jueves, 27 de junio de 2019

Mindfulness y marcha nórdica



No me canso de repetir que el factor diferencial que hace a la marcha nórdica mejor que cualquier otro deporte es lo saludable que su práctica habitual resulta, y adjudico este inestimable valor a las que yo considero cuatro características principales de la marcha nórdica como deporte completo, equilibrado, adaptable y racional (Valor diferencial) Hoy toca hablar de esta última característica de la marcha nórdica: su racionalidad; nada de lo que hacemos en este deporte va contra lo que la razón nos aconseja al andar con unos bastones … o lo que es lo mismo, cualquiera de nosotros que piense lógicamente qué debe hacer para andar con unos bastones de la manera más eficiente, llegará seguramente a similares conclusiones.

Hace mucho, mucho tiempo, al poco de empezar a andar con bastones, descubrí casi por azar, que lo que yo estaba haciendo se llamaba “marcha nórdica”. Nadie me lo había explicado, pero yo solo, simplemente razonando, había llegado a eso. Unos años más tarde, también descubrí que la técnica que yo utilizaba con los bastones, y que ya llevaba tiempo enseñando, a la que yo había llegado igualmente razonando, se llamaba técnica ALFA (o FITTREK, u Original, que no hay ninguna diferencia entre ellas, más allá de qué objetivo me proponga al andar con bastones: salud, deporte, competición … y, por supuesto, de los matices que los vendedores de cada producto le quieran dar para diferenciarlo del resto).

Ahora, acabo de descubrir que el trabajo mental que yo hago todos los días, mientras realizo mi práctica diaria de marcha nórdica, se llama “mindfulness” (¡qué cosa!) y, de nuevo, la racionalidad de este deporte, me ha llevado a esto de forma totalmente natural y autodidacta.

Dicen los gurús de esta relattivamente nueva filosofía, que consiste en una especie de meditación en estado de relajación; un ser conscientes de lo que hacemos, por qué lo hacemos, cómo lo hacemos, estando también al tanto del entorno en el que nos encontramos, y dejando al margen todo tipo de estrés, con un objetivo general de mejorar nuestra calidad de vida. Es, dicho de otra manera, traer tu mente a lo que tu cuerpo está viviendo … o dicho en román paladín, tener plena conciencia de lo que haces y sientes en cada momento … tratando de aprovecharlo y disfrutarlo.

Si duda, esto es lo que trato yo de hacer cada día durante mi práctica de marcha nórdica: ser plenamente consciente de lo que estoy haciendo, de cómo mi pie se adapta y empuja el suelo que piso a cada paso, y cómo mi mano sujeta con fuerza el bastón que se va a clavar para, a continuación, prolongar el empuje sobre la dragonera, hasta más atrás de la cadera, y de cómo todos estos movimientos de pies y manos van continuamente coordinados, y fluyen con relajación y elasticidad, aprovechando y disfrutando cada paso.

Y al mismo tiempo, percibo a través de mis sentidos las irregularidades del terreno que piso, el tráfico de las carreteras que cruzo, los colores, los sonidos y los olores del entorno por el que me muevo, y el ritmo y la letra de las canciones que animan mi marcha.

Y repaso de vez en cuando mi postura, esa gran olvidada de nuestra sociedad sedentaria, que tantos problemas causa a nuestra columna.  Recuperando la postura erguida, propia de nuestra condición de primates evolucionados, trabajo el core (como dicen los postmodernos), dando tono a todos los músculos anteriores y posteriores del tronco, tan difíciles e ingratos de trabajar, que han de mantener mi columna en su posición correcta, y a mí, a salvo de dolores de difícil solución.

Y también, siempre, voy pendiente de las sensaciones que me transmite mi cuerpo, consciente en todo momento de mi respiración, controlando diafragma y abdominales, y de cualquier señal de dolor o cansancio. Y aquí tengo que diferir un poco de los gurús de esta nueva filosofía, que dicen que esta autoobservación, propiocepción, o cómo queramos llamarla, debe observar y no enjuiciar cómo hacemos las cosas. No es mi caso.

Si yo, por ejemplo percibo que empiezo a sentir una molestia en el pie izquierdo (recordad la progresividad en las lesiones de la marcha nórdica), debo ser consciente de ello y capaz de aplicar pequeños cambios correctores en mi marcha (vg.- cambiar de lado del camino, aumentar la carga sobre las otras tres extremidades, etc) para que esta molestia desaparezca. O, si observo que el empuje sobre uno de los bastones no se prolonga lo suficiente, trato de corregir sobre la marcha esta deficiencia. No se trata de aplicar grandes remedios para grandes males, que exigirían una planificación de sesiones específicas para solucionarlos, sino de corregir pequeñas deficiencias tan pronto como se detectan.

Y a todo esto, no dejo de tener presente la finalidad de mi práctica, que es doble: por un lado, hacer una marcha nórdica LSD (lúdica, sana y deportiva), que eleve, o al menos mantenga, mi calidad de vida actual; y por otro, promocionar la práctica de la marcha nórdica mediante el ejemplo práctico.  Si con ello consigo que alguien se interese por este deporte y mejore de esta forma su calidad de vida, habré conseguido hacer algo por los demás que, dicho sea de paso, es lo máximo a que aspiro en esta vida.

El método que yo sigo, y que parece ser recomendado por algunos de estos gurús, consiste en ir fijándonos sucesivamente en cosas concretas: el movimiento del pie, de un brazo, la respiración, la música, los colores, … Es cierto que llega un momento en el que percibes todo el conjunto, como si te vieras desde fuera, notando y siendo consciente de todo lo que haces y de lo que te rodea, y de por qué lo haces, y eso te produce una profunda sensación de relajación en la tranquilidad de que estás mejorando tu calidad de vida.

Bueno, pues resulta que yo llevo años haciendo todo esto, y ahora me entero que le han puesto un nombre. Ya os he dicho que no es la primera vez que me pasa. Y todo porque este deporte nuestro es tan racional que casi todo lo que hacemos es bueno o natural, siempre que tengamos la precaución de no colocarnos en situaciones estresantes, que difícilmente se pueden compaginar con una práctica sana y plenamente consciente de la marcha nórdica. Esa que tú y yo hacemos cada día cuando sacamos nuestros bastones del paragüero.



jueves, 20 de junio de 2019

Cómo afecta la marcha nórdica a tu cerebro


La mayoría de las reflexiones sobre diferentes aspectos de la marcha nórdica que posteriormente comparto con todos vosotros a través de las entradas de este blog empiezan a gestarse en mi mente durante mis diarias prácticas de este bendito deporte. Es como si esta actividad física pusiera en marcha no sólo más del 90% de los músculos y articulaciones de mi cuerpo, sino, además, las dos o tres neuronas que todavía deben quedar dónde una vez tuve un cerebro.

Así, dispuesto a confirmar que, efectivamente, la marcha nórdica, aparte de sus bien conocidos y aireados efectos benéficos sobre nuestro organismo físico, también los tiene, y muy importantes, sobre nuestra psique, y su soporte corporal, nuestro tejido neuronal, me lancé a internet en busca de opiniones al respecto. Tengo que decir que he quedado asombrado por el número de estudios, trabajos, artículos e hipótesis que he encontrado, tras una somera exploración de la red, acerca de la relación entre la preparación física y la salud mental, provenientes de expertos y universidades de todo el mundo.

De entre todos esto trabajos, os traigo aquí un resumen del publicado por Brock Armstrong, en la página Quick and Dirty Tips, titulado Cómo afecta el ejercicio a tu cerebro (https://www.quickanddirtytips.com/health-fitness/exercise/how-exercise-affects-your-brain). El autor se refiere en líneas generales al ejercicio aeróbico, es decir, al que se realiza sin deuda de oxígeno, fuera de competiciones y situaciones estresantes, del que nuestra marcha nórdica, sigue siendo, mientras no se demuestre lo contrario, el más completo, equilibrado, racional y adaptable representante.

El autor señala que el ejercicio afecta al cerebro en muchas formas: aumenta las pulsaciones por minuto, llevándole más oxígeno, ayuda a liberar hormonas que mejoran el crecimiento de células cerebrales, estimula la formación de nuevas conexiones interneuronales, tal como demuestra un estudio de la Universidad de Los Ángeles, produce efectos antidepresivos, mejora el aprendizaje y la memoria, … El trabajo citado recorre las nueve áreas siguientes en las que el ejercicio tiene un efecto beneficioso sobre el cerebro:

  1. El ejercicio aumenta la memoria. El hipocaampo, que es el centro de aprendizaje y memoria de nuestro cerebro, responde extraordinariamente al ejercicio aeróbico.
  2. El ejercicio aumenta la concentración. Estudios en Holanda y EEUU muestran un mayor rendimiento de los estudiantes cuando se combina el aprendizaje con el ejercicio.
  3. El ejercicio mejora la salud mental. El denominado “subidón del corredor” es una realidad, probada en experimentos de laboratorio, que muestra una situación placentera y analgésica. En el otro extremo, los fundamentos científicos del “relax del yogui” también han sido constatados. Otro estudio ha establecido que el ejercicio es tan eficaz contra el estrés y la depresión como los tratamientos psicológicos o con fármacos.
  4. El ejercicio incrementa la creatividad. Esto es lo que dio pie a mi búsqueda de fuentes, pero veo que no he sido el único que cree que andar ayuda a pensar. El siguiente estudio muestra cómo el caminar mejora el pensamiento creativo, aunque disiento del autor en que creo que también ayuda a encontrar respuestas correctas normales, que no implican creatividad.
  5. El ejercicio ralentiza el deterioro cognitivo. 30-45’ de marcha nórdica (esto es una licencia que me permito), tres veces por semana, pueden ayudar a retrasar la aparición de la demencia. Aunque el levantamiento de peso y el baile también parecen ser alternativas, yo me quedo con la primera.
  6. El ejercicio mejora la circulación. Al aumentar las pulsaciones, la sangre lleva más oxígeno y glucosa al cerebro, estimulando la sinapsis entre sus neuronas y preservando las relaciones cerebro-musculares.
  7. El ejercicio facilita el aprendizaje y la memoria. Aunque todavía no se sabe muy bien cómo funciona, pero es probable que la mayor oxigenación y nutrición del cerebro sean los factores principales.
  8. El ejercicio crea más células cerebrales. Hasta finales del siglo pasado se creía que tras el nacimiento no aparecían nuevas neuronas, pero un estudio del Salk Institute demostró que un cerebro adulto es capaz de producir nuevas células (neurogénesis). De nuevo, no se sabe muy bien cómo, pero la teoría es que el ejercicio físico estimula la producción de una proteína (Noggin) que inicia la producción de la neurogénesis y de células madre.
  9. El ejercicio previene la enfermedad. Según el Instituto Nacional de Salud, permanecer físicamente activo ayuda a retrasar o prevenir el declive de las funciones cognitivas asociado con la edad. Los individuos sedentarios tienen el doble de probabilidades de desarrollar enfermedades tales como el Alzheimer.

Finalmente, el autor menciona un artículo publicado por la CNN en el 2017, titulado Tres formas en las que el ejercicio beneficia a tu cerebro:

  • Aumenta tu “estado de forma” mental. Hay unos 86.000 millones de neuronas en tu cabeza, diseñadas para dar órdenes al resto de tu cuerpo, con la ayuda de mensajeros químicos (neurotransmisores que regulan todo lo que pasa en él. Está demostrado que la falta de dos de ellos, el glutamato y la GABA, a menudo lleva a la depresión, pero un estudio del Diario de Neurociencia demuestra que el ejercicio moderado puede aumentar sus niveles.
  • Elimina el estrés para siempre. Cuando estás estresado, tu cerebro produce cortisol, la hormona del estrés que, cuando no estás ante un peligro real, puede ser tan problemática como una cardiopatía, una diabetes o la hipertensión. El ejercicio es una forma de estrés controlado que agudiza la respuesta de tu cerebro ante situaciones de estrés reales, y la inhibe ante las que no lo son.
  • Envejece con gracia. Según un estudio de la Universidad de Illinois, en 2006, mostró un aumento del volumen cerebral en los indivíduos que hacían ejercicio aeróbico de forma regular.

La guinda del pastel, es que el hipocampo, asociado con la memoria y el aprendizaje, que normalmente disminuye con la edad, es mayor en gente que se mueve. No es probable que esto te haga más listo, pero puede que te ayude a recordar lo que es importante. Si has visto a un ser querido mayor empezar a olvidar cada vez más cosas de su vida anterior y de su familia, sabrás que ésta es una excelente razón para ponerte en forma – desde ya!

Los investigadores están todavía estudiando cómo funciona todo esto, pero la clave parece estar en el mayor riego sanguíneo del cerebro, el aumento de hormonas de crecimiento y la expansión masiva de la red capilar cerebral.

Desde 1999 los neurocientíficos saben que el factor neurotrófico derivado del cerebro (BDNF) se libera durante el ejercicio aeróbico y estimula la neurogénesis (crecimiento de nuevas neuronas), pero últimamente los investigadores se han centrado en una hormona activada por el jercicio, llamada Irisin. En el 2012 descubrieron que esta hormona es capaz de ayudar a mantener un peso corporal saludable, mejorar las capacidades cognitivas, y ralentizar el envejecimiento, de manera que si te preocupan estos temas, ponla en tu diccionario.

Espero que hayas disfrutado con la lectura (el original, en inglés, está también grabado en audio), y perdona por no traducir los enlaces a artículos referenciados y explicaciones, algunos añadidos por mí. De todas formas, el corolario de todo esto es que lo que hacemos es bueno y hay que seguir haciéndolo. O sea, que saca tus bastones del paragüero y dales caña, cada día.

lunes, 17 de junio de 2019

LA ENTRADA DE TALÓN EN LA MARCHA NÓRDICA


Durante mis cursos de iniciación a la marcha nórdica pasamos un buen rato reflexionando sobre lo que hacemos al andar, que es sobre lo que se construye toda la técnica cuando, más tarde, cogemos los bastones. De los cuatro tiempos en los que podemos dividir cada paso (impulso, oscilación de la pierna retrasada, impacto del talón, carga-equilibrio), observamos que solamente el primero es un tiempo “eficiente” en cuanto al fin que nos marcamos al andar: avanzar al frente. Hoy nos proponemos aquí analizar la fase de impacto de talón, ya que ésta no sólo no es eficiente, sino que parece oponerse al fin descrito, tal como se ve en la figura de la izquierda.

Dice el reglamento de competición de marcha nórdica de la FEDME “5.6 - El pie de avance debe contactar primero el suelo con el talón.” Efectivamente, en una entrada de hace un par de meses, mueve-tus-caderas en la que analizábamos someramente la biomecánica de la marcha, decíamos que en “La tercera fase (de impacto del talón), el miembro inferior oscilante toca el suelo por medio del talón, recibiendo parte del peso del cuerpo. Durante esta fase el miembro inferior ha de medir, frenar y regular la progresión hacia delante. Tras el primer contacto, se observa una flexión plantar rápida (llevada a cabo por el músculo tríceps sural), que toma control de frenado y sitúa toda la planta en contacto con el suelo. En la rodilla, que en el momento del impacto se encuentra prácticamente en extensión completa, se produce una ligera flexión amortiguadora.”

Parece, pues, que esta acción “contraria” a nuestro avance, convenga reducirla al máximo, pasando lo antes posible al contacto de toda la planta del pie con el suelo, y aquí es dónde nos encontramos a veces con una interpretación “sui-generis” por parte de algunos árbitros, que quieren ver una clara flexión dorsal del pie, en una estresante contracción de tibiales anteriores, que suele desembocar en sobrecargas de dichos músculos y tendinitis en sus inserciones, al tiempo que, como hemos visto, alarga innecesaria y antinaturalmente, un momento indeseable de frenado de la marcha.

En el artículo siguiente al citado anteriormente, el reglamento de la FEDME dice “5.7 - No está permitido bajar el centro de gravedad del cuerpo flexionando ambas piernas.” Interpretado al pie de la letra, esto supondría andar manteniendo en todo momento las dos piernas hiperextendidas, lo que nos llevaría a una desplazamiento totalmente anormal, que no creo que sea lo que los desafortunados redactores tenían en mente.

Más bien, el reglamento debería decir algo parecido al francés (que tampoco es un dechado de perfección), que previene contra el lanzamiento de la rodilla por delante del talón (se entiende que “en el momento de la toma de contacto del talón con el suelo”).

El empeño de no flexionar las rodillas demasiado proviene de la marcha atlética, dónde una de las dos faltas descalificantes (la otra es correr) consiste en no tener la pierna de apoyo hiperextendida al pasar el centro de gravedad del marchador sobre ella. Y todo ello se deriva de la necesidad de mantener una marcha natural, huyendo de la flexión excesiva de las piernas al andar, lo que los franceses llaman “paso deslizante” y yo llamo “paso Groucho Marx”.

Este paso, al minimizar, o incluso anular la entrada de talón, resulta en una marcha mucho más eficiente y rápida, aunque se necesitan unos cuádriceps extraordinarios, como los de Bernabé Rodriguez, que ANDABA 10km en poco más de 40’. En la imagen de video la izquierda, tomada durante una competición en 2016, podemos apreciar la diferencia entre la pierna de carga bloqueada del marchador naranja, y la suya, muy flexionada. Los dos competidores, por cierto, tienen ambos bastones en el aire, una violación muy frecuente, pero muy difícil de apreciar a simple vista, típica de marchadores con gran potencia del tren inferior y poca técnica de marcha nórdica. Para detectarla, normalmente se necesita un video de alta calidad y pasarlo imagen a imagen.

Bernabé, un extraordinario atleta que llegó a ostentar una decena de records mundiales, fue cruelmente tratado por cometer el error de creer que lo que hacía era marcha nórdica, cuando apenas utilizaba los bastones. Toda su potencia al ANDAR estaba en sus portentosas piernas. Obsérvese que digo ANDAR, con mayúsculas, porque doy fe de que he examinado horas de vídeo de este atleta sin conseguir verle en una sola toma los dos pies en el aire. En la imagen de la derecha volvemos a ver a los dos competidores anteriores, y podemos apreciar la diferente flexión de sus piernas de carga, y la diferente posición de sus centros de gravedad. También aquí los dos tienen los bastones en el aire.

De todo esto podemos sacar dos conclusiones:

  1. Los que practicamos marcha nórdica no debemos hacer un esfuerzo extraordinario por mantener el metatarso elevado cuando entramos de talón. Cuanto antes se abata el pie sobre el suelo, menos resistencia experimentaremos al avance.
  2. Los responsables de la FEDME deberían revisar el reglamento de competiciones de marcha nórdica y aclarar los puntos tratado anteriormente, dando una referencia clara a los árbitros (por ejemplo, que en el momento de la toma de contacto del pie con el suelo, la vertical de la rodilla no puede estar por delante de la vertical del talón).

Y mientras tanto, tu y yo a sacar los bastones del paragüero, todos los días, para hacer una marcha nórdica lúdica, sana y deportiva (LSD).

viernes, 7 de junio de 2019

Utilización activa de los bastones


Mi padre me dejó (con la mejor de sus intenciones, ¡Dios lo bendiga!), entre otras muchas, una tara que me ha perseguido toda la vida: sólo hay dos formas de hacer las cosas, bien o bien. Desde mi incapacidad para cambiar, la experiencia me ha demostrado que esto no es cierto; las cosas se pueden hacer bien, regular, “faena de aliño” o mal. El reglamento de marcha nórdica de la FEDME, para mí, está entre “faena de aliño” y mal, y los que leéis mis reflexiones nórdicas (¡Dios os bendiga a vosotros también, por vuestra benevolencia y paciencia!) sabéis de sobra las muchas razones por las que pienso así, y que no toca hoy repetir; si alguien tiene curiosidad, solo tiene que darse “una vuelta” por las entradas de este blog.

Pero me guste o no, el reglamento es la única referencia oficial que tienen los árbitros para intentar que lo que se ve en cualquier competición, se parezca lo más posible a lo que entendemos por marcha nórdica y, en cualquier caso, de la aplicación justa y generalizada de dicho reglamento, se sigue la satisfacción y continuidad de los que, desoyendo mis repetidas llamadas a la sensatez, se internan, con una edad, en el peligroso y tortuoso mundo de la competición en este deporte.

En cualquier caso, en la definición de marcha nórdica de dicho reglamento, se establece el requisito de utilizar activamente los bastones en pos de la optimización del esfuerzo físico realizado. Sin embargo, vengo observando, cuando llegan a mis manos imágenes de competiciones, y tengo el tiempo y el humor para estudiarlas con espíritu crítico (siempre constructivo), una extraña propensión a tirar de los codos hacia arriba, algo que, a simple vista resta indudablemente eficacia al uso activo de los bastones, ya que quién así procede, no empuja sobre el eje longitudinal del bastón, lo que a la postre se debería traducir en apoyo, equilibrio (componente vertical) y, sobre todo, ya que estamos compitiendo, impulso (componente horizontal).

Ya en marzo pasado, en la entrada del enlace siguiente las-competiciones-no-hacen-la-marcha-nórdica, denunciaba este asunto e incluía unas imágenes que lo ilustraban. Hoy, vista la mayor incidencia de este “postureo” en las competiciones, ante el que los árbitros parecen no reaccionar, me propongo añadir nuevas ilustraciones, con comentarios explicativos que pueden ayudar a la identificación de la infracción que, desde mi punto de vista, daña en gran medida la correcta aplicación de la técnica y, en definitiva, la marcha nórdica.

En la secuencia de la izquierda, en la primera imagen se puede observar como el competidor apoya el bastón derecho poco inclinado y a la altura del talón del pie contrario. Lo primero es un indicador claro de que no piensa impulsarse sobre el bastón ya que si esa fuese su intención, buscaría mayor inclinación para conseguir una componente horizontal mayor en la consiguiente descomposición de fuerzas. Lo segundo es una violación del punto 5.3 del reglamento, que especifica que “el bastón debe clavarse en el espacio comprendido entre los dos pies” (aunque esta sea una de las malas definiciones que le achaco). En la segunda imagen se observa cómo el codo de la mano que sujeta el bastón derecho se eleva en un movimiento de oscilación del brazo (flecha amarilla) que poco o nada puede influir en la fuerza ejercida sobre el eje longitudinal del bastón. El competidor trata de pasar la mano por detrás de la cadera (punto 5.4 del reglamento), sin rebasar nunca la vertical del codo, y sin utilizar activamente el bastón. La mano derecha (flecha roja) se mantiene en todo momento por encima de la cadera (línea de puntos), excepto en la tercera imagen, que ya corresponde a la fase de recuperación.

En la siguiente secuencia, de la misma competición, se observa idéntica dinámca en otro competidor: clava el bastón poco inclinado y cercano al talón, seguido de una elevación continua del codo, en poca o nula acción sobre el bastón, manteniendo la mano siempre por encima de la cadera. Para mí resulta evidente que no está utilizando el bastón de forma activa, aunque trata de hacer creer a los árbitros que no es así, llevando la mano inútilmente atrás, hasta sobrepasar la cadera, pero sin rebasar en ningún momento la vertical del codo.

Las competidoras no parecen ajenas a esta desafortunada tendencia. En la secuencia de la izquierda se observa de nuevo la clavada demasiado adelantada del bastón, muy poco inclinado (¿para qué molestarnos si no lo vamos a usar?), y un esfuerzo inútil por rebasar la cadera con la mano a base de elevar el codo hasta una altura increíble. La mano permanece siempre por encima de la cadera, excepto en la imagen 4, que corresponde ya a la fase de recuperación del bastón. De nuevo, “postureo” de cara a árbitros poco expertos que se encuentran con la difícil labor de tener que apoyarse en un reglamento bastante defectuoso.

En las pocas imágenes que tengo de esta competición, dispongo de abundante evidencia de que no se trata de casos aislados, desgraciadamente, entre quienes hacen podio, lo cual resulta desalentador para los que hacen una técnica correcta de marcha nórdica, como el que aparece en la secuencia de la izquierda. La diferencia es más que obvia: apoya el bastón correctamente, suficientemente inclinado para poderse impulsar sobre él (uso activo – componente horizontal de la descomposición de fuerzas citada), con la mano siempre por debajo de la línea de las caderas, y el codo siguiendo una línea ligeramente ascendente, con la mano que rebasa la cadera, más allá de la vertical del codo. Ignoro si este nordicompetidor logró hacer podio, pero está claro que hizo marcha nórdica.

Como consecuencia de todo esto (vamos a la parte constructiva de la crítica), mi consejo para los árbitros es que se fijen y sancionen el apoyo de los bastones fuera de la zona permitida por el reglamento, ya que esto es todo lo que por ahora pueden hacer, y para los responsables de la FEDME, que incluyan en el reglamento la obligación de mantener las manos por debajo de la horizontal de las caderas y de que el codo no rebase la vertical de las caderas antes que la mano del mismo lado.

El uso activo de los bastones no se podrá comprobar de forma segura hasta que se dote a los bastones de competición de un potenciómetro que indique a los árbitros, de alguna manera, que la fuerza ejercida a lo largo de su eje longitudinal no supera el mínimo que se establezca. Esto no es ciencia ficción; se hace en otros deportes, como la esgrima. Ni me parece que pueda ser muy costoso su desarrollo y comercialización. Seguro que la FEDME tiene medios para esto (el interés, se le supone). Mientras tanto, no dejemos a los árbitros incapacitados por un reglamento defectuoso, a los competidores indefensos ante el postureo de aprovechados, y a la marcha nórdica dañada por una competición que produce lesiones entre una mayoría de competidores mayores y da falsas imágenes de una técnica que en nada se parece a la que debería ser … a la que tú y yo hacemos cuando sacamos nuestros bastones del paragüero, cada día.