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miércoles, 26 de septiembre de 2018

DE NORDICOMPETIDOR A NORDIPARTICIPANTE




 Hace ya seis años que acuñé los términos nordimarchador y nordicompetidor con la finalidad de ahorrar prolijas explicaciones sobre conceptos que los lectores de mis humildes escritos sobre marcha nórdica entienden de sobra. Hoy me veo en la necesidad de forjar una nueva palabra: nordiparticipante, y espero que sea igualmente bienvenida y aceptada, por lo que explico a continuación.

La competición de marcha nórdica, como en cualquier otro deporte, lleva implícita una idea de lucha o rivalidad por conseguir una misma cosa: ganar a los demás competidores. Naturalmente, una gran mayoría de los inscritos en una competición, saben con certeza que no van a ganar, ni siquiera van a hacer podio en las múltiples categorías que se organizan para que un buen número de ellos pueda obtener algún tipo de reconocimiento. Tampoco es cierto aquello de “competir contigo mismo”, ya que, a partir de una edad (algo muy común en los nordimarchadores), nunca compites contigo mismo, sino con un “contigo” más joven y fuerte, de hace meses o años, muy difícil de batir en unas edades en las que los meses y los años alcanzan una dimensión insospechada cuando eres más joven.

O sea, que la mayoría de la gente inscrita en una competición de marcha nórdica no debería incluirse bajo el epígrafe de “nordicompetidor”, ya que no aspira a ganar nada. Sin embargo al inscribirse para la competición, va a participar en la misma, es decir, va a ser un “nordiparticipante”: “persona que se inscribe en una competición de marcha nórdica con la única intención de disfrutar de la ocasión, sin afán de disputar los trofeos o reconocimientos de la misma.”

Hace unos años, antes de que las competiciones de marcha nórdica proliferasen como hongos, yo fui un ferviente evangelista de este tipo de pruebas, hasta tal punto que, no sólo competí, sino que organicé varias de ellas, no sin mucho trabajo, disgustos y quebranto, moral y económico. Y ello a pesar de haber estado siempre convencido de los aspectos negativos de estas competiciones, entre otros:

  1. el sacrificio de la técnica, en beneficio de la velocidad y de la marca final,
  2. la exposición del propio organismo a demandas incontroladas (si compito, es para ganar), que pueden resultar perjudiciales para la salud (verdadera estupidez, sólo propia de los humanos, en un deporte “diseñado” para procurar salud a quienes lo practican),
  3. la pérdida del componente “lúdico”, de disfrute, que debe ser inherente a toda práctica de marcha nórdica, digna de este nombre,
  4. la media de edad de los practicantes de este deporte, demasiado alta para hacer “tonterías”, precisamente en un momento de nuestra vida en el que la sensatez debería ser el mínimo común denominador de todas nuestras acciones y en el que la recuperación es mucho más difícil, si es que se consigue.

Pero era precisamente la esperanza de que la competición habría de traer a este deporte un público joven, por debajo de los 40, lo que me hizo perseverar en este empeño, a pesar de los bien sabidos inconvenientes.

Sin embargo, las clasificaciones de las múltiples competiciones actuales no reflejan una mayor incidencia de participantes jóvenes, ni una disminución de la media de edad de los participantes, ni siquiera un aumento significativo del número total de participantes, y todo ello ha ido inclinando el fiel de mi balanza hacia un cierto hastío por las competiciones de marcha nórdica.

Siento una creciente pereza hacia el competir. Además de los aspectos negativos enumerados, dice un refrán español que “lo poco agrada y lo mucho enfada”. Quizá sea eso: demasiadas competiciones. O la edad. O a lo peor sea por la ilógica contumacia del actual reglamento de competiciones, todavía enrevesado e irracional, por no solucionar temas tan claros y sencillos como la adecuación de los circuitos a las exigencias técnicas de este deporte, con un número de árbitros suficiente para cubrir el circuito, con decisiones arbitrales que no dependan de un sólo juez.

Sin embargo, me atrae el ambiente de la competición: el sentido de pertenencia a un grupo al que le gusta lo mismo que a mí; el esfuerzo compartido; la preparación específica de la prueba; incluso, por que no, el olor a réflex en la salida.

O sea, que no quiero competir, pero me gusta participar. Participando no tengo porqué sacrificar mi técnica para ir más rápido, ni hacerme daño por sobreesfuerzos o velocidades excesivas, caídas, etc, ni dejar de disfrutar, como en el resto de mis sesiones de marcha nórdica (aunque no me dejen llevar música), ni quedar al albur del capricho de un árbitro, ni llevarme decepciones por un puesto no conseguido o una marca no batida. En cambio, disfruto de la ocasión y de los compañeros, siempre puedo felicitar, sin resentimiento, a los que ganan, aunque hayan utilizado una técnica de pena, y alegrarme con los que acaban, consolar a los decepcionados y, sobre todo, seguir haciendo mi marcha nórdica al día siguiente, sin mermas ni lesiones.

Estas son las razones por las que, hasta ahora, he disfrutado participando en carreras de trail o running en las que yo salgo con mis bastones tras todos los corredores, haciendo mi marcha nórdica, seguro que de voy a llegar de los últimos pero, por eso mismo, dueño en todo momento de mi técnica y mi esfuerzo, y sin miedo de árbitros osados o poco versados. Algo que no me ha pasado en las competiciones de marcha nórdica, en las que, hasta ahora he participado como nordicompetidor. Pero ha llegado el momento de cambiar el chip: a partir de ahora, participaré también en éstas como nordiparticipante, saliendo bien atrás, lejos del oropel vacuo, y dada la oferta, seleccionaré bien las competiciones de marcha nórdica en las que vaya a participar. Como decía Alberto Cortez, “a partir de mañana empezaré a vivir lo mejor de mi vida”.

Y sobre todo, al día siguiente, como cada día, seguiré sacando mis bastones del paragüero … mientras Dios quiera y el cuerpo aguante.

2 comentarios:

  1. Como siempre tan acertado en tus apreciaciones. Estoy muy de acuerdo con lo que comentas en el artículo. Yo de hecho decidí dejar la competición totalmente de lado, lo que no quita que de vez en cuando, en pruebas no oficiales me anime y participe con los bastones, de hecho es posible que este año vuelva a participar en la popular de Aranjuez de diciembre.

    Sabes que yo veía lo de la competición como un modo de que los más jóvenes se engancharan pero no ha sido así y eso que me consta que algunos como tú habéis hecho esfuerzos importantes en este sentido, pero parece que desde las federaciones eran más proclives a poner palos en las ruedas que a fomentar esa cantera.

    En fin, es lo que hay, así que aquí seguimos cogiendo los bastones y disfrutando de nuestros paisajes y la marcha nórdica.

    Un abrazo

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  2. Muy de acuerdo contigo, me gusta cruzar metas pero sin dejarme la vida en ello, sea en las carreras o en la marcha nórdica. Saludos.

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