miércoles, 12 de enero de 2022

EL BOOM DE LA MARCHA NÓRDICA


El ancestral “andar con bastones” que los nórdicos, en su no menos ancestral “culto al cuerpo”, venían practicando durante los escasos meses en que tenían que colgar sus esquís, comenzó a tener carta de naturaleza propia a finales del siglo pasado, con los trabajos de estudiantes y profesionales del mundo de las ciencias del deporte y la salud. Sería uno de estos trabajos, solicitado por una avezada fábrica finlandesa de material de esquí, lo que permitiría a ésta bautizar la nueva modalidad como “nordic walking” (NW) y fabricar los primeros bastones específicos para la misma.

Con el cambio de siglo y el salto del NW al resto del continente, se produce en Alemania el verdadero boom del NW cuando, en sólo cinco años, pasa de 0 a 5.000.000 de practicantes habituales.

Los alemanes vieron inmediatamente el potencial de salud que encerraba este nuevo deporte, heredero de todas las virtudes del esquí de fondo, pero desprovisto del hándicap que supone la temporalidad y localización impuestas por la nieve.

Los beneficiarios inmediatos de un nuevo deporte que, básicamente, diversificaba y dulcificaba el esfuerzo realizado al andar, habrían de ser, necesariamente, los principales “andadores”: gente mayor y perjudicados de salud.

Pero primeros promotores del NW no tardaron en darse cuenta de que el potencial de salud de este deporte iba mucho más allá de aliviar las rodillas y mover los brazos mientras andamos. La observación de que una buena técnica alternativa en el uso de los bastones lleva a una eficaz contra rotación de hombros y caderas, con la consiguiente ejercitación, musculación y oxigenación del nexo de unión entre ambas cinturas (la columna vertebral), fue lo que realmente lanzó al estrellato esta nueva forma de ejercicio.

El NW ya no era sólo (como si eso no fuera importante) el más sano ejercicio para gente “tocada”, por la edad o los problemas de salud. Ahora, el NW se convertía también en un complemento ideal para atletas practicantes de deportes en los que la lateralidad o las posturas forzadas producen a la larga consabidos problemas de columna, así como en un herramienta eficaz para que a cualquier edad podamos prevenir problemas del “mecano” más complicado de nuestro organismo, el que a la larga nos va a proporcionar más problemas y dolores y, al mismo tiempo, el más difícil de ejercitar y mantener en una postura correcta.

Y fue el andar con bastones, de forma natural, utilizándolos con una técnica adecuada (la alternativa del esquí de fondo), la que nos ha permitido que hoy en día el NW sea el deporte más sano que existe, recomendado por sistemas de salud del todo el mundo para todo tipo de potenciales usuarios.

Cuando tras este boon el NW empezó a difundirse por España, era todavía deporte de “mayores y perjudicados”. Yo recuerdo que los “gurús” (y sus principales organizaciones) de este nueva forma de ejercicio preconizaban que la marcha nórdica era un “deporte no competitivo”. Incluso los primeros reglamentos de competición que se hicieron en nuestro país, el balear y su traducción andaluza, incluían el contrasentido de afirmar que no se podía marchar a más de 6,5 o 7 km/h, creo recordar. En aquellos años no veía yo una razón clara para todo esto. Más bien todo lo contrario: la competición podría traer a este deporte a la gente joven, a la que también vendría de maravilla la práctica de este deporte. Y yo, que nunca había sido un andador rápido, mejoraba continuamente mis tiempos gracias a la técnica en el uso de los bastones. Así que me lancé a competir y llegué a organizar varias competiciones a nivel nacional, participando en creación del Comité de Marcha Nórdica de la Federación de Montaña de la Región de Murcia, y en la redacción de su primer reglamento de competición.

También las organizaciones nacionales de NW se apuntaron a este “canto de sirena” competitivo, atraídos por las perspectivas de nuevos clientes y mejor negocio, renegando de la no competitividad del NW que antes defendieran con ahínco. Las federaciones nacional y autonómicas no fueron menos y así llegamos a la situación actual, en la que las competiciones proliferan como setas, aunque en contadas ocasiones pasemos del centenar de participantes, y los competidores menores de cuarenta años no lleguen nunca a un 20% del total.

No voy a entrar aquí en las causas de este fracaso. El tema es complejo y en mi blog he hablado largo y tendido del asunto. Baste ahora subrayar que, simplemente, la competición y la técnica no van de la mano. El competidor quiere ganar, o hacer mejor tiempo, es decir, ir rápido, aunque sea sacrificando una buena técnica. Pero la buena técnica es precisamente la base del NW, de su esencia como deporte extraordinariamente saludable, de lo que lo hace mejor y diferente de todos los demás deportes. Lo que lo convirtió en un boom hace veinte años, y lo que sigue atrayendo practicantes hoy en día, Aunque la mayoría de los que vienen ya pasen de los cuarenta. Quizá es que en esta edad es cuando empezamos a pensar en lo que realmente importa.

Siempre me gusta terminar mis reflexiones con una exhortación al libre albedrío y a la cordura, así que el que quiera competir, que lo haga, sin hacerse daño, que ya tenemos una edad y va costando más recuperar las lesiones … pero después, entre competición y competición, volved a hacer NW como Dios manda, cuidando esa técnica que siempre revierte en salud.

Y no dejéis de sacar los bastones del paragüero, que con tanta pandemia los tenemos abandonados.

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