martes, 2 de mayo de 2017

Testimonio de una nordimarchadora afectada de esclerosis múltiple

Desde que publiqué la entrada solicitando testimonios sabía que Myriam sería la primera en responder.  Desde que tuve la inmensa fortuna de conocerla, hace ya cuatro años (benditos cursos de iniciación y bendita la hora en que me decidí a que formaran una parte importante de mi vida), Myriam ha sido una evangelista de la marcha nórdica, pero, sobre todo, Myriam es una campeona de la vida, llena de generosidad e ilusión.  Os dejo su testimonio, que seguro que os llegará tan hondo como me ha llegado a mí, a pesar de conocerlo de tiempo.  Espero que el suyo anime a muchos otros a compartir con nosotros su experiencia.  Gracias, Myriam.

"Desde que empecé con la marcha nórdica a finales de 2013, los bastones se han convertido en mis segundos pies. Me han acompañado en mis viajes, en cientos de caminatas, en mi día a día... hasta tal punto que si salgo de casa, voy a hacer una distancia media o larga y se me olvidan, vuelvo a por ellos. 

No es una costumbre o un capricho, los bastones me han permitido seguir andando. Tengo esclerosis múltiple y cuando empecé a practicar la Marcha Nórdica me estaba deteriorando mucho. La fatiga no me dejaba andar más de 20 pasos, me asfixiaba, las piernas me temblaban y me tenía que sentar. Y cuanto menos hacía, menos podía.

La Esclerosis Múltiple nos debilita, nos fatiga sin que el cansancio se corresponda con el esfuerzo realizado, hace que nuestro sistema motor no funcione correctamente propiciando la pérdida de equilibrio y de movilidad, nos hace tener problemas graves de visión que entorpecen aun más nuestros movimientos... yo he experimentado personalmente que con los bastones afronto la debilidad muscular, me fatigo mucho menos, tengo menos riesgo de caerme al tener más puntos de apoyo, mejora mi postura corporal y hacen que me sienta más segura si el terreno no es uniforme porque los bastones también me sirven para calcular alturas y desniveles que mis ojos ya no perciben, evitando así traspiés y tropezones.

Cuando me diagnosticaron la enfermedad dejé de viajar: las visitas a las ciudades, a los museos o a parajes naturales suponían largas caminatas o estar mucho rato de pie, y no me sentía con fuerzas.

Desde que practico la MN he estado en casi todo el norte de España, he subido a los más alto de la Sierra de Gredos, me he recorrido los Lagos de Sanabria y los de Covadonga, he subido al Puente del Milenio (Ourense), a todas las cascadas del Monasterio de Piedra, los interminables escalones de Covadonga, los maravillosos Cañones del Sil y los Sotos del Ebro, Las Médulas, he visitado hasta el último rincón de ciudades como Monforte de Lemos, Segovia, Ourense, León, Astorga, Oviedo, Gijón, Avilés, Calatayud, Alfaro... Cada una de estas aventuras ha supuesto muchas cuestas (hacia arriba y hacia abajo), muchos escalones y muchas horas de caminata. En los museos los bastones me ayudan a estar a pie parado durante la explicaciones de los guías, ya que sin los bastones mi equilibrio se resiente si no estoy en movimiento. 

Muchas veces pensé que no podría, pero lo conseguí, descubriendo que mi resistencia ha aumentado al usar a diario los bastones. Hay días en los que mis piernas no quieren funcionar. Muchas veces descanso y cojo fuerzas, pero el tiempo justo para reponerme. Enseguida "saco mis bastones del paragüero" y a funcionar. 

En fin, no sé si la enfermedad me impedirá alguna vez andar (soy optimista y seguro que encuentran la manera de detenerla en breve), pero sí sé que con los bastones tengo armas para evitar que el deterioro avance rápido y se que me están ayudando a no perderme cosas a las que ya no podría acceder sin apoyo.

Soy una firme defensora de la Marcha Nórdica adaptada para personas con dificultades que afectan a la movilidad (Esclerosis Múltiple, Fibromialgia, Personas Mayores, etc), principalmente porque lo estoy experimentando en primera persona y porque he observado la mejoría de muchas compañeras que ya apenas caminaban. Muchas hemos cambiado las muletas por los bastones de MN y en muchos casos, nos han ayudado a retrasar el máximo tiempo posible el uso de la silla de ruedas.  Pero creo firmemente que cualquier persona, enferma o no, notará una mejoría considerable en su estado físico y mental  si práctica este deporte con frecuencia.

Hace unos meses, una médico del Equipo de Valoración de la Discapacidad me preguntó si no iría mejor con muletas que con mis bastones. Le dije la verdad: los bastones me hacen sentir mejor, no me invalidan, mejoran mi equilibrio, me ayudan en la marcha, voy más erguida, no sobrecargo los hombros. Las muletas sí. No los cambio, ni loca.

Mil gracias, Piri. Gracias a la Marcha Nórdica, que tú nos descubriste, seguimos caminando."

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