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martes, 6 de junio de 2017

Juicio crítico y lecciones aprendidas

Lo que distingue a un buen profesional de otro mediocre no es el cobrar más o menos, sino la continua preocupación por aprender, corregir y mejorar de aquél. Sea cual sea su campo de acción, el buen profesional, el que se preocupa por hacer bien su trabajo, establece sistemas de observación y control de su propia actividad que le permitan, una vez concluida, examinarla con ojo crítico, identificar aciertos y errores, con la finalidad de afianzar y mejorar aquellos y de corregir los segundos, en su preocupación por ofrecer a sus clientes o producto de calidad.

En mis muchos años de servicio activo en el Ejército, tanto en destinos nacionales como multinacionales, ha formado parte integrante de la programación de cualquier ejercicio, maniobra o acción real, la realización de un juicio crítico y la obtención de lecciones aprendidas.

El juicio crítico se realiza normalmente en dos etapas: un juicio “en caliente” (hot wash up), inmediatamente tras el ejercicio, con asistencia obligatoria de todos los participantes, para que no se olvide y se pierda nada de lo que los actores principales han percibido durante el desarrollo de la actividad; y otra, más sosegada, en la que los responsables del juicio crítico ponen por escrito los resultados, una vez organizados y homogeneizados los comentarios de la fase anterior, para distribuirlos a todos los participantes.

Los comentarios recibidos tras esta distribución inicial, convenientemente meditados, racionalizados y ordenados, se transforman en lecciones aprendidas (lessons learned) que serán de gran utilidad para los siguientes organizadores de una actividad similar. Naturalmente, todo este trabajo estaba programada de antemano, desde las primeras etapas de planeamiento y preparación de la actividad, con la correspondiente organización de un equipo encargado de identificar áreas de observación para poder dirigir al juicio crítico y la posterior extracción de lecciones aprendidas sin que nada de importancia quedase en el tintero.

En muchas ocasiones (creo sinceramente que cada vez que he podido) he reiterado, en mi preocupación por la mejor promoción de nuestro deporte, la necesidad de establecer sistemas de observación de las competiciones de marcha nórdica. Si el organizador quiere mejorar o corregir en futuras ediciones de su competición, esto es una obligación. Si la prueba está incluida en un calendario oficial, la organización responsable de dicho calendario (en nuestro caso la FEDME) debería preocuparse de que esto suceda, reglando y vigilando el cumplimiento de las medidas necesarias para asegurar este aspecto, para mí principal, de las pruebas.

El cuidado planeamiento y organización de un equipo de observación y grabación (EOG), bajo la estricta dirección de un equipo de enjuiciamiento crítico y lecciones aprendidas (EECLA), será el primer paso que permitirá, no sólo obtener y apoyar buenos resultados de este análisis posterior a la acción (after action review), sino también ofrecer a cada participante la posibilidad de observar su propia actuación y técnica durante la competición, con la consiguiente oportunidad de corregirla y mejorarla.

La programación de un juicio crítico en caliente, inmediatamente tras la entrega de trofeos, preparado y dirigido por el EECLA, al que deben asistir organizadores, jueces y tantos participantes como sea posible, permitirá obtener una completa relación de elementos a reforzar o corregir, en todos los aspectos de la competición: planeamiento, organización, montaje, logística, cronometraje, arbitraje, desarrollo, entrega de trofeos, etc, observados desde diferentes puntos de vista.

El posterior desarrollo de estas notas iniciales por parte del EECLA, y su difusión por la FEDME a las federaciones regionales, y por estas a los clubes, con una fecha para remitir comentarios y propuestas de lecciones aprendidas, permitirá la redacción y distribución por el área de marcha nórdica de la FEDME de los resultados finales que, sin duda, han de tener una enorme influencia en la siguiente revisión del reglamento de competiciones y servir a los organizadores de pruebas similares para mejorar la calidad de las mismas.

Cuando llevamos ya celebradas cuatro de las seis pruebas que componen el calendario oficial de este año, sigo sin ver un juicio crítico realizado por cualquiera de sus organizadores sobre lo que ha ido bien o mal en cada una de ellas. Qué es lo que hemos aprendido hasta ahora sobre cosas que tenemos que corregir o mejorar. Y no se trata de que cada uno aprenda, mirándose el ombligo, para intentar hacerlo mejor en su siguiente ocasión. Se trata de que nuestra experiencia sirva para que mejoremos todos.

Si no se toman pronto cartas en este asunto, mucho me temo que la próxima revisión del reglamento será un nuevo episodio de improvisación como el que dio luz a la deficiente y apresurada versión que tenemos en la actualidad, y sería una verdadera pena. Quienes no preparan y hacen juicios críticos y no recogen y utilizan lecciones aprendidas están condenados a cometer, una y otra vez, los mismos errores… y todos los demás, a pagarlos.


Y mientras tanto, una lección bien aprendida por todos los que estamos convencidos de las bondades de este deporte es la necesidad de sacar a diario los bastones del paragüero … de manera que ¡a predicar con el ejemplo! … hoy también.

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