lunes, 31 de julio de 2017

Marcha nórdica en montaña III. Técnica con fuertes pendientes.


En el capítulo anterior de esta serie, dedicada a la marcha nórdica en montaña, hablé de las particularidades de su práctica en terrenos con ligeras pendientes (hasta el 5%), en las que sólo había pequeñas variaciones en cuanto a la técnica en terreno llano, y pendientes medias (hasta un 10%), en las que se iban extremando estas variaciones hasta concluir que, a partir de este límite, es prácticamente imposible la realización de una técnica diagonal mínimamente correcta, de acuerdo con la definición siguiente:

En la marcha nórdica se debe mantener en todo momento al menos un pie y un bastón en contacto con el suelo y utilizar los bastones activamente, sin arrastrarlos, apoyando siempre cada bastón la acción del pie contrario. La punta del bastón se debe plantar en el suelo, cerca de la vertical del hombro del mismo lado, coincidiendo con la toma de contacto con el suelo del talón del pie contrario. En cada paso, el codo y la mano deben seguir el movimiento del pie contrario, rebasando por delante y por detrás la vertical media lateral de las caderas del nordimarchador.

A medida que la pendiente sobrepasa este límite, o que la dificultad del terreno (ver párrafos de obstáculos a la marcha, más adelante) va aumentando, incluyendo a menudo el escalonamiento del itinerario por el que progresamos, se dificulta la realización de esta técnica que, vistos los beneficios que aporta a la progresión, deberemos intentar mantener siempre que sea posible. Cuando no lo sea, podremos aplicar una de las dos técnicas siguientes: 

Técnica diagonal disociada. En terrenos con fuerte inclinación de bajada, cuando prima la seguridad sobre la rapidez, el esfuerzo de las piernas, en contracción excéntrica, va dirigido a retener y controlar la velocidad de progresión del marchador, aumentada por la acción de la gravedad y la inercia. Los bastones, en su trabajo activo de apoyo a las extremidades inferiores, se apoyarán ahora por delante de la vertical del centro de gravedad, e incluso por delante del pie más adelantado, en un movimiento más amplio que el de las piernas, y difícil de coordinar con el de éstas. 

En esta técnica diagonal de movimiento de bastones, disociado del movimiento de las piernas, rige todavía el principio de mantener en todo momento, al menos un pie y un bastón en contacto con el suelo. El forzar este mínimo apoyo doble nos facilitará, no sólo el control de la velocidad de descenso, sino también, una posibilidad de prevenir tropiezos/caídas y torceduras/lesiones que, en todo caso, y en mi experiencia, serán mucho menos frecuentes que si no observamos esta regla. 

Técnica de doble bastón. En terrenos con fuerte inclinación de subida o bajada, sobre todo cuando son escalonados, puede resultar conveniente apoyar la acción de una pierna con los dos bastones al mismo tiempo, para ayudarla en un esfuerzo extraordinario de elevación o amortiguación del peso de todo el cuerpo. Esta técnica de doble bastón, requerirá la recuperación de los mismos para apoyar otro paso, o volver a la técnica diagonal, cada dos o más pasos, sin que se deban arrastrar mientras tanto. 

En ningún caso los dos bastones permanecerán en el aire durante más de un paso para su recuperación. De esta forma, nos aseguramos un máximo contacto con el terreno de, al menos, tres puntos de apoyo (pie y dos bastones) durante, al menos, la mitad del tiempo de progresión. El incremento del tiempo de recuperación de los bastones supone un aumento del riesgo de resbalón, tropiezo o torcedura, ya que mientras tiene lugar esta recuperación puede que sólo tengamos un pie apoyado. 

Con estas pendientes, la atención del marchador debe permanecer centrada en el terreno por el que progresamos. La estabilidad del apoyo de pies y bastones va a ser fundamental para nuestra seguridad. La proximidad entre unos (pies) y otros (bastones) va a ser la mejor garantía contra las posibles consecuencias negativas de resbalones, tropiezos y torceduras.

La mayor confianza del nordimarchador, en fuertes pendientes, debe estar en sus bastones. Las puntas metálicas de los mismos, unidas a la presión que ejercemos sobre ellos son garantías de adherencia al terreno que nuestros pies nunca pueden igualar, a pesar de que llevemos calzado con una suela de buen agarre, algo que por desgracia no siempre sucede (ojo con apurar el calzado en estos entornos). Cumple, por tanto, asegurar un firme agarre de los bastones para su “clavado” en lugar seguro, con la inclinación adecuada para permitirnos la mayor tracción de subida o el mejor apoyo de frenado en la bajada.

El instinto de supervivencia nos llevará a inclinarnos hacia atrás en las bajadas. Es necesario superar esa tendencia que nos impide ejercer una buena presión sobre los bastones. Tampoco el frecuente alargamiento de los bastones para las bajadas ayudan a corregir esta postura, motivo principal del mayor número de caídas en los descensos (“culadas”). ¡Tengamos fe en nuestros bastones! Echémonos adelante y carguemos el peso sobre ellos que, al contrario que nuestros pies, nunca resbalan.

También debemos prestar especial atención a los frecuentes obstáculos a la progresión que presentan sendas, caminos y pistas de montaña, fuente inagotable de accidentes, que un nordimarchador, con una buena técnica de utilización de sus bastones, puede minimizar. Sin olvidar el consejo del primer capítulo de esta serie: en montaña, utiliza siempre bastones de senderismo, incluso para hacer marcha nórdica.

Los obstáculos “clavados” al terreno, piedras semienterradas, ramas grandes o raíces, deben ser evitadas por sistema. Incluso en terrenos embarrados, dónde se presenta como islotes salvadores, estos obstáculos pueden provocar resbalones y tropiezos con la consiguiente caída, o torceduras con riesgo de esguince o fractura. De nuevo, el apoyo de al menos un bastón, en todo momento, puede ayudarnos a evitar o paliar estos problemas. Pisar sobre ramas y raíces en la dirección de progresión puede provocar deslizamientos sobre ellas, sobre todo si están mojadas o cubiertas por nieve. Todas estas caídas, si llevamos dragoneras de marcha nórdica, en lugar de las de cinta de los bastones de senderismo, pueden incrementar de forma importante la posibilidad serias lesiones en hombros, codos y muñecas, además de la casi segura rotura del bastón.

Los obstáculos “móviles”, tales como piedras sueltas y pequeñas ramas, también pueden provocar tropiezos (con riesgo de rotura de dedos si el calzado no es el apropiado para este tipo de terreno), caídas (ojo con las pequeñas ramitas que nosotros mismos elevamos y fijamos pisándolas con un pie, para tropezar con el otro al andar). Estos obstáculos producen, normalmente, más lesiones que los del párrafo anterior, al captar menos la atención del marchador. Todos los consejos del párrafo anterior son aplicables para este. 

Es un hecho probado que la mayoría de los accidentes en montaña no se producen en los lugares más difíciles, dónde la atención del marchador está centrada en lo que hace, sino en aquellos menos exigentes, en los que el marchador, normalmente cansado, se relaja y pierde su concentración. No debemos relajarnos hasta que nos quitamos las botas.

Y mucha precaución con la manipulación de los bastones (alargar, acortar, poner y quitar conteras). Las puntas siempre deben estar delante de nuestro cuerpo y no sobresalir por los lados del mismo. Los ojos de nuestros compañeros son para toda la vida. Ojo con las maniobras de beber, fotografiar, etc, en las que necesitamos utilizar las manos: de nuevo, aquí se aprecia la ventaja de utilizar bastones con dragonera de cinta, que los dejan verticales, inocuos, colgados de las muñecas, cuando los soltamos, en lugar de las clásicas de la marcha nórdica, con los que he visto hacer verdaderos ejercicios de esgrima por no soltarse las dragoneras; y no digamos nada si tenemos que hacer alguna trepada.

La mayor dificultad en la progresión, junto al incremento de la posibilidad de accidentes, aconseja dejar una mayor distancia de seguridad entre nordimarchadores. En cualquier caso, nunca debemos ir a menos de dos metros de otros compañeros, de manera que no supongamos un peligro para ellos… ni ellos para nosotros.

Y recuerda, para ir a la montaña, o para dar la vuelta a tu manzana, no dejes de sacar tus bastones del paragüero cada día. Ellos quieren hacer tu vida mejor … dales una oportunidad.









viernes, 28 de julio de 2017

Marcha nórdica no competitiva en Inazares

Me acabo de inscribir en la prueba de la izquierda, para el 10 de septiembre, en Inazares, al pie de Revolcadores y el Obispo, los dos techos de nuestra comunidad.  La marcha nórdica es no competitiva, sin clasificaciones ni trofeos, sobre una distancia de unos 15km y 500m de desnivel acumulado de subida, muy parecida a la marcha nórdica de montaña, no competitiva, que pensamos incluir en la Cartagema Trail de este año (¡primicia!), de manera que es una buena oportunidad para probarnos y disfrutar de uno de los parajes más bonitos (y altos) de nuestra región.  El precio de la inscripción es de 17€ para federados en montaña, hasta el 10 de agosto (ojo, hay sólo 100 plazas para senderismo y marcha nórdica;  99 si descontáis la mía, de manera que si os interesa, ya podéis espabilar).  Para otras fechas y para no federados, tenéis toda la información en http://maximumrevolcadores.com/ y las inscripciones en http://www.famu.es/Inscripcion.aspx?id=346.

La inscripción incluye pasta party el sábado y comida el domingo, además de la bolsa del corredor con camiseta y toalla de microfibra.  Existe la posibilidad de alojarse en Inazares, dónde empieza y acaba la prueba, y la de obtener un pase VIP para acompañantes, con los mismos regalos del competidor (10€) y baño incluido en piscina al aire libre (15€), y precio especial para niños.

.
Bot
ellín de agua

Convocatoria de candidaturas para la organización de pruebas del calendario oficial de Marcha Nórdica FEDME 2018

Con la publicación del documento del título de esta entrada, creo sinceramente que la FEDME vuelve a poner el carro delante de los bueyes, haciendo la convocatoria para la presentación de pruebas cuando aún no sabemos cuál será el reglamento por el que se regirán. Una vez más, los clubes tendrán que hacer un acto de fe (o de irreflexión, según se mire) y creer que esta vez tendremos un reglamento suficientemente bueno. ¿Es tan difícil hacer las cosas bien? ¿Por qué pedir a la gente que salte a la piscina antes de saber si hay agua? De todas formas, si ya lo han hecho una vez, ¿por qué no dos? 

El responsable del área de marcha nórdica de la FEDME asegura en el documento que las actualizaciones del reglamento “no modificarán sustancialmente las condiciones actuales para los organizadores”, es decir, que podemos esperar más recorridos de carreras por montaña, sin circuitos, temperaturas de 40º, con firmes no aptos para la práctica de la marcha nórdica, esperas interminables hasta la publicación de resultados,… francamente, no me extraña que termine su misiva dando a los destinatarios las “gracias por la confianza”. Lo dicho, mucha fe o irreflexión. Y ciertamente, a nivel personal, pena y desilusión, porque hace unas semanas mandé a la federación unos trabajados comentarios para la modificación del reglamento que, a la vista de los entrecomillados anteriores, me temo que no habrán servido para nada.

En la presentación, el citado documento habla de 11 pruebas. A saber, 1 Campeonato de España individual (dice que “Igual que en 2017”; francamente, espero que no cometan los mismos errores), 1 Campeonato de España de Clubes FEDME (Novedad en 2018), 3 Pruebas de Copa de España (Novedad en 2018) y hasta 6 pruebas puntuables para el Ranking Individual (“Igual que en 2017”; una vez más, espero que algunas sean manifiestamente mejores). Una ambiciosa agenda para el centenar y medio de nordimarchadores que normalmente nos repartimos por todas estas competiciones. Habrá que ir haciendo hucha.

No se entiende muy bien el párrafo “Próximamente se dará forma vía reglamento a la "Liga de Clubes FEDME", en base a puntos obtenidos en pruebas de Copa y Campeonatos de España.” ¿Quiere decir que en las pruebas de la Copa habrá también una clasificación por clubes? Independientemente de todo lo demás, me parece una buena iniciativa.

Otro aspecto importante de la convocatoria, desde el punto de vista de la organización de un evento de este tipo, es el cheque en blanco que se reserva la federación en el tema de patrocinadores. Sé por experiencia que esto ya ha supuesto un problema en otras competiciones bien rodadas, como las carreras por montaña. Pero es aún más grave en un deporte deficitario en la organización de competiciones, como la marcha nórdica: con un número de competidores tan exiguo, sólo la pasión de patrocinadores locales, comprometidos con el club organizador, puede paliar, hasta un punto aceptable, las pérdidas en la inversión económica realizada. Pero en el caso de una prueba de la FEDME, muchos de estos patrocinadores locales se verán excluidos por los superiores intereses de la federación.

Cierto que la FEDME, en un alarde de generosidad y manga ancha, da 1200€ a los organizadores de los campeonatos de España (individual y por clubes). Pero tanto estos, como los de las restantes pruebas (para las que no hay ayuda económica alguna), han de correr con el alojamiento y manutención, durante dos días, de 8 a 10 personas (árbitros y representantes de la federación), lo que supone un verdadero palo para la organización habida cuenta de la escasa participación en estas pruebas, y de los problemas apuntados por la exclusividad de patrocinadores. Francamente, yo que he organizado algunas competiciones, en bastante mejores condiciones, admiro la generosidad y osadía de los clubes que presenten pruebas para esta convocatoria y, en caso de que no resulten económicamente “muy” deficitarias, y de que no repercutan escandalosamente estos gastos sobre los sufridos competidores, les agradecería que me dijeran cómo lo hacen.

En fin, de todo lo anterior, queda claro que en el 2018, Nordicartagena, la Vocalía de Marcha Nórdica del Centro Excursionista de Cartagena, organizadora de cuatro competiciones de marcha nórdica entre 2015 y 2017, tampoco presentará ninguna prueba a esta convocatoria. Y no sólo por el tema económico: nuestro club siempre a subvencionado estas pruebas, económicamente deficitarias, confiando en la labor promocional de la competición para la práctica general del deporte. Sin embargo, el principal problema sigue siendo un reglamento muy por debajo de nuestras expectativas, que no define la finalidad de las competiciones (ver frase anterior), las técnicas utilizables, los circuitos válidos para la práctica de la marcha nórdica en competición, faltas mesurables que no dependan de un criterio subjetivo y, sobre todo, un sistema lógico y justo de amonestaciones y sanciones, que refleje la dificultad de la labor arbitral.

Seguimos creyendo en la potencialidad de promoción deportiva de las competiciones de marcha nórdica, por lo que continuaremos apoyando franca (y económicamente, dentro de nuestras posibilidades) la participación de nuestros socios en estos eventos. Sin embargo, no podemos, como nos gustaría, contribuir con la organización de pruebas a la perpetuación de un reglamento y unas prácticas que consideramos perjudiciales para el avance y el fomento de este bello deporte.

En la esperanza de que esto cambie algún día, seguimos recomendando a nuestros seguidores que saquen sus bastones del paragüero cada día, y que disfruten con ellos a tope (cuidadín con los calores).



miércoles, 26 de julio de 2017

SENSACIONES CON MIS BASTONES: NORDIQUEANDO POR EL NORDESTE

Esta semana, huyendo de los calores caniculares de mi ciudad, he tenido la oportunidad de sacar mis bastones a pasear por el nordeste peninsular, y no puedo evitar percibir sensaciones (deformación profesional, dice mi mujer) que quiero compartir con vosotros.  Vaya por delante que son apreciaciones completamente subjetivas y, por tanto, otros, andando por los mismo caminos, pueden llegar a conclusiones totalmente diferentes.

De mis dos días bastoneando por todo el frente marítimo de Tarragona, me queda una cierta sensación de tristeza.  Tarragona, aparte de una bonita ciudad, ha sido para mi paradigma de promoción de la marcha nórdica.  Que yo sepa, fue una de las primeras en organizar competiciones, allá por el 2008, de la mano de Tony y Alessia, dos pioneros de este deporte.  Sin embargo, en las cuatro horas que estuve bastoneando por la zona, muy concurrida por corredores y caminantes, tan sólo me crucé con dos personas con bastones, de las que sólo una hacía algo parecido a marcha nórdica.  Sinceramente, no me lo esperaba, y no sé qué ha podido pasar.

De Tarragona, tras visitar Port Aventura (algo que desde aquí recomiendo, aunque no durante el verano si el calor os afecta tanto como a mí), pasando por una visita con comida (también muy recomendable) a la espectacular villa de Ainsa, en el pre-Pirineo oscense, dos días nordiqueando por la zona más bonita del Pirineo.  El primero, por el valle de Ordesa, hasta las gradas de Soaso, todo un espectáculo que ningún español se debería perder (yo vuelvo cada vez que puedo).

Sensaciones encontradas.  Cientos de jóvenes, y menos jóvenes, con bastones.  Recuerdo cuando yo empecé a usar dos bastones en la montaña, hace diez años.  Era una visión tan poco usual, que continuamente me paraban los montañeros (especie poco cortada para preguntar) para interesarse por tan raro evento.  Casi siempre con la misma pregunta: ¿es mejor dos bastones o uno?, a la que yo invariablemente contestaba igual, a la gallega: ¿es mejor dos piernas o una?  Supongo que todos lo entendían (o me dejaban por loco), porque no seguían preguntando.

Bueno, a lo que vamos:  mucha gente con bastones, pero pocos (¿un 5%?) haciendo algo que se pareciera a marcha nórdica.  Cierto que las mochilas no ayudan, pero con todo y con eso, se ve quién sabe lo que hace y quien no tiene ni idea. Una pena que la labor de tantos buenos instructores desperdigados por toda España no se note en estos lugares, y esto me lleva a pensar que hay algo que no estamos haciendo bien.

Yo pensaba que la competición acercaría la marcha nórdica a los más jóvenes.  Sin embargo, no veo una apreciable disminución de la media de edad de los practicantes a lo largo de las competiciones de esta temporada.  Evidentemente, las claras deficiencias del actual reglamento de la FEDME (ya al plantearse los objetivos de las competiciones, y luego, al establecer las categorías) han tenido algo que ver.  Tampoco la programación de largos y caros cursos de iniciación por parte de las federaciones regionales han ayudado mucho. Pero creo que hay algo más.

Pienso que quizá hemos fiado demasiado en la potencialidad de la competición para promocionar este deporte entre la gente joven.  Es posible que debamos intentar otros caminos, como la realización de cursos promocionales entre grupos de boyscouts, excursionistas de colegios, etc.  Seguramente, entre gente joven, con meninges que funcionan al 100%, un curso de iniciación de un par de horas, muy práctico, debe ser suficiente para que empiecen a utilizar los bastones correctamente en sus salidas, percibiendo desde el principio ese plus que nos aportan y nos engancha.  Yo voy a intentarlo.

El segundo día, por las inmediaciones de Broto (un lugar ideal para la práctica de la marcha nórdica en verano), algunos nordimarchadores de los campings del valle, que no me dejaron malas sensaciones.

Y vuelta a mi práctica en Cartagena, bien tempranito, intentando torear estos calores.  Pero sacando los bastones del paragüero cada día, como Dios manda (y el cuerpo agradece).




martes, 25 de julio de 2017

IN (LOVING) MEMORIAM

Inglesa de nacimiento, escocesa de adopción y española hasta la médula, de cuna y sentimiento, Elvira Yolanda Lord era, por encima de todo, una bellísima persona y una inagotable amante de los Pirineos.

Allí la conocí hace diez años, una tarde de junio, en la puerta de la iglesia de Isaba, en el valle del Roncal, cuando salía de una misa de difunto que bien me valió para mi cumplimiento dominical. Con su inseparable y atento marido, Jack, que le dio el bien merecidísimo apellido de "Lord" a esta entrañable señora de los montes.

A partir de allí, compartimos refugio, mesa y mantel, al final de varias jornadas de la travesia del GR 11 que habíamos iniciado prácticamente en paralelo, en el Cabo Higer, unos días antes. A pesar de no andar juntos (ellos vivaqueaban en tienda de campaña que tenían que secar antes de iniciar el camino), compartimos tanto aquellos días, que allí nació una amistad que ha durado a lo largo de estos diez años que la vida, siempre más celosa con los mejores, nos ha permitido disfrutar juntos.

En varias ocasiones volvimos a quedar en lo más alto. A veces intentado superar aquella “espinita” de nuestro primer fracaso en Tebarrai, que ella tenía muy clavada y que no descansó hasta superar, a pesar de tener que viajar ya con toda la farmacopea que su enfermedad obligaba, y de que Jack, con su gran, pero delicado corazón, ya no debía acarrear toda la impedimenta que siempre compartían (en una proporción de peso de 80/20, les bromeaba yo siempre, a pesar de que el volumen y la apariencia externa de sus mochilas siempre eran cuidadosamente idénticos).

Recuerdo con especial cariño la semana que estuvieron con Eugenia y conmigo en nuestra casa de Aranjuez, con todas las excursiones que hicimos, sobre todo a mi querida Sierra de Guadarrama, que yo tenía especial empeño en que conocieran porque sabía que ambos la disfrutarían como nadie. Es ciertamente reconfortante, en momentos de pérdida como este, saber que has contribuido a proporcionar al ser querido ausente un retazo de felicidad, una experiencia sencilla, pero especial, que sin tu colaboración, difícilmente habría conocido.

Elvira ha sido una gran dama de los Pirineos, una difusora incansable de la lengua y la cultura española, una amante de la naturaleza y del medio ambiente, que llevaba su respeto y amor por el entorno hasta el más pequeño detalle. Esposa, madre y abuela dedicada, muy pendiente de los suyos. Y una amiga muy especial. Ponía en todo, todo el corazón y por eso sé que ha vivido plenamente.

Como me cuenta Jack en su carta, murió el 7 de julio en Dundee, rodeada de su familia. Según sus deseos, su cuerpo ha sido aceptado por la escuela de medicina de la Universidad de Sant Andrews. Una muestra más de su generosidad y filantropía.

Me duele Jack. Elvira está ya con todos los que quiere, los de allá y los de acá, disfrutando de todos con esa alegría que nunca perdía; repasando esos minuciosos cuadernos en los que apuntaba hasta la mas pequeña vivencia y sensación. Jack se ha quedado con un sillín vacío en ese tándem que pasearon por toda Europa. Pero estoy seguro de que Elvira sigue ahí, sentada con Jack, acompañándole en el pedaleo; leyéndole desde sus cuadernos; mirándole y animándole desde la mirada y la alegría de sus hijos y nietos. Y un día, cuando Dios quiera, los tres volveremos a caminar juntos, por esos montes, comentando lo vivido.

Siento no haber podido compartir más con ellos. El siempre pendiente viaje a Escocia, que tantas veces insistieron en que hiciéramos. Siento que no hayamos disfrutado juntos de más ocasiones en la montaña que otros compromisos me obligaron a posponer. Pero me siento absolutamente feliz y orgulloso de los intensos momentos compartidos, que siempre irán conmigo, hasta que volvamos a reunirnos por esas cumbres que sé positivamente que hay por encima de nuestras queridas montañas.

Quisiera decir mucho más, pero el nudo de mi garganta no me deja. Repasando en mi poemario de montaña he encontrado esta pequeña composición que escribí justo diez años antes de que Elvira hiciera su última ascensión. Una pequeña oración que hoy le cedo a Jack con todo mi cariño, para ayudarle a caminar.


Tic, toc
Subida al Coll de Les Cases, Andorra, día de San Fermín, 2007

Tic, toc, tic, toc,…
Como cada mañana, me acompaña la monótona letanía del rítmico golpeteo de mis bastones sobre el camino, endurecido por el sudor y los pasos de los que me precedieron.

Tic, toc, tic, toc,…Padre Nuestro,
Como cada mañana, rezo, converso con el Hombre que siempre va conmigo…

Tic, toc, tic, toc,…quita el dolor del mundo,

Tic, toc, tic, toc,…y ayúdanos a caminar,

Tic, toc, tic, toc,…pero, hágase tu voluntad, y que siempre la aceptemos, aunque no siempre entendamos tus divino calcular.

Tic, toc, tic, toc,…ayuda a mis hijos a encontrar su sitio en la vida; los compañeros de viaje con los que se complementen y sean felices; y los trabajos en los que se sientan útiles y a gusto,

Tic, toc, tic, toc,…gracias por todo, pero, sobre todo, por esta mujer. Ayúdanos a querernos siempre, allá dónde estemos,


y gracias, también, por tanto que me das; por el rosal de montaña, las cerezas de Cardós y esta piedra, a la sombra, donde descanso, mientras escribo esta pequeña oración, al recordado compás de mis queridos bastones. 

martes, 11 de julio de 2017

La propagación de la marcha nórdica

Hace mucho tiempo que me dí cuenta de que la marcha nórdica, como todas las cosas buenas de este mundo, se propaga por "evangelismo".  Me explico:  una persona que cree en ella, la practica y la predica, va sembrando semillas que, como dice la parábola del sembrador en el evangelio de San Marcos, parte cayó junto al camino; y vinieron las aves y la comieron. Parte cayó en pedregales, donde no había mucha tierra; y brotó pronto, porque no tenía profundidad de tierra; pero salido el sol, se quemó; y porque no tenía raíz, se secó. Y parte cayó entre espinos; y los espinos crecieron, y la ahogaron. Pero parte cayó en buena tierra, y dio fruto, cuál a ciento, cuál a sesenta, y cuál a treinta por uno. El que tiene oídos para oír, oiga. 

El evangelismo es contagioso.  Cuando mi prédica de un curso de iniciación cae en "buena tierra", el neófito acaba convirtiéndose en un nuevo evangelista (¿recordáis? cree, practica y predica), entrando a formar parte de esta pirámide positiva que lleva la bendición de este deporte a un número cada vez mayor de beneficiarios.

Bueno, pues esto es lo que ha pasado en el Real Club de Regatas de Cartagena, a dónde una de mis alumnas, buena evangelista, me pidió que fuese a dar una charla el pasado mes de enero.  Luego vinieron muchos más a hacer el curso y, poco a poco, se ha ido formando un grupo que ha llevado a la directiva del RCRC a programar una serie de salidas durante estos meses estivales de tan baja actividad, lo cual es muy de agradecer.  En la foto de la izquierda os lo copio, por si alguien se anima a seguirles en alguna de las salidas, todas urbanas y sencillas, huyendo de las horas centrales del día.

Todos los que habéis asistido a mis cursos sabéis que no soy muy partidario de organizar quedadas, y no porque piense que no son buenas ¡todo lo contrario!  Pero procuro evitar que haya una dependencia entre el practicante de este deporte y el instructor que lo formó, más allá del seguimiento y consejo, para el que siempre estoy a vuestra disposición.  La experiencia me ha demostrado que el crear un vínculo demasiado palpable hace que cuando no está disponible el "activador" del grupo, la gente no salga.  Puede que a otros les haya ido mejor esta experiencia, pero a mí me ha ido fatal.  Pero entiendo el valor impulsor de las quedadas y me alegra enormemente, aplaudo y apoyo, hasta dónde puedo, estas iniciativas que van surgiendo con el fomento de la práctica de este deporte... así que mañana estaré allí, a la hora indicada, con mi música, para acompañarles y animarles.

Y los que no vayáis, no dejéis de sacar los bastones del paragüero... tempranito, o a última hora, que hace mucho calor. 


 

lunes, 3 de julio de 2017

LA ALTURA DE LOS BASTONES DE MARCHA NÓRDICA

De tiempo en tiempo, resurge la polémica sobre la altura de los bastones de marcha nórdica en alguno de los numerosos foros de nuestras redes sociales. En el último dónde vi esta diatriba, alguien la asimiló a las famosas discusiones sobre el sexo de los ángeles, y a fe mía que no le falta razón. Podríamos discutir durante semanas, sin llegar a un acuerdo y, lo que es peor, posiblemente todos tendríamos razón, … o no.

Hablando por experiencia personal, a lo largo de mis 10 años con bastones, yo los he llevado de todas las medidas, y hoy, que creo que tengo las cosas de la marcha nórdica relativamente claras, sigo cambiando la longitud de los bastones, día a día.

En mis cursos de iniciación, siempre empezamos poniendo los bastones a la altura del ombligo, más que nada por dar una justificación a tan decorativo e inútil adorno ventral. Chanzas a parte (que por cierto, nunca están de más en un curso de 270 minutos macizos), creo que esta longitud es una buena referencia inicial para comenzar a utilizar los bastones. Una longitud más bien corta, como ésta, facilita el aprendizaje de la técnica, favoreciendo la amplitud de movimientos de una práctica de marcha nórdica cuyo objetivo sea utilizar el mayor número posible de articulaciones y músculos. En definitiva, mejorar o mantener la salud.

A lo largo de la sesión de iniciación, algunos alumnos manifiestan su sensación de llevar los bastones “demasiado largos”, o “cortos”, lo que siempre me viene al pelo para recordarles que la altura elegida no es más que una referencia inicial, que cada uno debe acoplar a su antropometría (dependerá mucho de su envergadura, longitud de piernas y movilidad pélvica) y a la finalidad que busque en cada sesión de marcha nórdica (básicamente, salud o velocidad). Así que continuamente les animo a que experimenten con pequeñas variaciones en la altura de los bastones, para que comprueben la diferencia y la conveniencia de utilizar unas u otras, en función de sus características y de los fines que en cada momento persigan.

Procuro siempre acabar mis clases con todos mis alumnos alargando los bastones 10 cm, para que todos experimenten las diferentes sensaciones que nos proporcionan las distintas alturas y, sobre todo, para reforzar la idea de que deben probar para poder tener elementos de juicio que les permitan quedarse con lo mejor para cada uno, y siempre en función que lo que quieran conseguir.

También les advierto que, con el perfeccionamiento de la técnica, los bastones se les irán “quedando cortos”. Unos bastones más bien cortos (altura del ombligo) facilitan la continuación de la acción sobre el bastón por detrás de la cadera, esa frontera entre una técnica básica y un nordimarchador que merezca tal nombre, nada fácil de alcanzar en los primeros meses de práctica. Sin embargo, cuando el esforzado y perfeccionista nordimarchador, a base de esfuerzo y constancia, consigue terminar su fase de empuje sobre el bastón con la mano bien por detrás de la cadera, con brazo y antebrazo en prolongación del bastón, es cuando debe plantearse la posibilidad de darle un par de centímetros más a sus bastones, … y vuelta a retomar su porfía por pasar de la cadera con esta nueva medida. Y así, sucesivamente.

Yo empecé con unos bastones de 100 cm, y creo que he llegado a mi límite con los que ahora uso, de 120 cm. Ha sido una pugna continua, centímetro a centímetro, en la que siempre he puesto como condición la de no dejar de disfrutar con mis bastones por este afán de perfeccionamiento técnico, cosa que también encarezco a mis alumnos. Y esto en mi práctica habitual, cotidiana, pues para las competiciones, en las que la velocidad (desgraciadamente) prima sobre la técnica, y es necesario obtener el máximo resultado de la ecuación amplitud – frecuencia, la longitud de mis bastones va de los 125 a los 130 cm.

Por toda esta experiencia y razones, desaconsejo a los nuevos practicantes de marcha nórdica la adquisición de bastones de longitud fija. Es más, les aconsejo que siempre usen bastones ajustables en longitud. Les permitirán en cada momento perseguir objetivos diferentes y adaptarlos a su progresión técnica y, en mi experiencia, no he notado la tan manida desventaja en cuanto a vibraciones sobre los bastones de un sólo tramo … si acaso, lo contrario.


Pero, tengan la longitud que tengan, no me los abandonéis en el paragüero, porfa.

domingo, 2 de julio de 2017

EL PARAGÜERO: PARAGUAS, BASTONES Y ACTIVIDAD FÍSICA

Hoy he acudido a mi paragüero por una razón diferente de la que me lleva a él todos los días. Hoy, por uno de esos caprichos de la meteorología, he tenido que devolver a su sitio un paraguas que ayer saqué para resguardarme de un extraño, pero siempre bienvenido, chaparrón que cayó sobre esta sedienta tierra mía. Y, me he parado un momento, mientras plegaba el paraguas, a observar el matrimonio de conveniencia entre paraguas y bastones y, como siempre, me he puesto a pensar… ¿será este el sitio adecuado para mis bastones? ¿Es esta coincidencia en el espacio una casualidad, o más bien una comunidad de destino?

La tranquilidad de esta mañana de domingo canicular me ha invitado a estas reflexiones y me ha traído hasta el ordenador, dónde ahora escribo este pequeño “castigo” para los que todavía tienen el valor y la paciencia de leer mi blog. Le he echado al paragüero la foto de la derecha, por responder a las “inquietudes” que algunos me habéis manifestado en nuestros encuentros con bastones por esos mundos de Dios. No deja de asombrarme la “fama” que esta humilde y, por lo común, descuidada pieza de obligado mobiliario, ha adquirido entre mis colegas nordimarchadores. Por eso creo de rigor, por respeto a ella y a vosotros, rendirle hoy este pequeño homenaje.

La proximidad de este mueble a la puerta de salida hacia nuestro “campo de entrenamiento”, la calle, podría ser causa primera y justificación suficiente para su elección como depósito temporal (¡no se os olvide!) de nuestros bastones de marcha nórdica. Pero yo creo que no es éste el único motivo, ni que sea casual este “hermanamiento” entre paraguas y bastones. De hecho, la definición de la RAE ya reza: “Mueble dispuesto para colocar los paraguas y los bastones”. Y no sólo porque ambos sirvan, en algún momento de nuestras vidas, de apoyo en nuestro caminar, que ya de por sí sería una coincidencia importante, sino porque, además, de la misma forma que los paraguas nos protegen de un fenómeno tan natural como la lluvia, los bastones nos protegen de otro no menos natural, como el paso de los años y sus efectos sobre nuestras capacidades y actividad física.

A lo largo de casi medio siglo, mi ejercicio físico cotidiano ha estado centrado en la carrera continua. A pesar de los muchos deportes que he practicado a lo largo de mi vida, correr ha sido el ejercicio de continuidad que me ha permitido mantenerme en unas condiciones aceptables. Hasta hace cinco años, lloviese o tronase, con frío o calor, de día o de noche, mis tres sesiones mínimas semanales de media hora o más corriendo han sido casi una religión que, por cierto, creo que ha rendido un excelente servicio a mi estado de salud actual.

Pero, ¡amigo! Los años pasan… las facultades físicas merman. La mente sigue teniendo veinte años; el corazón está entrenado y sigue yendo a por todas, pero nuestras articulaciones cumplen cada año uno más. Nos empeñamos en seguir compitiendo contra nosotros mismos, tanto en volumen como en intensidad, sin pensar que ese “uno mismo” contra el que competimos es el uno mismo de antaño, no el de ahora.

Si, en lugar de colgarnos pulsómetros, medidores de consumo de calorías y otra quincalla, nos preocupásemos un poquito más de conocer nuestro cuerpo, de prestar atención a las señales que continuamente nos manda (dolor, cansancio, sensaciones), y de no enmascararlas (vendajes compresivos, antiinflamatorios, analgésicos), posiblemente seríamos capaces de razonar y racionalizar nuestro ejercicio y las pruebas a las que en cada momento de nuestra existencia sometemos a nuestro maltratado cuerpo que, no lo olvidemos, es uno solo para toda la vida.

Cuando uno corre habitualmente, y más si corre por todo tipo de terrenos, uno tropieza, y a veces se cae. Esto es natural y le pasa a todos, creo yo. Pero hace cinco años, pasé de tropezar y caerme una vez cada dos años, a caerme corriendo cada dos meses. Y es que, al envejecimiento de las articulaciones, hay que añadir el de los reflejos. Y los tiempos de cicatrización y recuperación son cada vez más largos y complicados. Y si a esto le unimos la mayor incidencia de esguinces, tendinitis y otras lesiones típicas de corredores, podréis entender que yo decidiese buscar una alternativa a mi “deporte base”.

Gracias a Dios, yo llevaba ya en aquellos tiempos unos buenos cinco años practicando marcha nórdica, de manera que decidí dejar de correr y fiar toda mi preparación física a este maravilloso deporte. Y, ¡oh, maravilla de las maravillas! Mira por dónde, se acabaron las caídas… y los esguinces, y las tendinitis, y los dolores articulares,… Mi vida cambió para mejor, en un momento en el que todo el mundo te previene del empeoramiento natural que viene con los años. Y es que, cuando una puerta se cierra, siempre se abre otra; cumple estar atento a las señales que la vida nos envía y ser capaz de renunciar y adaptarnos a nuestras nuevas capacidades … para seguir disfrutando.

Y todo eso gracias a la protección de esos bastones que comparten espacio natural con esos otros elementos protectores de fenómenos naturales: los paraguas. Luego, parece que el sitio no está mal elegido, ¿verdad? Quizá deberíamos, simplemente, cambiarle el nombre, algo así como “depósito-temporal-de-elementos-protectores-contra-fenómenos-naturales”, o DTDEPCFN, … pero tanto el nombre como la sigla son complicados; paragüero es un nombre bonito, de castellanas resonancias, con esa elegante diéresis que inevitablemente acabará siendo víctima de la globalización. Un objeto que, simplemente, ha visto enriquecido su histórico oficio con el de acoger unos nuevos elementos, los bastones de marcha nórdica, que comparten con paraguas y bastones clásicos el noble fin de ayudarnos a protegernos contra fenómenos naturales o, más simplemente, a mejorar nuestras vidas.


Pero no olvidéis que el paragüero es un depósito temporal. Para que su contenido mejore nuestras vidas, hay que sacarlo a pasear, todos los días (me refiero a los bastones de marcha nórdica… los paraguas, sólo cuando sea necesario).