El
ejercicio habitual, hoy en día, no es algo aconsejable, sino algo
absolutamente necesario. La vida sedentaria, facilitada por los
avances sociales y el desarrollo tecnológico, que separan al ser
humano de la actividad física cotidiana en el devenir de sus tareas
mas usuales, y en las formas normales de trabajo, nos llevan a más y
más horas sentados, no siempre en posiciones higiénicamente
correctas. Si unimos esto a los períodos de sueño y descanso,
observaremos que nuestra vida tiende a ser demasiado sedentaria.
El
sedentarismo se traduce en la no utilización de músculos,
ligamentos y articulaciones que cumplen muy diversas funciones dentro
de la complejidad de nuestro organismo. La bien conocida frase “la
función hace el órgano”, es un hecho bien probado, y si no existe
un requisito para mover ciertas partes de nuestro cuerpo, es muy
probable que, con el tiempo, músculos, tendones y articulaciones, se
debiliten y comiencen los dolores fruto de dicho debilitamiento.
El
ejercicio diario es una necesidad para compensar la falta de
actividad física que en otros tiempos era necesaria en el día a día
de cada persona. Debemos desarrollar hábitos de ejercicio que nos
hagan mover, cada día, el mayor número de músculos y
articulaciones de nuestro cuerpo … y ahí es dónde aparece la
marcha nórdica en esta entrada de hoy, puesto que ella, con una
técnica correcta, va a ser el vehículo que nos permita mover todo
nuestro cuerpo, desde los dedos de las manos a los de los pies,
pasando por brazos, piernas y columna.
Y
aquí es dónde empieza y acaba todo movimiento: en la columna. La
columna vertebral es la gran olvidada del ejercicio físico común, y
es la fuente de mayores disgustos a nivel de salud y dolores, a
partir de una edad. Todos los defectos del sedentarismo se ceban en
este conjunto de 67 articulaciones, sujetado y movido por músculos
de gran tamaño, nada fáciles de ejercitar.
Nuestra
columna vertebral es una adaptación, yo creo que no muy bien
evolucionada, de una columna de cuadrúpedo, a nuestra situación de
bipedestación actual. La marcha nórdica es prácticamente el único
ejercicio que nos ayuda a seguirla trabajando en su diseño original
para cuadrúpedos, ya que el uso de bastones para el desplazamiento
nos permite impulsarnos con brazos y piernas. La natación también
es un buen ejercicio en este sentido, aunque tiene el inconveniente
de requerir un medio especial, no siempre disponible, ni el habitual
en que nos movemos.
Sin
embargo, mi experiencia personal es que conviene complementar la
marcha nórdica con algunos ejercicios específicos de abdominales y
dorsales (lo que ahora se llama “core”) para mejorar el tono de
los grandes músculos que sostienen ese frágil prodigio de
ingeniería que es nuestra columna vertebral.
Mis
diez minutos diarios dedicados a este asunto, van seguidos de otros
diez de calentamiento, para poner mi cuerpo en condiciones de
realizar un ejercicio de cierta intensidad que, además, aprovecho
para incidir con mayor insistencia en aquellas articulaciones que
creo más débiles, en las que haya sentido alguna molestia en
sesiones anteriores, o que por cualquier razón piense que trabajo
menos.
De
la hora y media diaria de marcha nórdica no hablo, pues ya creo que
lo he dicho casi todo (digo casi porque voy continuamente encontrando
nuevas variaciones durante mis reflexiones peripatéticas). Esto es
una obligación diaria que, cuando dejo de observarla durante unos
días, como me ha sucedido en los diez que he estado en Galicia (no
dejéis de visitar este precioso rincón de nuestra España), noto
los efectos negativos de mi descuido, en forma de dolores y plagas
que normalmente no tengo.
Los
diez minutos posteriores, de estiramientos, completan las dos horas
de ejercicio físico que para mí son imprescindibles, sustituto (o
al menos minimizador) de quejas, dolores, médicos, analgésicos,
antiinflamatorios, y un largo etcétera, que gracias a estas rutinas,
casi no existen en mi vida cotidiana. Pero para valorar bien lo que
tienes, no hay nada como perderlo … gracias a Dios, sólo por un
tiempo.
Y
otra cosa: si dejáis de hacer ejercicio y empezáis a notar plagas
y dolores, no tengáis duda de que es por vuestra dejadez, y procurad
retomar la actividad física cuanto antes. La recuperación se
produce mejor y más rápida haciendo ejercicio, y además, evitamos
que aparezcan nuevos problemas a consecuencia de la inactividad
prolongada. La marcha nórdica nos va a permitir atemperar la
intensidad del ejercicio y repartirlo por partes de nuestro cuerpo no
afectadas … otra de las muchas bondades de nuestro deporte.
Así
que ya sabéis: core, calentamiento, marcha nórdica y estiramiento …
todos los días.
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