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- EL VALOR
DIFERENCIAL DE LA MARCHA NÓRDICA
A
medida que las necesidades básicas del ser humano se ven cada día
más cubiertas por nuestra sociedad de bienestar, vamos teniendo más
tiempo libre, mientras que
el desarrollo y la tecnología
minimizan la perentoriedad
del trabajo físico
para ganarse la vida y
sobrevivir en
el mundo actual.
Entramos
así en una “cultura del ocio”, en la que es fácil caer en la
molicie, antesala o prefacio de enfermedades y dolores, crecientes
con la edad, que gran parte de nuestros coetáneos combaten por medio
del ejercicio físico, definido por nuestro diccionario como el
conjunto de movimientos corporales que se realizan para mantener o
mejorar la forma física.
En
la actualidad se practican cientos de actividades físicas
desarrolladas
con esta finalidad. Deportes de equipo, competición, individuales,
de naturaleza, de interior, de temporada, … entonces, ¿que es lo
que nos aporta la marcha nórdica para que merezca nuestra atención?
¿Merece realmente la pena intentar promocionar este nuevo deporte?
¿Por qué se ha hecho un hueco entre tantos otros? ¿Qué es lo que
hace a la marcha nórdica diferente del resto de los deportes? ¿Cuál
es su valor diferencial?
Todos los deportes son, en mayor o
menor medida, saludables, siempre que se practiquen de forma
racional, con sentido común. Unos son más completos y equilibrados
que otros, o presentan riesgos de lesiones más o menos asumibles, o
precisan de la concurrencia de otras personas para su práctica, o de
instalaciones o equipo especial, o sólo se pueden practicar en
determinados medios, estaciones del año o condiciones atmosféricas.
El
valor
diferencial de la marcha nórdica
estriba
en
ser el
deporte más saludable
que existe. Es
un deporte completo (se mueve todo), equilibrado (no se sobrecarga
ninguna parte sobre otras), adaptable (apto tanto
para
personas con problemas de movilidad como
para deportistas de élite) y racional
(excluye
todo tipo de acciones antinaturales, peligrosas o dañinas).
La
medida
de la salud
que proporciona la marcha nórdica a quienes la practican de forma
habitual depende
fundamentalmente,
además
de la frecuencia de su práctica,
de
dos condiciones
del practicante:
su técnica
y su sentido
común.
El
nordimarchador obtendrá más salud de su práctica habitual en tanto
en cuanto mejore su técnica.
Una técnica básica, que se consigue normalmente tras un buen
curso
de iniciación, es fuente inmediata de salud para el practicante.
Pero la amplitud de movimientos que proporciona una técnica más
completa se traduce en la activación de mayor número
de músculos y articulaciones, incrementando sensiblemente los
beneficios físicos resultantes de la práctica.
La
técnica del
manejo de los bastones de
la marcha nórdica resulta de gran ayuda para el senderista, el montañero
y
el corredor por montaña, pero la mayor
utilidad de esta técnica, dónde realmente se obtienen los
beneficios que le dan su valor diferencial, es cuando se practica la
marcha nórdica como
deporte habitual.
La marcha nórdica es un ejercicio
seguro para el practicante, con muy pocas o nulas lesiones (tal como
veremos en el apartado correspondiente), siempre que el practicante
utilice no sólo su cuerpo, sino también, y continuamente, su
cabeza. Las lesiones que he experimentado personalmente, o que he
podido observar en colegas nordimarchadores, no han sido producidas
por la practica racional de la marcha nórdica, sino por la
participación en competiciones, pruebas de largo aliento y salidas
grupales, en las que el participante pierde su concentración en lo
que está haciendo, distraído por el cansancio y otros “asuntos”
que poco o nada tienen que ver con un ejercicio sano (podio, crono,
marcas, distancias, resistencia, socialización).
No
tengo nada en contra de todo esto. Cada uno puede hacer lo que
quiera ¡faltaría más! Pero, por favor, llamemos a cada cosa por
su nombre, y no nos confundamos, ni confundamos a los demás. La
marcha nórdica tiene que ser LSD (lúdica, sana y deportiva). Si no
me divierte, si me hago daño, y si no sudo un
poco,
lo que estoy haciendo puede ser una carrera, senderismo, una
pachanga, cualquier cosa, pero no es marcha nórdica, tal como yo la
entiendo.
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- OTRAS VENTAJAS DE LA MARCHA NÓRDICA
Además
de ser el deporte más saludable, la marcha nórdica tiene muchas
otras ventajas:
- Es individual. No necesito nadie más para practicarla. Puedo hacerla en grupo, pero no es ni necesario ni, si me apuráis, aconsejable. En un grupo haciendo marcha nórdica iremos al ritmo de alguien que rara vez irá como yo quiero y puedo, con lo que me puede agotar, o aburrir. El no depender de nadie me proporciona independencia para salir cuando puedo y quiero, y no me da excusas para quedarme en casa. Tu tiempo es oro y tu ejercicio habitual es algo demasiado importante para ti para dejar que dependa de otros.
- No precisa de instalaciones específicas. Se puede practicar en plena naturaleza, en el monte (siempre que el terreno no impida la ejecución de una técnica básica), sobre nieve (con raquetas, por ejemplo), en la ciudad, en un parque, alrededor de tu manzana, en la pista de atletismo, en un gimnasio cubierto, ...
- Se puede practicar en cualquier momento. En cualquier época de año y casi con cualquier condición meteorológica, de día o de noche, en vías iluminadas o utilizando un frontal.
- Es barata. El equipo necesario no es más que un par de bastones, en los que no debemos gastar más de 30€, que nos va a durar prácticamente toda la vida.
- Es fácil de aprender. Un curso de iniciación, de una mañana, es suficiente para darnos todos los conocimientos necesarios para adquirir una técnica básica que nos permita empezar a practicar, así como las pautas necesarias para poder ir mejorando dicha técnica de forma autónoma, en base al interés y al tiempo que dediquemos a este extremo.
- Crea hábitos saludables. No solo proporciona salud. La marcha nórdica, además, crea hábitos saludables. Mejora nuestra forma de andar. Corrige nuestra postura. Son hábitos que yo llamo “de ida y vuelta”: la marcha nórdica nos inicia en estas buenas rutinas que, luego, practicamos en nuestra vida diaria al desplazarnos a nuestro trabajo, de compras, etc, hasta que cambian realmente nuestra forma de estar y movernos, y consecuentemente, mejoran las condiciones de base con las que comenzamos nuestra siguiente sesión práctica de marcha nórdica.
-
Es oxigenante, antienvejecimiento y analgésica. Al ser tan completa, equilibrada, adaptable y racional, la marcha nórdica nos permite realizar un ejercicio más prolongado de lo habitual, en el que el trabajo activo de pies y manos bombea sangre y linfa de retorno de nuestras extremidades, mejorando la circulación y, con ella, la oxigenación de todo nuestro organismo, incluido nuestro cerebro, retardando su envejecimiento. Pero además, este ejercicio prolongado activa la producción de endorfinas, un analgésico natural, mejor que cualquier otra droga.
- Trabaja los músculos y articulaciones de la columna. La columna vertebral es el mecano más complicado de nuestro ya complicado organismo, y el origen de la mayor parte de problemas y dolores que nos aquejan con los años. No hay un ejercicio que, como la marcha nórdica, movilice las 67 articulaciones que la componen. Su técnica tonificará todos los músculos de las partes anterior y posterior del tronco, tan difíciles e ingratos de trabajar, y que tanto sufren por las posturas laborales y de ocio de la vida actual. La amplitud de movimientos que viene unida al perfeccionamiento técnico, y la contra-rotación de hombros y caderas que se produce a cada paso, han sido un alivio casi inmediato para muchos que llevaban años sufriendo y buscando inútilmente soluciones para sus problemas de hombros y espalda.
En
estos 15 años de practica y promoción de este deporte, he tenido la
ocasión de observar y recibir de primera mano el testimonio de
muchas personas que han llegado a la marcha nórdica con lesiones
posturales, laborales o provocadas por la práctica irracional de
otros deportes, o secuelas de graves enfermedades (cáncer,
coronarias, esclerosis). Mientras que todavía no he recibido ningún
testimonio de alguien a quién la marcha nórdica no le haya ido
bien, son incontables los de las personas que han visto sus
padecimientos aliviados por la práctica habitual de este deporte.
Sólo
he oído (y poco, la verdad) hablar mal de la marcha nórdica a gente
que no la ha probado. Los que la practican de forma habitual se
convierten en “evangelistas” de este deporte: creen en él y lo
predican … y esta es, hoy por hoy, la mejor vía de promoción y
difusión de la marcha nórdica.
Próxima
entrega MI VISIÓN DE LA MARCHA NÓRDICA (IV). EL APRENDIZAJE DE LA MARCHA
NÓRDICA
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