Lo
que distingue a un buen profesional de otro mediocre no es el cobrar
más o menos, sino la continua preocupación por aprender, corregir y
mejorar de aquél. Sea cual sea su campo de acción, el buen
profesional, el que se preocupa por hacer bien su trabajo, establece
sistemas de observación y control de su propia actividad que le
permitan, una vez concluida, examinarla con ojo crítico, identificar
aciertos y errores, con la finalidad de afianzar y mejorar aquellos y
de corregir los segundos, en su preocupación por ofrecer a sus
clientes o producto de calidad.
En
mis muchos años de servicio activo en el Ejército, tanto en
destinos nacionales como multinacionales, ha formado parte integrante
de la programación de cualquier ejercicio, maniobra o acción real,
la realización de un juicio crítico y la obtención de lecciones
aprendidas.
El
juicio crítico se realiza normalmente en dos etapas: un juicio “en
caliente” (hot wash up), inmediatamente tras el ejercicio, con
asistencia obligatoria de todos los participantes, para que no se
olvide y se pierda nada de lo que los actores principales han
percibido durante el desarrollo de la actividad; y otra, más
sosegada, en la que los responsables del juicio crítico ponen por
escrito los resultados, una vez organizados y homogeneizados los
comentarios de la fase anterior, para distribuirlos a todos los
participantes.
Los
comentarios recibidos tras esta distribución inicial,
convenientemente meditados, racionalizados y ordenados, se
transforman en lecciones aprendidas (lessons learned) que serán de
gran utilidad para los siguientes organizadores de una actividad
similar. Naturalmente, todo este trabajo estaba programada de
antemano, desde las primeras etapas de planeamiento y preparación de
la actividad, con la correspondiente organización de un equipo
encargado de identificar áreas de observación para poder dirigir al
juicio crítico y la posterior extracción de lecciones aprendidas
sin que nada de importancia quedase en el tintero.
En
muchas ocasiones (creo sinceramente que cada vez que he podido) he
reiterado, en mi preocupación por la mejor promoción de nuestro
deporte, la necesidad de establecer sistemas de observación de las
competiciones de marcha nórdica. Si el organizador quiere mejorar o
corregir en futuras ediciones de su competición, esto es una
obligación. Si la prueba está incluida en un calendario oficial,
la organización responsable de dicho calendario (en nuestro caso la
FEDME) debería preocuparse de que esto suceda, reglando y vigilando
el cumplimiento de las medidas necesarias para asegurar este aspecto,
para mí principal, de las pruebas.
El
cuidado planeamiento y organización de un equipo de observación y
grabación (EOG), bajo la estricta dirección de un equipo de
enjuiciamiento crítico y lecciones aprendidas (EECLA), será el
primer paso que permitirá, no sólo obtener y apoyar buenos
resultados de este análisis posterior a la acción (after action
review), sino también ofrecer a cada participante la posibilidad de
observar su propia actuación y técnica durante la competición, con
la consiguiente oportunidad de corregirla y mejorarla.
La
programación de un juicio crítico en caliente, inmediatamente tras
la entrega de trofeos, preparado y dirigido por el EECLA, al que
deben asistir organizadores, jueces y tantos participantes como sea
posible, permitirá obtener una completa relación de elementos a
reforzar o corregir, en todos los aspectos de la competición:
planeamiento, organización, montaje, logística, cronometraje,
arbitraje, desarrollo, entrega de trofeos, etc, observados desde
diferentes puntos de vista.
El
posterior desarrollo de estas notas iniciales por parte del EECLA, y
su difusión por la FEDME a las federaciones regionales, y por estas
a los clubes, con una fecha para remitir comentarios y propuestas de
lecciones aprendidas, permitirá la redacción y distribución por el
área de marcha nórdica de la FEDME de los resultados finales que,
sin duda, han de tener una enorme influencia en la siguiente revisión
del reglamento de competiciones y servir a los organizadores de
pruebas similares para mejorar la calidad de las mismas.
Cuando
llevamos ya celebradas cuatro de las seis pruebas que componen el
calendario oficial de este año, sigo sin ver un juicio crítico
realizado por cualquiera de sus organizadores sobre lo que ha ido
bien o mal en cada una de ellas. Qué es lo que hemos aprendido hasta
ahora sobre cosas que tenemos que corregir o mejorar. Y no se trata
de que cada uno aprenda, mirándose el ombligo, para intentar hacerlo
mejor en su siguiente ocasión. Se trata de que nuestra experiencia
sirva para que mejoremos todos.
Si
no se toman pronto cartas en este asunto, mucho me temo que la
próxima revisión del reglamento será un nuevo episodio de
improvisación como el que dio luz a la deficiente y apresurada
versión que tenemos en la actualidad, y sería una verdadera pena.
Quienes no preparan y hacen juicios críticos y no recogen y utilizan
lecciones aprendidas están condenados a cometer, una y otra vez, los
mismos errores… y todos los demás, a pagarlos.
Y
mientras tanto, una lección bien aprendida por todos los que estamos
convencidos de las bondades de este deporte es la necesidad de sacar
a diario los bastones del paragüero … de manera que ¡a predicar
con el ejemplo! … hoy también.
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