En
este mismo foro ya he comentado en repetidas ocasiones mi punto de
vista contrario a la celebración de competiciones de marcha nórdica
en entornos de montaña poco propicios para el desarrollo de una
técnica minimamente aceptable, sobre todo cuando se trata de
recorridos en línea, que obligan a los jueces a seguir a los
competidores en bicicleta, con el consiguiente peligro para la
integridad física de participantes y árbitros, tal como hemos
podido constatar a lo largo de la presente temporada.
Hoy
quiero centrarme en la seguridad en las competiciones de marcha
nórdica en entornos más seguros y adecuados a este deporte. Me
refiero a pruebas celebradas en circuitos de 2 a 4 km, con
superficies y desniveles más propicios para la técnica básica
diagonal de la marcha nórdica, a los que los marchadores has de dar
varias vueltas para completar un recorrido, permitiendo la ubicación
fija de jueces que pueden así observar la técnica y el
comportamiento de los competidores, de forma segura y relajada, sin
tener que preocuparse de su propia seguridad ni tener que correr tras
los participantes para hacerles las observaciones pertinentes.
Estos
circuitos permiten, además, la ubicación de un tablón de
amonestaciones en las inmediaciones de la meta, tal como sucede en
las competiciones de marcha atlética, que los competidores pueden
revisar en cada vuelta para asegurarse de que no han sido
amonestados, o comprobar el número de amonestaciones recibidas hasta
ese momento (algo que por cierto, el actual reglamento de
competiciones de la FEDME debería recoger en la próxima revisión).
Los circuitos, siendo normalmente mucho más seguros que los recorridos
en montaña, no están exentos de peligros y debe ser una prioridad
de los organizadores minimizarlos y prevenir a los participantes
sobre los mismos.
El
momento más crítico, desde el punto de vista de la seguridad, en
toda competición es, sin duda, el de la salida. Es entonces cuando
tenemos la mayor densidad de participantes por unidad de superficie,
todos intentando conseguir una buena posición en los primeros
metros, y “armados” con unos bastones que pueden resultar
demasiado peligrosos. Un accidente en estos primeros instantes puede
provocar una caída masiva, con múltiples heridos, y dar al traste
con todos los buenos esfuerzos de organización de una competición,
independientemente de las posibles demandas por responsabilidad civil
(o criminal) de los afectados.
Es
fundamental contar con un área de salida y un
recorrido inicial que permita garantizar a los competidores
suficiente espacio entre ellos para prevenir tropiezos y alcances en
los primeros momentos de toda competición. Considero que hay tres
aspectos básico a tener en cuenta en una salida en línea en un
circuito: la parrilla de salida, la colocación por tiempos y el
embotellamiento inicial.
En
lo que se refiere a la parrilla de salida, idealmente, cada
competidor debería disponer de un cuadrado de dos metros de lado,
siendo el frente de la línea de salida tan amplio como sea posible.
Sin embargo, la realidad de un circuito, limitará esa situación
ideal que, en ningún caso debe ser menor de un metro cuadrado por
competidor. La anchura disponible, obligará a organizar a los
competidores en un número de lineas sucesivas, según el párrafo
siguiente.
La
colocación de los participantes por tiempos
acreditados (obtenidos de su participación en otras competiciones) o
por promedios de progresión esperados por ellos mismos (para
aquellos que no tengan aún tiempos acreditados en competiciones)
permitirá a los organizadores asegurar (hasta dónde ello es
posible) que se minimice el número de competidores que ralenticen en
la salida la progresión de los más rápidos, y el número de los
que se vean obligados a adelantar en un momento tan crítico y en un
espacio tan repleto y peligroso.
Finalmente,
hay pocos circuitos que permitan mantener todo el frente de salida a
lo largo de todo el circuito. Es decir, en algún momento (que
interesa que sea lo más tarde posible, y nunca antes de completar
los primeros 500m) se producirá un “cuello de botella”
que puede provocar una aglomeración que repita los peligros de la
salida. En aquellos circuitos en los que la ida y la vuelta se
disputan el espacio disponible, es necesario que los organizadores
prevean esta circunstancia para minimizar sus efectos negativos.
Al
margen de todo lo anterior, sobre todo si la salida es sobre
superficie dura, puede resultar conveniente obligar a utilizar pads
de asfalto para evitar heridas por alcances directos de las puntas de
los bastones.
Ya a
lo largo del recorrido, dependiendo de la anchura del mismo, habrá
que habilitar, vigilar con especial atención y hacer cumplir, reglas
encaminadas a preservar la seguridad de los competidores y la
deportividad en la competición. Estas reglas exigen una atención
especial a evitar el braceo cruzado por delante del cuerpo (que lleva
a una excesiva y peligrosa separación lateral de las puntas de los
bastones), el apoyo de los bastones a la altura del pie retrasado
(que lleva a una excesiva y peligrosa “dejada” de las puntas de
los bastones por detrás del marchador), obligar a los competidores a
marchar por un lado del circuito, e incluso establecer una distancia
mínima de seguridad entre marchadores, sólo violable durante los
adelantamientos, advirtiendo previamente del mismo.
A
pesar de todas las precauciones, los organizadores no deben olvidar
poner alguna velita al santo local, para que todo salga bien y no
haya accidentes. Lo que tratamos, con todas estas previsiones, es de
minimizar la eventualidad de que sucedan. Evitarlos, de manera
absoluta, es imposible.
Y a
los competidores, pues lo dicho: colocarse en la salida en el lugar
adecuado, para que no atropellemos ni nos atropellen. Todos sabemos
nuestra velocidad media de progresión en competición, de manera
que, si nos preguntan, seamos sinceros, por el bien de todos,
incluidos nosotros mismos. Y luego, progresar con una buena técnica,
que no dificulte la marcha de los demás, atendiendo siempre a las
directrices de árbitros y organizadores.
Pero
sobre todo, compitáis o no, no dejéis de sacar los bastones del
paragüero cada día.
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