Myriam fue una de mis primeras alumnas, en unos cursos/actividades que organicé para la Asociación de Afectados de Fibromialgia de Cartagena. Desde el primer momento vio el potencial de la marcha nórdica para este colectivo de personas a las que la vida ha tratado con más dureza de lo normal.
Yo también vi el potencial de Myriam, que enseguida se convirtió en lo que yo llamo una "evangelista de la marcha nórdica": esas personas que creen, practican y predican las bondades de nuestro deporte, y que son las principales "culpables" de su imparable promoción y difusión.
Myriam es, aparte de una campeona de la vida, una activa trabajadora social, responsable de la Asociación de Esclerosis Múltiple de Cartagena y Comarca. Cada vez que me llama para que hagamos un nuevo curso, me agarro a su ofrecimiento como a un clavo ardiendo; como ellos se agarran a cualquier posibilidad de luchar contra la progresión de su enfermedad.
Ayer tuvimos un nuevo curso al que asistieron dos docenas de afectados y familiares, que llenaron mi mañana del domingo de sabiduría, alegría y sentido. No tengo muy claro hasta qué punto le fueron de utilidad mis conocimientos y lo que les enseñé (Dios quiera que mucho). Sí que tengo muy claro todo lo que yo aprendí de ellos: a ver y disfrutar de lo positivo de cada día, superando todo lo demás.
Yo suelo decir que la vida es como una corrida de toros, en la que cada uno de nosotros es el torero. Cada mañana nos levantamos, nos ponemos el traje de torear, nos preparamos y encomendamos como podemos y nos tiramos al ruedo de la vida. A veces, nos sale un buen toro y hacemos una faena de mérito, o más o menos decorosa. Otras, nos sale un morlaco arreón y resabiado, y hacemos una faena de aliño, esperando que el día siguiente sea mejor. A veces nos llevamos un revolcón, más o menos grave. ... A esta gente le ha tocado lidiar una ganadería mal presentada y encarada, todos los días, y lo más asombroso es que cortan dos orejas y rabo en cada faena.
En un curso normal, a lo largo de las cuatro horas y media que suelo dedicarle, veo cómo mis alumnos aprenden la técnica básica y entienden los parámetros de evolución para su perfeccionamiento personal de la misma. La experiencia siempre es satisfactoria para mí, y creo que para ellos.
En los cursos con estos campeones de la vida, tengo que abandonar mis rutinas didácticas para adaptarme a las necesidades concretas de cada uno. Es un reto, que nunca sé si encaro correctamente. Siempre tengo la sensación de que podría haberlo hecho mejor. Pero la relación personal con cada alumno, el trato conjunto de cada situación y el intento de diseñar entre los dos un camino particular para su práctica, me produce un retorno y una satisfacción difícil de explicar, muy por encima de las muchas que me procuran los cursos cotidianos.
En el curso de ayer me volví a encontrar con viejos conocidos, que siguen teniendo fe en sus bastones, aunque no todos los saquen del paragüero con la frecuencia que deberían, o que a ellos les gustaría. Y también tuve la oportunidad de conocer nuevos alumnos, ilusionados y esperanzados ante lo que los bastones pueden darle: soporte, equilibrio e impulso, que les devuelva a una movilidad normal que todos deberían tener
Aunque todos ellos merecen una citación por su forma de "torear", quiero dedicar un especial recuerdo a Paloma, una chica preciosa, por fuera y por dentro, afectada, entre otras cosas, de ataxia cerebelosa, una pérdida de coordinación muscular provocada por una lesión en el cerebelo. Verla esforzarse hasta la extenuación, impulsada por su ilusión, con la ayuda de los bastones, y la increíble dedicación de sus padres, fue una imagen que no olvidaré mientras viva. Dios quiera que un día me encuentre con alguno de ellos y me digan, como tantos, que su vida cambió desde que descubrieron la marcha nórdica. Se lo merecen.
Mucha gente se extraña de que no cobre por esto ... y yo me pregunto, ¿cómo podría cobrar cuando soy yo el que debería pagar por todo lo que recibo? Soy un privilegiado, y la marcha nórdica tiene una buena parte de culpa.
Desde EMACC, la Asociación de Esclerosis Múltiple de Cartagena y Comarca, nunca podremos agradecerte lo suficiente todo lo que haces por nosotros. Nos regalas tu tiempo y tus conocimientos y nos enseñas a superar nuestras dificultades de equilibrio, coordinación, estabilidad en la marcha, impulso... y tantas cosas. Muchas, muchas, muchas gracias.
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