vez recuperaré parte de lo perdido, aunque sigo intentándolo lo mejor que sé, con ayuda de mis bastones y mi resto de sentido común. Si sé que no volveré a aceptar un confinamiento que me impida mantener mi práctica habitual de marcha nórdica. Y si me multan, pues vale. ¿Alguien conoce a alguien que haya sido multado por no respetar las normas decretadas para la pandemia … y haya pagado la multa? Esa es otra. Pero ya he criticado bastante por hoy.

Sacad los bastones del paragüero, mientras podáis.

lunes, 24 de agosto de 2020

TESTIMONIO

Una de las razones por las que inicié este blog fue la desaparición del único foro de discusión sobre asuntos relacionados con la marcha nórdica, el añorado Diario Nordic.  Siempre he abogado por que los que leen estas líneas se animen a compartir opiniones, ideas, experiencias,.. vivencias, en suma, que seguro que interesan a más de un lector.  Sin embargo, no he tenido mucho éxito en esta empresa, de manera que soy prácticamente el único que aquí publica, con algún escaso y meritorio comentario de pocos osados lectores, que no sabéis cuánto agradezco, sobre todo si muestran un punto de vista distinto al mío.

Hace unos días recibí un correo de Aránzazu Lozano, una alumna de uno de mis cursos de iniciación, comunicándome un luctuoso acontecimiento.  Doy un extraordinario valor a estos testimonios, tan poco frecuentes, como he dicho, y por eso le pedí autorización para publicar su correo y mi respuesta.  Sirva todo esto como homenaje a María, a Aránzazu, a la amistad, a todos los que pasan por momentos difíciles ... y al humilde efecto balsámico que nuestro deporte pueda jugar en sus vidas.  Nos vemos con nuestros bastones en lo más alto ...

De: Aránzazu Lozano <aranzazu.lozano@gmail.com>
Enviado: jueves, 20 de agosto de 2020 8:48
Asunto: Gracias
 

Hola Piri. Seguro que no te acuerdas de mí, pero el 15 de diciembre hice, junto con mi amiga María, tu curso de marcha nórdica.
María iba un poco lenta, por su enfermedad, ya que estaba operada de cáncer de mama.
No volvimos a tu curso, aunque nos hubiera gustado, porque el estado de María no mejoró.
Aún así, por nuestra cuenta, y cuando María podía, nos lanzábamos las dos a la calle y recorríamos el camino de la Rambla, parando de vez en cuando, volviendo a la marcha.. así, hasta donde podía ser.
Te cuento todo esto, porque María murió la semana pasada y sé que te alegrará saber que, las veces que pudimos salir, María lo disfrutó a tope y estaba muy ilusionada, deseando ponerse mejor para intentarlo de nuevo.
Gracias por todo.
--
arantza

El jue., 20 ago. 2020 a las 20:15, José Antonio Pérez González (<nordicartagena@outlook.com>) escribió:
Arantza,

siento enormemente la muerte de María ...  me gustaría tener palabras de consuelo para tu pérdida, pero sólo desde la fe te las puedo dar (por eso es tan importante para mí).  Yo estoy seguro de que ella, ahora mismo, está disfrutando con sus bastones, sin dolores, y gozando este recuerdo que desde aquí le dedicamos, porque la muerte no es el final.

También me alegro enormemente de haber podido contribuir con un humilde granito de arena para aliviar un poco su padecimiento, y mejorar en algo su calidad de vida.  Y me alegro de que haya tenido una buena amiga que la ha acompañado en ese duro camino.  Ojalá todos podamos contar con alguien así cuando nos llegue el trance.

Gracias por todo lo que has hecho por ella, y gracias, de todo corazón, por contarme todo esto, que me anima a seguir esforzándome por promocionar este saludable deporte, que tanto nos da a tantos, y por ponerlo al alcance de todos los que queráis intentarlo.

Un beso,

Piri

PD.- Siempre he defendido en mi http://nordicartagena.blogspot.com/ el gran valor de testimonios como el tuyo.  Me gustaría que mi blog fuese un escaparate para todos ellos, por eso me gustaría publicar el tuyo y te pido permiso para hacerlo.  Puede ser simplemente tu correo y mi respuesta, o lo que tú quieras escribir.  No cambiaré ni una coma.  Espero tu respuesta.


Aránzazu Lozano <aranzazu.lozano@gmail.com>
Sáb 22/08/2020 7:03
  •  José Antonio Pérez González

puedes publicarlo. gracias 

jueves, 6 de agosto de 2020

MARCHA NÓRDICA Y FOCALIZACIÓN

Cuando un deporte es tan completo y equilibrado como la marcha nórdica, sin duda debe estos apelativos a la gran diversidad de grupos musculares que pone en movimiento, y a la no concentración del esfuerzo realizado en unos sobre otros. En esa diversidad y equilibrio, orquestados por una buena técnica, estriba la merecida fama y la cantidad de beneficios que se derivan de la práctica habitual de nuestro deporte favorito.

Sin embargo, las mismas características diferenciales apuntadas en el párrafo anterior también ponen a disposición del practicante múltiples opciones de trabajo individualizado de articulaciones y grupos musculares concretos, focalizando el esfuerzo general realizado durante nuestra práctica habitual de marcha nórdica sobre partes de nuestro cuerpo que queramos trabajar con mayor intensidad.

Conviene que en esta focalización del ejercicio no nos apartemos de la práctica racional de la marcha nórdica como deporte completo (lo trabajamos todo) y equilibrado (no sobrecargamos nada en detrimento de otras partes). Por ello, antes de centrarnos en una zona en concreto conviene realizar un repaso general técnico para asegurarnos de que lo estamos haciendo bien. Para no repetirme, invito al curioso lector a visitar el enlace siguiente Mindfulness y Marcha Nórdica o a participar en alguno de los talleres de Técnica y Ritmo que hacemos en Cartagena un par de veces al año (son gratuitos y se anuncian es este blog con un par de semanas de antelación).

Ya he tratado en entradas anteriores de este blog algunas temas relacionados con la focalización de la marcha nórdica hacia partes concretas de nuestro organismo, hasta ahora siempre en relación con la técnica, tales como El Pie o La Mano, sin contar las innumerables citas realizadas al trabajo de la columna vertebral (64 articulaciones, con sus músculos, tendones y ligamentos), principal soporte de nuestro cuerpo y origen recurrente de problemas y dolores, a causa de defectos posturales de origen laboral o de exceso de horas de “sillón”.

Precisamente en mi preocupación constante por trabajar el "Core" (una palabra inglesa que se utiliza como marco inclusivo de los músculos abdominales, lumbares, de la pelvis, los glúteos y la musculatura profunda de la columna), lo que siempre hemos llamado en español el torso o el tronco, “todo incluido”, es la que me ha traído a la reflexión de hoy.

El trabajo de todos estos músculos, cuya misión principal es mantener y movilizar la columna vertebral dentro de sus parámetros normales, no es tarea fácil ni agradable. De entrada, normalmente exige la adopción de posiciones de tendido (prono y supino) o de tierra inclinada, todas ellas posturas ingratas que nos producen cierto rechazo. Al menos, ese es mi caso, a pesar de que yo haga a diario mis ejercicios específicos de core antes de calentar para salir con mis bastones.

La marcha nórdica, con una buena contra-rotación de hombros y caderas a cada paso, favorecida por una cuidada técnica, puede ser una excelente oportunidad para trabajar el core, sin necesidad, o como complemento, de los ingratos ejercicios en el suelo.

Para ello, una vez asegurados de que estamos realizando una buena técnica, haciendo un alarde de propiocepción, repasando cada uno de los indicadores que nos permiten comprobarla (pies, manos, bastones, coordinación, postura, ..), nos centraremos en focalizar el inicio del paso (bastón clavado, al tiempo que cae el pie contrario, con el codo bien por delante del tronco) como un esfuerzo que parte de nuestros abdominales, que siguen “tirando” de ese brazo, para que tracciones y empuje el bastón, hasta que perdemos de vista su mano, por detrás de nuestra cadera, mientras nuestros dorsales, lumbares y glúteos tiran de la pierna contraria hacia atrás, coordinando ese impulso con el ya referido del brazo contrario. Y vuelta a empezar.

Puede parecer una tontería, pero el realizar la marcha nórdica de forma “automatizada”, perfecta en su técnica, no me deja la misma sensación de trabajo de abdominales, glúteos, dorsales y lumbares que me queda después de realizar el mismo ejercicio focalizando el esfuerzo en los grupos musculares citados. Probadlo durante unos días y me decís qué tal.

La focalización puede venirmos muy bien para centrar el esfuerzo en grupos musculares que necesitemos potenciar, por el motivo que sea (terapéutico o de rendimiento), pero siempre cuidando de que esta focalización no produzca una sobrecarga y una pérdida de la condición ejercicio equilibrado y completo de la marcha nórdica. Olvidar la racionalidad que debe presidir nuestra práctica, puede resultar en la perdida del valor diferencial de la marcha nórdica sobre cualquier otro deporte: la salud que nos reporta.

Así que, focalizando o no, saquemos nuestros bastones del paragüero para practicar el deporte más racional, completo y equilibrado que se ha inventado. ¡Disfrutadlo!