domingo, 24 de septiembre de 2017

Competición y entrenamiento: El hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra

Siento una gran curiosidad por saber qué es lo que lleva a la gente a practicar marcha nórdica. Muchos, como yo, vienen del mundo de la montaña y el senderismo, dónde han descubierto, normalmente a través de un largo proceso, las ventajas de utilizar los bastones en su afición, a veces un poco forzados por la pérdida de capacidades que va pareja con el cumplir años (todavía hay muchos en el mundo de la montaña que consideran que utilizar bastones es signo de flojera).

Sin embargo, han sido muchos más los que me han confesado que han llegado a la marcha nórdica desde el mundo de las carreras y la competición, en montaña, trail, maratones y medias maratones, cuando, forzados por una lesión, bastante común en estos macroesfuerzos, se han visto obligados a parar, pero el demonio de la competición, que les siguió pinchando, les trajo a investigar esta nueva “tierra prometida” de competiciones con bastones, como un paso intermedio entre lo que hacían y el deporte paralímpico.

Hace ya cuatro años que empecé a interesarme por las competiciones de marcha nórdica. Las veía yo, en aquél entonces, como una solución a la escandalosa edad media de los practicantes de nuestro deporte. Pensaba yo que la competición añadiría un incentivo a este deporte de “viejos y perjudicados” (la frase no es mía), que lo podría hacer más atractivo para jóvenes y adolescentes. De manera que comencé a participar en lo que había, primero de la mano de ese gran aficionado que es Andrés Hidalgo (Qanzio), en un tiempo (añorado), en el que los cuatro locos que nos atrevíamos a competir, éramos amigos, o al menos, nos comportábamos como tales.

Aparte del efecto balsámico para la edad media de los prácticantes de marcha nórdica, que todos esperábamos de las competiciones y que, desgraciadamente, no se ven, o no con la claridad y rapidez que deseábamos, sin duda la competición es también un incentivo para la práctica de este deporte por parte de muchos que no están tan convencidos como yo de que ésta es la mejor actividad física que un ser humano puede practicar. Una competición en el horizonte es un aliciente para practicar con asiduidad o, al menos, con más asiduidad de la normal.

Hasta ahí bien. Porque todo lo demás de la competición, para mí, es negativo. La competición puede devolvernos al tropiezo con la piedra del sobreesfuerzo, por encima de nuestras capacidades, a lesiones (a lo peor, a esas mismas lesiones por las que un día nos pasamos a la marcha nórdica), a la práctica de una técnica defectuosa o poco saludable (velocidad y técnica no suelen ser buenas compañeras de viaje), y a dejar de disfrutar de nuestros bastones y de los efectos beneficiosos que una práctica saludable y sensata sin duda tiene.

Pero aún hay más. Últimamente me estoy encontrando con gente que, ya con unos años, como la mayoría de los que hacemos ésto, se dedica a entrenar para las competiciones, poniéndose en manos de algún gurú que parece prometer elevarlos al olimpo de los records, y los podios, desgraciadamente, con frecuencia, desconocedor de la técnica de nuestro deporte y de las limitaciones de la edad. Y así pasa lo que pasa: vuelta a la piedra de las lesiones.

Pero eso, con todo lo que es, no es todo. Resulta que, aquel afortunado nordimarchador que agarró los bastones huyendo del lesivo mundo de las carreras de largo aliento, ahora, en el entrenamiento para la competición de marcha nórdica, se pega importantes palizas CORRIENDO. Es decir, que no entrena simplemente haciendo su marcha nórdica, con mayor o menor rapidez y distancias, o mejor o peor técnica, sino que, despreciando el bastonil elemento salvático, que lo sacó de su triste situación, vuelve a CORRER, para preparar sus competiciones de marcha nórdica (?!). Mon Dieu! ...que diría un gabacho.


Por favor, recapacitemos. Si correr te destrozó, y los bastones te devolvieron a la vida, ¡no dejes de utilizarlos para volver a correr, para competir en marcha nórdica! Sé sensato. Compite todo lo que quieras, pero sé consciente de la edad que tienes y de tus posibilidades. La competición no debe evitar que disfrutemos a diario de nuestros bastones. El cumplir años nos debe servir, sobre todo, para saber cómo disfrutar al máximo de los años que nos quedan. Volver a cometer los errores que nos dañaron, no es el mejor camino porque, además, cada lesión es más difícil de recuperar con cada año que pasa. Practica todos los días, con una buena y saludable técnica, y eso debe ser suficiente para que, si te apetece, puedas participar de forma segura en cualquier competición. Pero, por lo que más quieras, no dejes los bastones en el paragüero para entrenar para una competición de marcha nórdica. ¡Porfa!

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