domingo, 21 de mayo de 2017

DE WHATSAPPS, BLOGS Y COMENTARIOS


Resultado de imagen de churras y merinasLos pacientes lectores de este blog, a los que nunca agradeceré bastante su paciencia y apoyo, se extrañarán del título de esta entrada, y mucho más de la imagen de la izquierda, aparentemente fuera del ámbito de la marcha nórdica, motivo y razón de noticias y reflexiones que aquí se vierten. Sin embargo, si siguen leyendo un poco más, verán que es exclusivamente en relación con nuestro deporte la reflexión que hoy hago sobre estos tres conceptos, aunque muy bien podrían extrapolarse a otros ámbitos de la vida.


Personalmente, creo que el whatsapp es como la energía nuclear: según se utilice, puede ser una bendición para el ser humano, o una desgracia para la humanidad.

Un grupo de whatsapp, más o menos reducido, formado con una finalidad concreta, y por un tiempo limitado, puede rendir inigualables servicios a sus miembros. En las tres últimas competiciones que he organizado, la red de arbitraje estuvo montada sobre un grupo de whatsapp en el que participábamos todos los árbitros. Si no hay problemas de cobertura, no hay un medio mejor, en tiempo real, de dejar a todos constancia escrita de amonestaciones, momento, lugar, dorsal, etc. El responsable del grupo, secretario del árbitro principal, controla el grupo y transmite a los cronometradores las sanciones en tiempo adecuado para no alargar el proceso de la publicación de las clasificaciones, un tema que, como se ha visto en Elburgo, puede llegar a complicar una competición que, por todo lo demás, puede haber sido perfecta.

Un grupo de whatsapp multitudinario, eterno, con un objetivo amplio y poco definido, puede ser una bomba de relojería. La ventaja de la inmediatez, que en el grupo reducido era incuestionable, aquí se convierte en un arma de doble filo, que invita a comentarios rápidos y poco reflexivos, que pueden hacer daño a miembros de tan numeroso grupo, que no dudarán en “entrar al trapo” y “liar la mundial” o, simplemente, abandonar el grupo.

Por otro lado, la mayoría de los usuarios de whatsapp dan por sentado que lo que por el grupo se transmite es indefectible e inmediatamente conocido por todos sus miembros. Sin embargo, hay algunos, entre los que me cuento, que no estamos pendientes del pipipí, o la melodía que sea, para mirar inmediatamente el móvil. Yo, concretamente, tengo cosas más importantes que hacer y personas a las que atender, durante la mayor parte de la jornada, por lo que suelo mirar el whatsapp en algún momento de asueto, a lo largo del día, el día que puedo. Además, cuando entro en el grupo y veo 100 mensajes recibidos en unas cuantas horas, tengo que reconocer que, como dice un buen amigo mío, no me puedo resistir a la tentación de “botón derecho – ELIMINAR”.

Y en llegados a este punto, me pregunto: ¿que trabajo tienen todas esas personas que pueden permitirse el lujo de estar atentos al whatasapp en horas lectivas? Al margen de la capacidad para hacer varias cosas al mismo tiempo, de la que yo reconozco carecer, ¿qué grado de atención pueden dedicar a su actividad principal, por la que cobran, si están al mismo tiempo en esos otros “rollos”? Y no hablo de los que compaginan estos “menesteres guasaperos” con la conducción. Me reservo el calificativo que normalmente viene a mi mente (y a veces a mi boca) cuando observo estas conductas que, por respeto a los lectores, sólo tacharé de insensatas.

Y entrando en el contenido de los referidos multitudinarios whatsapps, los hay de todos los colores: los escuetos que pueden ser de interés para todos los miembros del grupo (¿un 1%?), los “ladrillos” que sólo tienen por finalidad dejar constancia de lo maravilloso/a que es quién los manda, que normalmente no interesan a nadie y provocan comentarios parecidos a los omitidos por educación en el párrafo anterior (¿9%?), y los correspondientes a lo que yo llamo el “peloteo guasapero”, esa legión de “qué bien – qué bonico – cuánto me gusta – pulgares arriba – palmoteos – corazones – etc”, que pocos de los que los mandan realmente sienten, pero que hay que mandar si no quieres que te pongan “falta” o piensen que tienes algo contra el origen de esta orgásmica reacción (¿90%?).
Por todo lo expuesto, opino que no es el whatsapp el lugar adecuado para aportar y discutir opiniones ni reflexiones que, como su propio nombre indica, exigen una pausa y una racionalidad que no parece compatible con la vorágine y la inmediatez de este peligroso mecanismo.

Creo yo, que el el correo electrónico, para una audiencia escogida, y el blog, para un público general interesado en el tema concreto del blog en cuestión, son lugares más acordes a la estructuración, meditación y exposición que opiniones y reflexiones exigen.

De igual modo, los comentarios a las entradas de un blog son, pienso yo, el lugar más adecuado para exponer al autor de la opinión o reflexión, de forma racional y educada, tu acuerdo o disensión con el tema tratado, sea en el fondo o en la forma. Pocas cosas hay que me alegren más que un comentario a una entrada mía en este blog, porque ello da fe de un lector interesado y, si disiente de lo dicho, dispuesto a debatir, a polemizar, que, en definitiva, es del debate y de la polémica entre personas adultas, racionales y educadas, capaces de argumentar y de respetar opiniones ajenas, de dónde surge la luz de la razón.

Desde aquí animo a todos los lectores de este blog a comentar, cuando lo deseen, todas las entradas que en él se hagan, y muy especialmente todo lo que lleva visos de opinión o reflexión. Tengo que advertir que, si bien la falta de respeto de algún comentario me llevó a cambiar la admisión automática de los comentarios recibidos al actual estado de moderación previa por mi parte, esta moderación no pasa jamás de comprobar que no se insulta ni falta al respeto de terceras personas, y nunca entra en juzgar la opinión vertida en los comentarios recibidos. Estos son puntualmente contestados en el propio blog.

Así pues, al whatsapp lo que es del whatsapp y al blog lo que es del blog, o dicho en román paladín, no confundamos churras con merinas … y saquemos los bastones del paragüero con más asiduidad, que me han llegado quejas de algunos que se están empezando a oxidar (enrobinar, dicen por estas tierras).


Con Dios.

2 comentarios:

  1. No puedo estar más de acuerdo. Y soy seguidora de este blog.

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  2. Firmo y suscribo lo dicho por Piri, de principio a fin.

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