Hemos
oído repetidamente la letanía de todos los beneficios que la marcha
nórdica procura a quienes la practicamos asiduamente. Aunque
parezca el texto de un video promocional, lo cierto es que todos esos
bienes, y más, existen de verdad y, si realmente sacamos cada día
nuestros bastones del paragüero (hoy no lo dejo para el final), no
tardaremos mucho en notarlos.
Siempre
digo a mis alumnos que lo primero que van a observar cuando
práctiquen este deporte de forma habitual es lo que dejarán de
notar: esa molestia que tenían en tal o cual parte de su anatomía
cuando volvían de correr o practicar el deporte que hicieran antes
de aficionarse a la marcha nórdica; ese dolorcito persistente tras
cada sesión de ejercicio; o ese cansancio que aparecía demasiado
pronto para nuestro gusto.
Y es
que lo mejor de la marcha nórdica es que se trata de un ejercicio
tan equilibrado y racional, que no sobrecargamos ninguna parte de
nuestro cuerpo, mientras que trabajamos compensadamente casi todo.
Eso hace que las luces de aviso de “uso excesivo de nuestro
organismo” (el dolor y el cansancio), tarden más tiempo en
encenderse, con la consecuencia inmediata de poder hacer sesiones más
largas o intensas de ejercicio, en relación con lo que hacíamos con
nuestro deporte anterior … si es que practicábamos alguno.
El
descubrimiento del “plus” que los bastones (utilizados con una
sencilla pero eficacísima técnica) nos aporta, es un estímulo que
ayuda enormemente a personas que hasta ese momento han sido más bien
sedentarias, y a personas que fueron deportistas intensos, pero a los
que una lesión ocasionada por esa misma intensidad en la práctica
de un deporte demasiado desequilibrado o irracional, obligó a un
sedentarismo forzado, traumático, que todos los que siempre hemos
hecho deporte sabemos lo odioso que puede llegar a ser.
Así
pues, los bastones entran en la vida de muchos practicantes regulares
de marcha nórdica como un verdadero bálsamo, o mejor dicho, como un
“superpoder” que nos habilita para hacer cosas que nunca antes
habíamos hecho (en volumen o intensidad), o que pensábamos que no
ibamos a ser capaces de hacer de nuevo.
Y
así llegamos al sujeto de nuestra historia de hoy, Pepito
Nordimarchador: una persona de cierta edad, con un cerebro que sigue
colgado en los 20 años y, a lo mejor, un corazón entrenado, capaz
de bastante, … y todo ello, con un “superpoder” nuevo: el
descubrimiento de la marcha nórdica con todo su potencial. Pero,
ojo, que quitando el corazón y el cerebro, para los que la edad pasa
muy relativamente, todo el resto de su cuerpo (huesos, tendones,
articulaciones, …) tiene todos y cada uno de los años que este
personaje ha ido cumpliendo.
Y
Pepito, creyéndose Superman, se lanza a nuevas y excesivas
aventuras. Descubre el monte y se anima con el mundo de los
maratones y las ultratrails. Su cuerpo le manda avisos en forma de
luces rojas de dolor y cansancio; avisos que con la marcha nórdica
llegan con tiempo suficiente para poder solucionar el problema, para
parar a tiempo, no como en otros deportes. Pero Pepito ha perdido
su capacidad de leer y reaccionar a estos avisos: su nuevo superpoder
le hace indestructible. Pepito ha perdido la sensatez, esa piedra
preciosa que alimenta la práctica de la marcha nórdica y la de
cualquier otro superpoder que Dios, en su inmensa sabiduría y
bondad, nos envía a los que ya vamos teniendo unos añitos.
Y aquí se acaba
esta historia. Ahora, reflexionemos.
La
marcha nórdica es una bendición para quien la práctica. Los
beneficios que nos procura son numerosos y extraordinarios, pero
debemos practicarla con sensatez. La euforia de su descubrimiento
tiene que dar paso a una práctica sensata, conscientes de nuestras
limitaciones, atentos a los avisos que nuestro cuerpo nos envía.
La marcha nórdica
no es un superpoder. No compensa la insensata utilización de un
calzado con una suela gastada o demasiado dura, para un largo
recorrido por asfalto, o demasiado blando para un largo recorrido por
caminos pedregosos. Es la sensatez la que nos lleva a utilizar
bastones de senderismo en lugar de dragoneras de marcha nórdica
cuando el terreno por el que nos movemos incrementa el riesgo de
resvalones, tropiezos y caidas.
La
marcha nórdica tiene, como cualquier actividad humana, aspectos
negativos. Hasta ahora, en nuestro afán por promocionar la práctica
de este deporte, tan completo, racional y saludable (para mí, el que
más), hemos hecho como esos padres superprotectores que negando los
defectos obvios de sus hijos creen protegerlos de los mismos. La
marcha nórdica exige un esfuerzo de partes de nuestra anatomía que
suelen estar poco trabajadas y son, por tanto, más sensibles a esta
nueva y tardía exigencia. En mi experiencia, los codos y las
caderas. Puede que otros hayan experimentado problemas diferentes.
El
continuo apoyo, tracción y empuje sobre los bastones, convierte una
práctica habitual de 10km de marcha nórdica, en más de 13000
esfuerzos sobre los bastones, que gravitan principalmente sobre la
articulación del codo, una articulación que, a excepción de
tenistas, golfistas y ciertos trabajos de percusión, está poco
acostumbrada a tal estrés. Así, a lo largo de mis años de
práctica habitual, yo he desarrollado, sucesivamente, una
epicondilitis (codo de tenista) y una epitrocleitis (codo de
golfista)… mejor dicho, he empezado a desarrollar… porque (y esto
es una de las mejores cosas de este deporte) la marcha nórdica te
deja ver venir las lesiones desde lejos, dándote más tiempo para
reaccionar y evitarlas, algo que se puede conseguir normalmente evitando posturas forzadas, fortaleciendo la zona en peligro, disminuyendo la intensidad o la
forma de realizar el esfuerzo, intensificando los estiramientos en
esa región, y recuperándola mediante masajes, frio, reposo y, si
llega a ser necesario, un tratamiento antiinflamatorio.
El
movimiento de rotación de la cadera que exige un paso más largo de
lo normal, al que nos lleva de forma indefectible el
perfeccionamiento de la técnica, prolongando la acción sobre los
bastones por detrás del cuerpo, también obliga a un movimiento más
acentuado de la cintura pélvica. Muchos practicantes habituales de
marcha atlética y saltadores de vallas desarrollan, como yo, una
cadera en resorte, un chasquido audible producido por la tensión de
la cintilla iliotibial al pasar rozando el trocanter del fémur
durante la andadura. No es doloroso y, de nuevo, gracias al preaviso
benéfico de la marcha atlética, controlable, fortaleciendo la zona,
trabajando la movilidad de la cintura pélvica, intensificando los
estiramientos y (he observado personalmente) utilizando mallas
elásticas que proporcionen una buena sujeción a la zona, en lugar
de los típicos pantalones de running de pata ancha.
En
fin, como veis, la marcha nórdica es un bálsamo, pero no es el
Bálsamo de Fierabrás. La marcha nórdica es salud, pero tiene
aspectos negativos si nos pasamos, o si la practicamos obviando esa
otra bendición que debe presidir todas nuestras actividades: la
sensatez. Creo que ha pasado ya el tiempo de esconder la cabeza en
la arena, cual avestruz, ante estos aspectos negativos. Reconocerlos
es el primer paso para corregirlos porque, a diferencia de otros
deportes, la marcha nórdica avisa con suficiente antelación y nos
da buenas oportunidades de prevenir, antes que tener que curar.
No estaría de más
que si has tenido alguna experiencia negativa en tu práctica de la
marcha nórdica, la compartieras, en este y otros foros, para
beneficio de todos los nordimarchadores que los leen.
¡Ah, y por favor, que no se me ofenda nadie que del único que hablo en concreto es de mí mismo, y yo no me ofendo!
¡Ah, y por favor, que no se me ofenda nadie que del único que hablo en concreto es de mí mismo, y yo no me ofendo!
Hola! He leido este interesante post, y me ha gustado el apartado de las lesiones de codo. Como jugador de tenis, tambien desarrollé una epicondilitis, que según mi experiencia, no fue por malas posturas, sino por el material (justo cambie de marca de raquetas), y que tuve que quitarme con acupuntura, ya que los metodos tradicionales, tras 9 meses de lesión, no funcionaban.
ResponderEliminarAsi que el material, tambien influye en las tendinitis.
Un saludo.
Totalmente de acuerdo, Jose. El material inadecuado y la mala técnica suelen estar detrás de la mayoría de las lesiones. Las postura forzadas y exageradas, suelen hacer el resto.
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