Competición y
entrenamiento: El hombre es el único animal que tropieza dos veces
con la misma piedra
Siento una gran curiosidad por saber qué es lo que lleva a la gente
a practicar marcha nórdica. Muchos, como yo, vienen del mundo de la
montaña y el senderismo, dónde han descubierto, normalmente a
través de un largo proceso, las ventajas de utilizar los bastones en
su afición, a veces un poco forzados por la pérdida de capacidades
que va pareja con el cumplir años (todavía hay muchos en el mundo
de la montaña que consideran que utilizar bastones es signo de
flojera).
Sin
embargo, han sido muchos más los que me han confesado que han
llegado a la marcha nórdica desde el mundo de las carreras y la
competición, en montaña, trail, maratones y medias maratones,
cuando, forzados por una lesión, bastante común en estos
macroesfuerzos, se han visto obligados a parar, pero el demonio de la
competición, que les siguió pinchando, les trajo a investigar esta
nueva “tierra prometida” de competiciones con bastones, como un
paso intermedio entre lo que hacían y el deporte paralímpico.
Hace
ya cuatro años que empecé a interesarme por las competiciones de
marcha nórdica. Las veía yo, en aquél entonces, como una solución
a la escandalosa edad media de los practicantes de nuestro deporte.
Pensaba yo que la competición añadiría un incentivo a este deporte
de “viejos y perjudicados” (la frase no es mía), que lo podría
hacer más atractivo para jóvenes y adolescentes. De manera que
comencé a participar en lo que había, primero de la mano de ese
gran aficionado que es Andrés Hidalgo (Qanzio), en un tiempo
(añorado), en el que los cuatro locos que nos atrevíamos a
competir, éramos amigos, o al menos, nos comportábamos como tales.
Aparte
del efecto balsámico para la edad media de los prácticantes de
marcha nórdica, que todos esperábamos de las competiciones y que,
desgraciadamente, no se ven, o no con la claridad y rapidez que
deseábamos, sin duda la competición es también un incentivo para
la práctica de este deporte por parte de muchos que no están tan
convencidos como yo de que ésta es la mejor actividad física que un
ser humano puede practicar. Una competición en el horizonte es un
aliciente para practicar con asiduidad o, al menos, con más
asiduidad de la normal.
Hasta
ahí bien. Porque todo lo demás de la competición, para mí, es
negativo. La competición puede devolvernos al tropiezo con la
piedra del sobreesfuerzo, por encima de nuestras capacidades, a
lesiones (a lo peor, a esas mismas lesiones por las que un día nos
pasamos a la marcha nórdica), a la práctica de una técnica
defectuosa o poco saludable (velocidad y técnica no suelen ser
buenas compañeras de viaje), y a dejar de disfrutar de nuestros
bastones y de los efectos beneficiosos que una práctica saludable y
sensata sin duda tiene.
Pero
aún hay más. Últimamente me estoy
encontrando con gente que, ya con unos años, como la mayoría de los
que hacemos ésto, se dedica a entrenar para las competiciones,
poniéndose en manos de algún gurú que parece prometer elevarlos al
olimpo de los records, y los podios, desgraciadamente, con
frecuencia, desconocedor de la técnica de nuestro deporte y de las
limitaciones de la edad. Y así pasa lo que pasa: vuelta a la piedra
de las lesiones.
Pero
eso, con todo lo que es, no es todo. Resulta que, aquel afortunado
nordimarchador que agarró los bastones huyendo del lesivo mundo de
las carreras de largo aliento, ahora, en el entrenamiento para la
competición de marcha nórdica, se pega importantes palizas
CORRIENDO. Es decir, que no entrena simplemente haciendo su marcha
nórdica, con mayor o menor rapidez y distancias, o mejor o peor técnica, sino
que, despreciando el bastonil elemento salvático, que lo sacó de su
triste situación, vuelve a CORRER, para preparar sus competiciones
de marcha nórdica (?!). Mon Dieu! ...que diría un gabacho.
Por
favor, recapacitemos. Si correr te destrozó, y los bastones te
devolvieron a la vida, ¡no dejes de utilizarlos para volver a
correr, para competir en marcha nórdica! Sé sensato. Compite todo
lo que quieras, pero sé consciente de la edad que tienes y de tus
posibilidades. La competición no debe evitar que disfrutemos a
diario de nuestros bastones. El cumplir años nos debe servir, sobre
todo, para saber cómo disfrutar al máximo de los años que nos
quedan. Volver a cometer los errores que nos dañaron, no es el
mejor camino porque, además, cada lesión es más difícil de
recuperar con cada año que pasa. Practica todos los días, con una
buena y saludable técnica, y eso debe ser suficiente para que, si te
apetece, puedas participar de forma segura en cualquier competición.
Pero, por lo que más quieras, no dejes los bastones en el paragüero
para entrenar para una competición de marcha nórdica. ¡Porfa!
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