Hace
ya seis años que acuñé los términos nordimarchador y
nordicompetidor con la finalidad de ahorrar prolijas explicaciones
sobre conceptos que los lectores de mis humildes escritos sobre
marcha nórdica entienden de sobra. Hoy me veo en la necesidad de
forjar una nueva palabra: nordiparticipante, y espero que sea
igualmente bienvenida y aceptada, por lo que explico a continuación.
La
competición de marcha nórdica, como en cualquier otro deporte,
lleva implícita una idea de lucha o rivalidad por conseguir una
misma cosa: ganar a los demás competidores. Naturalmente, una gran
mayoría de los inscritos en una competición, saben con certeza que
no van a ganar, ni siquiera van a hacer podio en las múltiples
categorías que se organizan para que un buen número de ellos pueda
obtener algún tipo de reconocimiento. Tampoco es cierto aquello de
“competir contigo mismo”, ya que, a partir de una edad (algo muy
común en los nordimarchadores), nunca compites contigo mismo, sino
con un “contigo” más joven y fuerte, de hace meses o años, muy
difícil de batir en unas edades en las que los meses y los años
alcanzan una dimensión insospechada cuando eres más joven.
O
sea, que la mayoría de la gente inscrita en una competición de
marcha nórdica no debería incluirse bajo el epígrafe de
“nordicompetidor”, ya que no aspira a ganar nada. Sin embargo al
inscribirse para la competición, va a participar en la misma, es
decir, va a ser un “nordiparticipante”: “persona que se
inscribe en una competición de marcha nórdica con la única
intención de disfrutar de la ocasión, sin afán de disputar los
trofeos o reconocimientos de la misma.”
Hace
unos años, antes de que las competiciones de marcha nórdica
proliferasen como hongos, yo fui un ferviente evangelista de este
tipo de pruebas, hasta tal punto que, no sólo competí, sino que
organicé varias de ellas, no sin mucho trabajo, disgustos y
quebranto, moral y económico. Y ello a pesar de haber estado
siempre convencido de los aspectos negativos de estas competiciones,
entre otros:
- el sacrificio de la técnica, en beneficio de la velocidad y de la marca final,
- la exposición del propio organismo a demandas incontroladas (si compito, es para ganar), que pueden resultar perjudiciales para la salud (verdadera estupidez, sólo propia de los humanos, en un deporte “diseñado” para procurar salud a quienes lo practican),
- la pérdida del componente “lúdico”, de disfrute, que debe ser inherente a toda práctica de marcha nórdica, digna de este nombre,
- la media de edad de los practicantes de este deporte, demasiado alta para hacer “tonterías”, precisamente en un momento de nuestra vida en el que la sensatez debería ser el mínimo común denominador de todas nuestras acciones y en el que la recuperación es mucho más difícil, si es que se consigue.
Pero
era precisamente la esperanza de que la competición habría de traer
a este deporte un público joven, por debajo de los 40, lo que me
hizo perseverar en este empeño, a pesar de los bien sabidos
inconvenientes.
Sin
embargo, las clasificaciones de las múltiples competiciones actuales
no reflejan una mayor incidencia de participantes jóvenes, ni una
disminución de la media de edad de los participantes, ni siquiera un
aumento significativo del número total de participantes, y todo ello
ha ido inclinando el fiel de mi balanza hacia un cierto
hastío por las competiciones de
marcha nórdica.
Siento
una creciente pereza hacia el competir. Además de los aspectos
negativos enumerados, dice un refrán español que “lo poco agrada
y lo mucho enfada”. Quizá sea eso: demasiadas competiciones. O la
edad. O a lo peor sea por la ilógica contumacia del actual
reglamento de competiciones, todavía enrevesado e irracional, por no
solucionar temas tan claros y sencillos como la adecuación de los
circuitos a las exigencias técnicas de este deporte, con un número
de árbitros suficiente para cubrir el circuito, con decisiones
arbitrales que no dependan de un sólo juez.
Sin
embargo, me atrae el ambiente de la competición: el sentido de
pertenencia a un grupo al que le gusta lo mismo que a mí; el
esfuerzo compartido; la preparación específica de la prueba;
incluso, por que no, el olor a réflex en la salida.
O
sea, que no quiero competir, pero me gusta participar.
Participando no tengo porqué sacrificar mi técnica para ir más
rápido, ni hacerme daño por sobreesfuerzos o velocidades excesivas,
caídas, etc, ni dejar de disfrutar, como en el resto de mis sesiones
de marcha nórdica (aunque no me dejen llevar música), ni quedar al
albur del capricho de un árbitro, ni llevarme decepciones por un
puesto no conseguido o una marca no batida. En cambio, disfruto de
la ocasión y de los compañeros, siempre puedo felicitar, sin
resentimiento, a los que ganan, aunque hayan utilizado una técnica
de pena, y alegrarme con los que acaban, consolar a los decepcionados
y, sobre todo, seguir haciendo mi marcha nórdica al día siguiente,
sin mermas ni lesiones.
Estas
son las razones por las que, hasta ahora, he disfrutado participando
en carreras de trail o running en las que yo salgo con mis bastones
tras todos los corredores, haciendo mi marcha nórdica, seguro que de
voy a llegar de los últimos pero, por eso mismo, dueño en todo
momento de mi técnica y mi esfuerzo, y sin miedo de árbitros
osados o poco versados. Algo que no me ha pasado en las
competiciones de marcha nórdica, en las que, hasta ahora he
participado como nordicompetidor. Pero ha llegado el momento de
cambiar el chip: a partir de ahora, participaré también en éstas
como nordiparticipante, saliendo bien atrás, lejos del oropel vacuo,
y dada la oferta, seleccionaré bien las competiciones de marcha
nórdica en las que vaya a participar. Como decía Alberto Cortez,
“a partir de mañana empezaré a vivir lo mejor de mi vida”.
Y
sobre todo, al día siguiente, como cada día, seguiré sacando mis
bastones del paragüero … mientras Dios quiera y el cuerpo aguante.
Como siempre tan acertado en tus apreciaciones. Estoy muy de acuerdo con lo que comentas en el artículo. Yo de hecho decidí dejar la competición totalmente de lado, lo que no quita que de vez en cuando, en pruebas no oficiales me anime y participe con los bastones, de hecho es posible que este año vuelva a participar en la popular de Aranjuez de diciembre.
ResponderEliminarSabes que yo veía lo de la competición como un modo de que los más jóvenes se engancharan pero no ha sido así y eso que me consta que algunos como tú habéis hecho esfuerzos importantes en este sentido, pero parece que desde las federaciones eran más proclives a poner palos en las ruedas que a fomentar esa cantera.
En fin, es lo que hay, así que aquí seguimos cogiendo los bastones y disfrutando de nuestros paisajes y la marcha nórdica.
Un abrazo
Muy de acuerdo contigo, me gusta cruzar metas pero sin dejarme la vida en ello, sea en las carreras o en la marcha nórdica. Saludos.
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