miércoles, 16 de agosto de 2017

MARCHA NÓRDICA, SALUD Y SENSATEZ

Hemos oído repetidamente la letanía de todos los beneficios que la marcha nórdica procura a quienes la practicamos asiduamente. Aunque parezca el texto de un video promocional, lo cierto es que todos esos bienes, y más, existen de verdad y, si realmente sacamos cada día nuestros bastones del paragüero (hoy no lo dejo para el final), no tardaremos mucho en notarlos.

Siempre digo a mis alumnos que lo primero que van a observar cuando práctiquen este deporte de forma habitual es lo que dejarán de notar: esa molestia que tenían en tal o cual parte de su anatomía cuando volvían de correr o practicar el deporte que hicieran antes de aficionarse a la marcha nórdica; ese dolorcito persistente tras cada sesión de ejercicio; o ese cansancio que aparecía demasiado pronto para nuestro gusto.

Y es que lo mejor de la marcha nórdica es que se trata de un ejercicio tan equilibrado y racional, que no sobrecargamos ninguna parte de nuestro cuerpo, mientras que trabajamos compensadamente casi todo. Eso hace que las luces de aviso de “uso excesivo de nuestro organismo” (el dolor y el cansancio), tarden más tiempo en encenderse, con la consecuencia inmediata de poder hacer sesiones más largas o intensas de ejercicio, en relación con lo que hacíamos con nuestro deporte anterior … si es que practicábamos alguno.

El descubrimiento del “plus” que los bastones (utilizados con una sencilla pero eficacísima técnica) nos aporta, es un estímulo que ayuda enormemente a personas que hasta ese momento han sido más bien sedentarias, y a personas que fueron deportistas intensos, pero a los que una lesión ocasionada por esa misma intensidad en la práctica de un deporte demasiado desequilibrado o irracional, obligó a un sedentarismo forzado, traumático, que todos los que siempre hemos hecho deporte sabemos lo odioso que puede llegar a ser.

Así pues, los bastones entran en la vida de muchos practicantes regulares de marcha nórdica como un verdadero bálsamo, o mejor dicho, como un “superpoder” que nos habilita para hacer cosas que nunca antes habíamos hecho (en volumen o intensidad), o que pensábamos que no ibamos a ser capaces de hacer de nuevo.

Y así llegamos al sujeto de nuestra historia de hoy, Pepito Nordimarchador: una persona de cierta edad, con un cerebro que sigue colgado en los 20 años y, a lo mejor, un corazón entrenado, capaz de bastante, … y todo ello, con un “superpoder” nuevo: el descubrimiento de la marcha nórdica con todo su potencial. Pero, ojo, que quitando el corazón y el cerebro, para los que la edad pasa muy relativamente, todo el resto de su cuerpo (huesos, tendones, articulaciones, …) tiene todos y cada uno de los años que este personaje ha ido cumpliendo.

Y Pepito, creyéndose Superman, se lanza a nuevas y excesivas aventuras. Descubre el monte y se anima con el mundo de los maratones y las ultratrails. Su cuerpo le manda avisos en forma de luces rojas de dolor y cansancio; avisos que con la marcha nórdica llegan con tiempo suficiente para poder solucionar el problema, para parar a tiempo, no como en otros deportes. Pero Pepito ha perdido su capacidad de leer y reaccionar a estos avisos: su nuevo superpoder le hace indestructible. Pepito ha perdido la sensatez, esa piedra preciosa que alimenta la práctica de la marcha nórdica y la de cualquier otro superpoder que Dios, en su inmensa sabiduría y bondad, nos envía a los que ya vamos teniendo unos añitos.

Y aquí se acaba esta historia. Ahora, reflexionemos.

La marcha nórdica es una bendición para quien la práctica. Los beneficios que nos procura son numerosos y extraordinarios, pero debemos practicarla con sensatez. La euforia de su descubrimiento tiene que dar paso a una práctica sensata, conscientes de nuestras limitaciones, atentos a los avisos que nuestro cuerpo nos envía.

La marcha nórdica no es un superpoder. No compensa la insensata utilización de un calzado con una suela gastada o demasiado dura, para un largo recorrido por asfalto, o demasiado blando para un largo recorrido por caminos pedregosos. Es la sensatez la que nos lleva a utilizar bastones de senderismo en lugar de dragoneras de marcha nórdica cuando el terreno por el que nos movemos incrementa el riesgo de resvalones, tropiezos y caidas.

La marcha nórdica tiene, como cualquier actividad humana, aspectos negativos. Hasta ahora, en nuestro afán por promocionar la práctica de este deporte, tan completo, racional y saludable (para mí, el que más), hemos hecho como esos padres superprotectores que negando los defectos obvios de sus hijos creen protegerlos de los mismos. La marcha nórdica exige un esfuerzo de partes de nuestra anatomía que suelen estar poco trabajadas y son, por tanto, más sensibles a esta nueva y tardía exigencia. En mi experiencia, los codos y las caderas. Puede que otros hayan experimentado problemas diferentes.

El continuo apoyo, tracción y empuje sobre los bastones, convierte una práctica habitual de 10km de marcha nórdica, en más de 13000 esfuerzos sobre los bastones, que gravitan principalmente sobre la articulación del codo, una articulación que, a excepción de tenistas, golfistas y ciertos trabajos de percusión, está poco acostumbrada a tal estrés. Así, a lo largo de mis años de práctica habitual, yo he desarrollado, sucesivamente, una epicondilitis (codo de tenista) y una epitrocleitis (codo de golfista)… mejor dicho, he empezado a desarrollar… porque (y esto es una de las mejores cosas de este deporte) la marcha nórdica te deja ver venir las lesiones desde lejos, dándote más tiempo para reaccionar y evitarlas, algo que se puede conseguir normalmente evitando posturas forzadas, fortaleciendo la zona en peligro, disminuyendo la intensidad o la forma de realizar el esfuerzo, intensificando los estiramientos en esa región, y recuperándola mediante masajes, frio, reposo y, si llega a ser necesario, un tratamiento antiinflamatorio.

El movimiento de rotación de la cadera que exige un paso más largo de lo normal, al que nos lleva de forma indefectible el perfeccionamiento de la técnica, prolongando la acción sobre los bastones por detrás del cuerpo, también obliga a un movimiento más acentuado de la cintura pélvica. Muchos practicantes habituales de marcha atlética y saltadores de vallas desarrollan, como yo, una cadera en resorte, un chasquido audible producido por la tensión de la cintilla iliotibial al pasar rozando el trocanter del fémur durante la andadura. No es doloroso y, de nuevo, gracias al preaviso benéfico de la marcha atlética, controlable, fortaleciendo la zona, trabajando la movilidad de la cintura pélvica, intensificando los estiramientos y (he observado personalmente) utilizando mallas elásticas que proporcionen una buena sujeción a la zona, en lugar de los típicos pantalones de running de pata ancha.

En fin, como veis, la marcha nórdica es un bálsamo, pero no es el Bálsamo de Fierabrás. La marcha nórdica es salud, pero tiene aspectos negativos si nos pasamos, o si la practicamos obviando esa otra bendición que debe presidir todas nuestras actividades: la sensatez. Creo que ha pasado ya el tiempo de esconder la cabeza en la arena, cual avestruz, ante estos aspectos negativos. Reconocerlos es el primer paso para corregirlos porque, a diferencia de otros deportes, la marcha nórdica avisa con suficiente antelación y nos da buenas oportunidades de prevenir, antes que tener que curar.

No estaría de más que si has tenido alguna experiencia negativa en tu práctica de la marcha nórdica, la compartieras, en este y otros foros, para beneficio de todos los nordimarchadores que los leen.

¡Ah, y por favor, que no se me ofenda nadie que del único que hablo en concreto es de mí mismo, y yo no me ofendo!


2 comentarios:

  1. Hola! He leido este interesante post, y me ha gustado el apartado de las lesiones de codo. Como jugador de tenis, tambien desarrollé una epicondilitis, que según mi experiencia, no fue por malas posturas, sino por el material (justo cambie de marca de raquetas), y que tuve que quitarme con acupuntura, ya que los metodos tradicionales, tras 9 meses de lesión, no funcionaban.
    Asi que el material, tambien influye en las tendinitis.

    Un saludo.

    ResponderEliminar
  2. Totalmente de acuerdo, Jose. El material inadecuado y la mala técnica suelen estar detrás de la mayoría de las lesiones. Las postura forzadas y exageradas, suelen hacer el resto.

    ResponderEliminar

Si estás registrado en este blog, tus comentarios son más que bienvenidos. La moderación de comentarios, por mi parte, se limita a evitar los que falten al respeto mínimo debido a otras personas, y nunca a censurar opiniones contrarias a las mías.