viernes, 29 de marzo de 2019

EL LENTO DESARROLLO DE LAS LESIONES EN LA MARCHA NÓRDICA


En una entrada reciente de este blog, a principios de este mes, concretaba yo el valor diferencial de la marcha nórdica, con respecto a los demás deportes, en lo completa, equilibrada, adaptable y racional que resulta esta práctica deportiva, lo que hace que sea, probablemente, la actividad física conocida más saludable.

En otras ocasiones he advertido sobre el hecho de que cualquier actividad, por muy saludable que sea, no está exenta de accidentes y errores, más o menos conscientes, que puedan producir lesiones en nuestro organismo, lesiones que, dada la media de edad de los practicantes de la marcha nórdica, son cada vez más difíciles de recuperar, una vez producidas.

Sin embargo, también aquí nuestro deporte tiene una ventaja sobre la mayoría de las actividades físicas más practicadas: el lento desarrollo de sus lesiones, un asunto sobre el que creo que merece la pena reflexionar unos minutos puesto que esa misma lentitud es una maravillosa oportunidad para evitarlas.

Y para ello, tenemos que partir de la necesaria atención que debemos prestar a las señales de peligro que nos manda nuestro organismo cuando cometemos excesos físicos: el agotamiento y el dolor. El primero nos indica que estamos rebasando nuestra preparación física en el volumen o en la intensidad del esfuerzo realizado, y que hemos de dar un pasito atrás en alguno de estos dos aspectos para no dañarnos. En cuanto al dolor, nuestra estrella de hoy, es un indicador de que estamos haciendo algo técnicamente mal ejecutado, con un material no adecuado o excediendo la preparación física actual de un determinado grupo muscular o articulación.

Yo distingo tres niveles en la percepción que tenemos de nuestro propio organismo. El primero se produce al “notar” por primera vez una parte de nuestro cuerpo, a pesar de que siempre haya estado ahí; es lo que nos ocurre cuando vamos a un gimnasio, o cuando empezamos a hacer marcha nórdica, y nos “enteramos” de que tenemos codos, triceps o deltoides. El segundo nivel es cuando empezamos a percibir una “molestia” en algún grupo muscular o articulación; todavía no es dolor, propiamente dicho, pero es una advertencia de que algo va mal y un aviso de que si no tomamos medidas, si seguimos seguimos haciendo lo mismo, en las mismas condiciones, nos acabará doliendo. El tercer nivel es el del “dolor”, el daño ya producido, que va a exigir un parón en nuestra actividad física, un tratamiento recuperador y un retroceso en nuestra forma física, todo ello más costoso en términos de tiempo y consecuencias a medida que vamos cumpliendo años.

La “violencia” del ejercicio realizado en la practica de muchos deportes, sobre todo en las competiciones, hace que no seamos conscientes de que es está produciendo una lesión hasta que ésta ya ha sucedido. Sin embargo, la marcha nórdica no competitiva nos permite un lento tránsito por el segundo nivel del párrafo anterior, en el que vamos percibiendo el progresivo incremento de la molestia que, de ser ignorado, degenerará en el indeseable dolor y en la lesión de difícil y costosa recuperación, y esto suponiendo que demos con remedios y “remediadores” eficaces, lo que también suele ser un problema. Así, vamos a intentar ver qué podemos hacer durante esa “segunda oportunidad” que nos proporciona la marcha nórdica, durante esa lenta progresión de la molestia, para ver de evitar la lesión.

Pero antes, para intentar evitar que aparezcan esas molestias es muy conveniente desarrollar hábitos saludables, que yo no perdono. Así, cada día dedico unos minutos a trabajar el torso (lo que los desconocedores de nuestra rica lengua llaman ahora el core – si tenéis dudas, mirad en internet), abdominales y dorsales, fundamentales para el buen soporte de la columna y la base de la que parten todos los movimientos del cuerpo. El calentamiento previo a la práctica de marcha nórdica y los estiramientos tras la misma, también deben formar parte de esa rutina diaria saludable que limitará la aparición de molestias.

En el mismo momento en que notamos las primeras molestias, podemos intentar atajarlas. Muchas veces, con sólo cambiar la forma en que estamos utilizando el miembro en el que notamos el problema, puede ser suficiente para acabar con él. Intensificar el esfuerzo realizado con los tres miembros no afectados, cambiar de lado del camino para modificar la pisada, variar ligeramente la sujeción de la mano al bastón (otra ventaja de utilizar bastones de senderismo con fiadores de cinta en lugar de los típicos de marcha nórdica) pueden ser soluciones inmediatas a los primeros síntomas de molestia.

Pero si hemos completado nuestra práctica deportiva y la molestia persiste, tendremos que tomar algunas de las siguientes medidas para evitar que llegue a convertirse en una lesión:

Durante el calentamiento previo a la práctica tendremos que dedicar más tiempo, ejercicios e intensidad a la articulación o grupo muscular afectado. En internet tenemos toda la información que necesitemos sobre anatomía y calentamientos específicos para cada parte del cuerpo … ¡bendito sea San Google!

Igualmente, durante la sesión de estiramientos, tras la práctica, dedicaremos más tiempo y ejercicios a la parte afectada. Los estiramientos, además de ayudaros a mantener la movilidad articular, tienen un efecto relajante y calmante sobre las articulaciones y grupos musculares que se trabajan.

Ese mismo efecto tienen los masajes. Ya durante la ducha o el baño, es interesante que el enjabonado se haga masajeando intensamente todas las articulaciones, pero muy especialmente aquellas en la que percibamos alguna molestia. El efecto relajante del agua caliente y/o fría también contribuye a limitar o eliminar las molestias ligeras. Un masaje con una crema antiinflamatoria suave (sin corticoides), tipo árnica, también ayuda bastante.

El problema suele ser a menudo consecuencia de un exceso de esfuerzo realizado sobre articulaciones, músculos y tendones demasiado débiles para ese nivel de exigencia. Es lo que se conoce normalmente como lesiones por estrés. Interesa, en todo caso, fortalecer la zona afectada mediante ejercicios específicos para cada caso que, como he dicho antes, no son difíciles de encontrar en internet.

Las articulaciones necesitan estabilidad para trabajar correctamente. Una zapatilla que sujete el pie suficientemente, por sí misma o gracias a plantillas o suplementos añadidos; un manguito o unas mallas de presión, que sujeten y den estabilidad a los codos o a las rodillas, pueden ser una gran ayuda para evitar que una molestia se convierta en una lesión.

A veces la causa de todo está en un material deportivo poco adecuado. Si la molestia persiste debemos probar a utilizar unas zapatillas, unas plantillas o unos bastones diferentes, para evitar que lo que nos iba mal siga perjudicándonos. Yo suelo tener en uso al menos dos tipos diferentes (marcas o modelos) de zapatillas y de bastones, que voy alternando en mis prácticas. Por mucho que nos guste un material determinado, por muy bien que nos hablen de él, por muy caro que sea, nunca podemos estar seguros de que no nos esté obligando a agarrar o pisar con un cierto “pequeño vicio” que, repetido miles de veces, un día tras otro, puede llegar a causar una lesión.

Es muy difícil diferenciar una molestia causada por nuestra actividad de otras que, desgraciadamente, son consecuencia de la edad o de problemas físicos propios de cada ser humano. Un dolor en el codo, por ejemplo, puede ser consecuencia de un exceso en mi exigencia física sobre esa articulación o, simplemente, el comienzo de una afección artrítica. Un reconocimiento médico adecuado nos puede ayudar a diferenciarlo. En cualquier caso, yo tengo una buena noticia: hasta ahora, sean por una causa o por otra, la práctica racional de la marcha nórdica y los consejos anteriores, me siguen manteniendo alejado de lesiones y dolores … y hasta que Dios quiera.

Espero que estos consejos os sean de utilidad. A mí me han servido y lo siguen haciendo. La marcha nórdica es un ejercicio saludable, apto para todos, si se practica con cabeza, lejos de competiciones, excesos y algaradas que nos distraigan de la mínima atención que tenemos que prestar a nuestra actividad. Las lesiones, cuando se producen en este deporte, no aparecen de repente, sino que, de alguna manera, avisan manifestándose inicialmente en forma de ligera molestia. Prestemos atención a esos avisos, para evitar daños mayores. Una buena técnica y suficiente concentración en lo que estamos haciendo son la clave para que podamos seguir practicando muchos años … disfrutando de nuestros bastones todos los días.

viernes, 22 de marzo de 2019

MARCHA NÓRDICA Y ESCLEROSIS MÚLTIPLE


Nordicartagena ha tenido dos lemas oficiales desde su concepción: Marcha Nórdica, Salud con Bastones, y Marcha Nórdica, Para Todos y Para Todo. Haciendo honor a estos títulos, y en mi interés por hacerme útil a los demás, he realizado diversos cursos de iniciación a la marcha nórdica para colectivos cuya deambulación viene afectada por razones de edad avanzada o alguna enfermedad incapacitante.

El uso apropiado de bastones, para estos grupos de población, supone un valor añadido sobre la utilización de los mismos por parte quienes no tienen problemas en sus desplazamientos, ya que puede suponer para aquellos una terapia recuperadora, posibilitadora o retardadora de la progresión de la incapacidad, y una importante ayuda o alternativa a la medicación permanente … en definitiva, un respiro, un rayo de luz, una nueva esperanza, para un colectivo muy necesitado de todo ello.

La marcha nórdica, en su modalidad menos “agresiva” de paseo nórdico, apta para todos, consiste en andar de forma natural y completa, ayudados por dos bastones utilizados con una técnica que nos permita sacarles el mejor partido.

La Esclerosis Múltiple es una enfermedad degenerativa y crónica del sistema nervioso deorigen autoinmune, que afecta al cerebro y la médula espinal. En ella, el sistema inmunológico ataca a la mielina, que es la sustancia que envuelve las fibras nerviosas o neuronas. La mielina se deteriora y presenta cicatrices, conocidas como esclerosis, y los impulsos nerviosos que circulan por las neuronas se ven entonces entorpecidos o directamente interrumpidos, con los consiguientes efectos negativos para el organismo que, dependiendo de la localización, la extensión, la gravedad y el número de las lesiones, son diferentes para cada persona, siendo los síntomas más habituales de tipo motor, sensorial, fatiga y dolor.



Estoy muy lejos de ser un experto en esta enfermedad, sin conocimientos médicos de ningún tipo y sólo con las nociones básicas de anatomía y motricidad de mi ya muy antigua formación como profesor de educación física, sólo mantenidas por mi afición y mi preocupación por este asunto. Lo que sigue, por tanto, no es más que fruto de mi experiencia en la enseñanza de la marcha nórdica y, más concretamente, de mi gratificante, aunque insatisfactorio (siempre me quedo con la sensación de que no les he ayudado lo suficiente) trabajo con afectados por estas alteraciones funcionales.

De la definición de paseo nórdico dada tres párrafos más arriba, nos surge una meta, la de andar de forma natural y completa, que no siempre está al alcance de estos alumnos, pero que debe ser el faro que alumbre todo nuestro esfuerzo. Lo que para una persona en pleno uso de sus facultades psicofísicas es un punto de partida para la práctica de la marcha nórdica, para una persona con esas facultades afectadas, se convierte en un preciado objetivo, accesible gracias a una racional utilización de los bastones mediante la técnica adecuada.

De la somera descripción de la enfermedad, se deduce la gran diferencia de capacidades de los asistentes a estos cursos, lo que obligará a una personalización de la enseñanza, nada fácil en una sesión colectiva, por lo que, más que a conseguir un determinado nivel, el esfuerzo del instructor debe dirigirse a buscar y mostrar pautas que permitan la progresión individual posterior, en función de las posibilidades y el esfuerzo de cada alumno, en pos de la meta final señalada en el párrafo anterior.

Así pues, suelo comenzar el curso con una demostración rápida del “andar de forma natural y completa”, diferenciando las cuatro fases del paso (lanzamiento-toma de contacto con el suelo, carga, equilibrio e impulso), para que puedan ver, posteriormente, cómo los bastones nos pueden ayudar en cada una de ellas.

De los tres efectos que suelo diferenciar en la utilización correcta de los bastones: soporte, equilibrio y propulsión, una persona que tenga disminuidas sus capacidades motoras o sensoriales, dependiendo del grado de afectación, dependerá normalmente más de los dos primeros (soporte y equilibrio), en tanto que un alumno sano o poco afectado buscará y valorará más los efectos de propulsión que proporciona al practicante una buena técnica de marcha nórdica.

En el caso que nos ocupa, lo perfecto es enemigo de lo bueno. Lo primero que debe percibir cada alumno es la utilidad de los bastones. Para algunos esa utilidad vendrá dada por la simple capacidad para mantenerse en pie (soporte). Para la mayoría, será la seguridad que proporciona el aumento la base de sustentación (equilibrio). Y para otros, los menos afectados, los bastones supondrán una invitación al incremento de su ejercicio diario al mejorar su propulsión, algo que en la práctica supone una mayor producción de endorfinas, esa droga que generamos con el ejercicio y que puede suplementar, o incluso, sustituir, la utilización de fármacos que, casi siempre, tienen efectos colaterales no deseados.

Por tanto, tras una demostración de cómo los bastones, utilizados correctamente, tanto en la técnica diagonal como en la de doble bastón, ayudan en cada fase del paso, en nuestro objetivo de andar de forma natural y completa, el resto de la sesión de iniciación será una personalización de la técnica para adecuar el uso de los bastones a cada necesidad, siempre manteniendo ese objetivo como meta.

En esta adecuación práctica para cada alumno, la cooperación de los más capacitados es fundamental: ellos, como afectados, conocen de primera mano las necesidades y problemas de los demás y, estando más cerca del objetivo final, suelen ser capaces de aconsejar y animar a los que más lo necesitan. Por otro lado, la normal integración de todos ellos en un colectivo de afectados es un seguro de continuidad en el tiempo de esta ayuda para progresión de los alumnos tras el curso.

La explicación de los beneficios psico-físicos de la marcha nórdica a lo largo de la sesión, aunque parezcan lejanos para las posibilidades de algunos de los alumnos, es también un buen acicate para animar a la constancia a los más afectados, así como para motivar a amigos o familiares, que son muy bienvenidos al curso, a la práctica conjunta con ellos, en un objetivo común de mejora de la salud.

Pero la principal labor del instructor debe ser la de proporcionar a cada alumno, amigos y familiares, durante la práctica individual, los consejos y las pautas que han de permitirles progresar en la dirección apuntada, subrayando la utilidad y la necesidad de la perseverancia en su esfuerzo físico y en su concentración para alcanzar sus objetivos.

La marcha nórdica nos ofrece unas posibilidades extraordinarias de mejorar nuestra forma física y nuestra salud, sean cuales sean nuestras condiciones de partida. Pero la marcha nórdica es práctica. La teoría, el conocimiento de la técnica, las enseñanzas de un buen instructor, los efectos de los bastones, no son más de elementos potencialmente positivos, que sólo se materializan con nuestro esfuerzo diario por practicar, por intentarlo, una y otra vez. Toda la ayuda del mundo es inútil si no nos arremangamos y nos ponemos a trabajar, o como yo suelo decir, si no sacamos los bastones del paragüero todos los días.

Espero que estas palabras sirvan de ánimo y ayuda a afectados de esta y otras enfermedades con efectos similares, así como a instructores de marcha nórdica que no se hayan atrevido todavía a incursionar en este campo. La marcha nórdica es una herramienta increíble para ayudar a los demás, adecuándola a las necesidades de cada uno, y utilizándola de forma racional. El instructor no es más que un elemento posibilitador, que enseña y ayuda. El alumno es el que sabe lo que necesita y hasta dónde puede y quiere llegar.


jueves, 7 de marzo de 2019

Las competiciones no hacen la marcha nórdica


A cualquier practicante de marcha nórdica se le plantea un verdadero problema hoy en día con la cantidad de competiciones que últimamente proliferan como hongos.  Parece como si estuviéramos obligados a correr desquiciados de una competición a otra, y a veces podemos llegar a tener la sensación de que si no competimos, no estamos haciendo marcha nórdica.  Mi entrada de hoy es una reflexión sobre este asunto que, como siempre, espero que ayude a algunos, y que fije las ideas en contra de otros.  Al fin y al cabo, esto no refleja más que mi punto de vista, que no debe coincidir con el de muchos otros, a la vista de lo visto.

Cuando, hace ya siete años, hice mi primer curso de instructor de marcha nórdica, recuerdo que me llamó fuertemente la atención el hecho de que mi formador, Bernd Goldschmidt, dijera que este “nuevo concepto de movimiento”, como él la llamaba, era una actividad no competitiva.

Yo llevaba por aquel entonces otros siete años utilizando asiduamente los bastones para mis deplazamientos por el monte, y un par de años usándolos para mi práctica autodidacta de la marcha nórdica, como deporte cotidiano.

La afirmación taxativa de mis mentores de la FENWA me pareció entonces un tanto exagerada. ¿Por qué había de ser la marcha nórdica una actividad no competitiva, cuando algo tan parecido a ella como la marcha atlética llevaba casi un siglo de competiciones? ¿Qué era tan diferente en esta nueva actividad para llevar aparejada semejante afirmación?

Ya hacía tiempo que yo había descubierto el valor diferencial de este deporte, porque deporte es este “nuevo concepto de movimiento”, se compita o no, como actividad física al aire libre, divertida, “cuya práctica supone entrenamiento y sujeción a normas”, tal como dice la Real Academia Española de la Lengua. Y es que lo que nos aporta este deporte, haciéndolo único y diferente, por tanto, de todos los demás es que es:

  • Completo – ejercitando la práctica totalidad de músculos y articulaciones de nuestro cuerpo
  • Equilibrado – trabajando por igual todas las extremidades y todos los segmentos de cada una de ellas
  • Adaptable – a cualquier estado de forma y edad del practicante
  • Racional – sólo se precisa sentido común y capacidad de observación para su práctica correcta y segura.

Y todo ello hace que la marcha nórdica sea esencialmente SALUDABLE, y esta es la síntesis de su valor diferencial.

Alguien podría aducir que todos los deportes son saludables, y no seré yo quién diga que, practicados con cabeza, no lo sean. Sin embargo, y sin entrar en interminables discusiones de detalles, reto a quién así piense a comparar la marcha nórdica con cualquier otro deporte a la luz de los cuatro puntos anteriores. Pero es que nuestro deporte tiene además una cualidad añadida: FACILIDAD DE PRÁCTICA. En cualquier momento del día, en cualquier época del año, en cualquier entorno, sin necesidad de instalaciones especiales, y con una inversión mínima (no hay por qué gastarse más de 20 o 30 € en unos bastones, para toda la vida).

(DEFINICIÓN:) Para mí, la marcha nórdica consiste en andar de forma natural y completa (algo que cualquier ser humano con una condición física mínima puede hacer sin complicaciones), con la ayuda de dos bastones utilizados con una técnica que nos permita obtener el máximo beneficio de su uso (en el doble sentido de beneficio físico y de apoyo a la progresión).

La TÉCNICA de utilización de los bastones va a ser el agente posibilitador para obtener el valor diferencial de la marcha nórdica, es decir, para que sea todo lo saludable que este deporte puede ser.

Y la técnica de la marcha nórdica es bien sencilla y racional (recordad, sentido común y capacidad de observación). Consiste, como dicen los franceses, en progresar utilizando los cuatro miembros, solo que, para mantener una postura erguida, natural en los humanos, utilizamos dos bastones para que los miembros superiores se puedan impulsar sobre el suelo, utilizando el braceo natural, de manera que cada mano apoya y replica la acción del pie contrario en cada paso (se asienta, impulsa y recupera, al mismo tiempo que él).

Así pues, vista la condición de “deporte saludable” como valor diferencial de la marcha nórdica, y la “importancia de la técnica” para poder alcanzar esa esencia diferenciadora, ¿es posible competir sin perder lo esencial de la marcha nórdica?, y por otro lado, y antes incluso de plantearnos lo anterior ¿para qué necesitamos la competición?

Competir, según nuestro diccionario, es sinónimo de contender, batallar, pelear, … nada que realmente resulte medianamente atractivo, al menos para mí, y desde luego, algo que parece poco saludable, incluso para el que gana. Sin embargo, la competición es un instinto consustancial a todo el reino animal: si pones dos caballos juntos, y uno de ellos empieza a correr, el otro tratará de adelantarlo, de llegar antes que él, no se sabe bien a dónde ni por qué. Al ser humano, como animal, le gusta competir, así, de forma irracional, a veces por ganar un trozo de metal, un puesto más elevado en un podio, y a veces, ni siquiera por eso, tratando de superar una marca realizada en otro tiempo, cuando era más joven. Quizá lo único que subyace en todo esto es el deseo irracional de humillar al otro, de demostrar que somos el macho, o la hembra, alfa del grupo, el único que hace miles de años tenía derecho a aparearse y perpetuar su especie, … o el vano intento de demostrarnos a nosotros mismos que seguimos teniendo una juventud que nuestro DNI y nuestras articulaciones nos desmienten, aunque nuestra mente, y a veces nuestro corazón, se hayan quedado anclados en los veinte años.

Todos los deportes utilizan este instinto competitivo para promocionar su práctica habitual entre la población más joven, menos dada a meditar sobre los motivos y, sobre todo, las consecuencias de sus acciones. Aunque los resultados de las competiciones, para la muchos competidores, tenga consecuencias negativas (frustración, lesiones, e incluso abandono definitivo de la práctica deportiva), la justificación de su influencia sobre la práctica habitual deportiva de los más jóvenes, es una buena excusa para su proliferación.

Si bien la mayoría de los practicantes de marcha nórdica somos “gente mayor”, suficientemente concienciados con la necesidad de una práctica deportiva habitual y bastante preocupados por la salud, algo que hemos visto que es consustancial con la marcha nórdica, y no necesitamos, por tanto, un estímulo competitivo para “animar” esa práctica, la gente joven (para el asunto que nos ocupa, y a la vista de la media de edad de los practicantes de nuestro deporte, menores de 50 años), tiene menos preocupaciones por la salud (las cosas sólo se suelen valorar cuando se pierden), es pensando en el sector más joven, al que una práctica “temprana” de la marcha nórdica posiblemente le ahorrará problemas de salud posteriores, por lo que la competición podría tener una justificación en este deporte, como estímulo y atracción para practicarlo de forma habitual.

Por la razón anterior, pensando en su posible atractivo para deportistas más jóvenes, me atreví a contradecir la opinión de los más expertos y me decidí, hace unos años, entre el 2014 y el 2017, a probar en mis propias carnes la experiencia competitiva y a organizar yo mismo varias competiciones. Tras participar en varias carreras, organizadas con mucho interés y esfuerzo, poca o nula experiencia, y dudosa eficacia, organicé entre el 2015 y el 2017 cuatro competiciones, en la última de las cuales llegamos a poner un centenar y medio de pares de bastones en la linea de salida.

A la vista de los resultados (soy tan enemigo de las encuestas como forofo de las estadísticas), he llegado a la conclusión de que las competiciones no atraen más menores de 50 años a este deporte. Comparando las inscripciones de la última competición celebrada en España (2ª Prueba de Marcha Nórdica de la Comunidad Valenciana, Callosa de Sarriá, 2 de marzo de 2019) con la Nordicartagena que yo organicé en el 2016, antes de que la FEDME se hiciera con el control de las competiciones, simplemente por el único y práctico motivo de que para las dos se inscribió el mismo número de participantes (78 en ambas), observamos que incluso el número de menores de 50 años ha disminuido de 35 (2016) a 27 (2019). Aunque no he hecho un estudio exhaustivo de las competiciones, suelo echar un vistazo a las clasificaciones y puedo afirmar sin mucho miedo a errar que, con mayor o menor número de competidores, ésta es la norma.

Así pues, si las competiciones no atraen gente joven a nuestro deporte, y a los que hemos pasado el medio siglo nos aportan más lesiones que estímulos positivos para la práctica de este deporte … que cada cual saque sus conclusiones.

Por otra parte, hemos dicho que la técnica es el elemento posibilitador de la marcha nórdica saludable, esencial por tanto para que lo que hacemos pueda recibir ese nombre. No hay marcha nórdica sin una técnica correcta, si atendemos a la definición anterior. Pero ¿qué pasa con la técnica en competición?

Todos los que hemos participado en competiciones de marcha nórdica hemos visto como se falsea la técnica en aras de la velocidad. En competición lo que prima es llegar antes que los demás, o batir una marca, y la técnica, por decir algo, se finge para apaciguar las mínimas expectativas de los árbitros que, dicho sea de paso, no suelen ser muy expertos en lo que a técnica se refiere, ni actuar en número suficiente para garantizar un eficaz escrutinio. La técnica de la marcha nórdica, comparada con la de la marcha atlética, es muy complicada de observar y juzgar a simple vista, y nosotros nos empeñamos en hacerlo con un par de árbitros montados bici. ¡País! Así, no es difícil asistir a espectáculos bochornosos en los que vemos en los podios cada vez más gente rebotada del mundo de las competiciones y carreras populares que, no siendo capaces de brillar medianamente en ese abarrotado y competitivo mundo, se han venido a cazar en este más despejado y virgen terreno de la marcha nórdica. Es gente de una indudable condición física, pero que simplemente mueven (no utilizan) los bastones el mínimo necesario para contentar a unos árbitros inexpertos, insuficientes, carentes de una herramienta reglamentaria clara y útil, desvirtuando por completo la esencia de este deporte.

Y el caso es que la técnica correcta nos debería llevar a una excelencia en la progresión. Pero en la práctica, está visto que andar rápido, aunque no utilicemos los bastones, es lo que conforma las cabeceras de las clasificaciones de nuestras competiciones. Y creo que es un mal ejemplo para los que quieran practicar el completo, equilibrado y, en definitiva, sano deporte de la marcha nórdica. Las competiciones no dan una imagen real de cómo se debe practicar este deporte, y por tanto, debo concluir, como decían mis instructores de la FENWA, que esta es una disciplina no competitiva … al menos hasta que se articule un reglamento adecuado, se forme a los árbitros completa y correctamente, y se dote a las competiciones del número adecuado de los mismos, así como de los medios electrónicos necesarios para asegurar que no se desvirtúa la técnica consustancial a la marcha nórdica. Algo muy difícil, farragoso y caro de conseguir. Un esfuerzo, en definitiva, que no sé si merece la pena, a la vista de los nulos logros de los últimos años.

Hemos llegado a un punto en el que parece que las competiciones son vitales para la marcha nórdica, y que si no competimos no estamos practicando este deporte. En Alemania pasaron de cero a cinco millones de practicantes habituales en los primeros cinco años de este siglo, sin competiciones. Las competiciones no hacen la marcha nórdica, ni tenemos nada que esperar de ellas, gracias a Dios. La marcha nórdica la hacemos tú y yo, cada día, sacando los bastones del paragüero y disfrutando con ellos, sudando con ellos y cuidando con ellos nuestra salud. De manera, que “sus y a ellos”, como decía el Guerrero del Antifaz, y el que quiera, pues que compita, que procure no hacerse daño y que disfrute tanto como nosotros. Así sea.

PD.-  Y para facilitar la tarea a los que quieran competir, a pesar de todo, en este enlace hay una trabajada entrada de nuestro compañero Antonio Lois en su blog Marcha Nórdica SAD con un resumen de todas las competiciones de marcha nórdica previstas para este año, que acabo de ver hace sólo unos minutos https://marchanordicasad.com/2019/03/08/temporada-mn-espana-2019/