lunes, 13 de abril de 2020

MI VISIÓN DE LA MARCHA NÓRDICA (X). COROLARIO, A MODO DE ENVÍO


13 – COROLARIO, A MODO DE ENVÍO

La marcha nórdica no es senderismo, ni carrera por montaña, ni competición, aunque su técnica sea de gran ayuda para todo esto. La marcha nórdica es un deporte que, fundamentalmente, nos proporciona salud, gracias a una técnica bien asimilada, perfeccionada y ejecutada.

Hay gente que, aún reconociendo los beneficios de la marcha nórdica, no da a la técnica la importancia que tiene. Y es que la costumbre de andar, de por sí, es beneficiosa. Y más aún la costumbre de andar con unos bastones que, mal que bien, siempre nos van a proporcionar equilibrio y apoyo, muy bien venido cuando los años y las lesiones nos hacen triste y dolorosamente conscientes de la debilidad y fragilidad de nuestras piernas.

Hay mucha gente por ahí (no señalo a nadie) que piensa que hace marcha nórdica porque anda con bastones, y porque nota la diferencia de usarlos a no usarlos. ¡Enhorabuena! … sinceramente. Pero la marcha nórdica es mucho más que eso, y los beneficios que nos puede reportar son estratosféricamente mayores que los que percibimos con el simple “andar con bastones”. Y es una pena que tanta gente, quedándose en la antesala de este extraordinario deporte, por desconocimiento o autosuficiencia, se vea privada de tantos y tan buenos dividendos.

La marcha nórdica consiste en andar de forma natural y completa, utilizando dos bastones con una técnica que nos permita sacarles el máximo beneficio. Cuando hacemos marcha nórdica, no inventamos una nueva forma de andar; el movimiento natural de la marcha se mantiene (yo diría que se perfecciona) cuando andamos con los bastones; pero andando de forma completa, es decir, no saliendo a pasear y fotografiar las mariposas, o ver escaparates, o hablar por el móvil, o hacer carreritas … vamos, lo que viene siendo salir a ANDAR. Pero, además (y esto es lo que diferencia la marcha nórdica del simple andar con bastones) lo hacemos utilizando los bastones con una técnica que nos permita hacer de ellos herramientas perfectas para obtener los máximos beneficios de su uso, tanto para nuestra propia salud (poniendo en movimiento el mayor número posible de músculos y articulaciones de nuestro cuerpo) como para nuestra progresión (facilitándonos un desplazamiento lo más eficaz y seguro posible).


El curso de iniciación a la marcha nórdica, la bondad del instructor y la atención y el interés con que los alumnos lo sigan, van a marcar de forma crucial el futuro de los mismos como nordimarchadores y, sobre todo, los beneficios que van a conseguir con la práctica de este deporte. El curso debe proporcionar a los asistentes una base técnica suficiente para que puedan empezar a practicar, disfrutando de sus bastones, y a percibir las posibilidades de este deporte; pero también debe proporcionarles una clara visión anticipada de la técnica completa y de sus beneficios, así como de los métodos y pautas para conseguirla. El instructor debe tener todo esto claro y sistematizado, para ser capaz de transmitirlo a los alumnos en el tiempo disponible del curso, y éstos deben salir con una idea muy clara de sus posibilidades actuales, el camino a seguir, y los beneficios a los que pueden aspirar con el posterior perfeccionamiento técnico.

Un braceo amplio y coordinado, con un agarre potente del bastón al clavar, con un trabajo activo del pie desde el talón a la punta, con una buena contrarrotación de caderas y hombros, adecuada inclinación de los bastones y suficiente tracción/impulso sobre ellos, nos asegurará un sano ejercicio para todas nuestras articulaciones, incluidas las 67 de nuestra columna vertebral, tan importante y tan olvidada (hasta que llega a dolernos, por ese mismo descuido), o las 23 de cada extremo de nuestras cuatro articulaciones, tan obviadas y desdeñadas (hasta que las deformaciones y la artrosis nos las recuerdan), bien oxigenadas y regadas por un sistema circulatorio adecuadamente ejercitado y potenciado.

Esta es la diferencia. Cualquier ejercicio es preferible a la inactividad, y nos proporciona ventajas apreciables. Pero la marcha nórdica, con su buena técnica, marca una clara diferencia con los demás deportes, y merece la pena el esfuerzo de su perfeccionamiento. Eso lo sabemos bien los que hemos convertido su práctica cotidiana en religión y, como buenos evangelistas, tratamos de transmitir nuestra experiencia a cuantos quieran escucharnos.

No es este un deporte para competir, aunque se pueda hacer, ni para socializar y disfrutar de la naturaleza, aunque esto también sea posible. Para todo eso ya están las carreras y el senderismo. La verdadera bondad de este deporte, lo que lo hace único, es la posibilidad de nos da, a todos, en cualquier entorno, de disfrutar haciendo un ejercicio sano, equilibrado, racional y completo. Las sensaciones que nos aportará la práctica habitual de una buena técnica nos animará a gastar más en zapatillas, en la inteligencia de que lo ahorraremos en médicos y medicinas … lesiones y dolores.

La misa acaba con el envío: habéis recapacitado sobre lo que habéis hecho, habéis oído la Palabra de Dios, habéis hecho buenos propósitos, os habéis fortalecido para hacer el bien … pues ¡ala, salid ahí fuera y hacedlo! Yo he concebido este corolario a esta serie de “Mi Visión de la Marcha Nórdica” como una forma de envío. Ya os he dicho todo lo que os tenía de decir, todo lo que para mí tiene la marcha nórdica. He intentado motivaros como mejor he podido. Si habéis llegado hasta aquí, leyendo todo lo que os he escrito, creo que estáis convencidos, de manera que, ¡coged vuestros bastones y salid ahí fuera y hacedlo!

Ya sabes, saca tus bastones del paragüero y trata de mejorar tu técnica, pero sobre todo, no dejes nunca de disfrutar con la marcha nórdica, no te hagas daño y haz un buen ejercicio, ¡el mejor! No te arrepentirás.

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