jueves, 24 de agosto de 2023

Marcha atlética vs. Marcha nórdica

 Habiendo sido testigo de los cuatro oros conseguidos en estos días por la marcha atlética española, y tras visualizar varias veces, en directo y diferido, la marcha de nuestros representantes en sus respectivas competiciones, me pide el cuerpo retomar este asunto, que ya traté en una entrada del año 2015, cuando los primeros reglamentos regionales de competición de marcha nórdica citaban el uso de la técnica de la marcha atlética como una de las causas de descalificación. Me costó años de “cruzada” conseguir que este asunto desapareciera del actual reglamento de competición de marcha nórdica, y al final la lógica se impuso, aunque hay árbitros que siguen persiguiendo a quienes hagan algo que se parezca a la marcha atlética. En este enlace podéis revisitar la entrada citada, totalmente válida tras ocho años, con las naturales prevenciones acerca de la vigencia de los reglamentos que en ella se citan.

En esta ocasión, por tanto, me voy a limitar a hacer una comparación somera de las competiciones de marcha atlética y de marcha nórdica, atendiendo a sus características y diferencias, con la intención de apuntar algunos aspectos que pueden darnos la clave de por qué, aún siendo mucho menos saludable que nuestro deporte, la marcha atlética va a más como deporte competitivo, mientras que la nuestra no avanza en absoluto en ese aspecto.

Lo primero que llama la atención de una competición de marcha atlética es su celebración en circuitos urbanos de longitud limitada (normalmente 2 km), a pesar de tratarse de pruebas de largo aliento (en la actualidad 20 y 35 km).

Sin duda, la razón está el carácter técnico de esta disciplina. Una carrera se puede realizar en cualquier escenario, en circuitos de cualquier dimensión o en línea, y con todo tipo de desniveles, porque al correr no hay que vigilar la observancia de una técnica definida. Una prueba de marcha exige la realización de una técnica que asegure que los marchadores no corren, es decir, que en ningún momento tienen los dos pies en el aire (tiempo de suspensión o vuelo). Eso lo comprueban los árbitros de marcha atlética “a simple vista”, utilizando un mínimo de ocho jueces de marcha a los largo del recorrido de dos km (uno de ida y otro de vuelta), con lo que habrá un juez cada 125m, de manera que, en todo momento, cualquier marchador estará dentro del campo de visión de, al menos, dos árbitros de recorrido, que sólo tendrán de comprobar lo dicho sobre los pies y que la pierna de apoyo esté vertical cuando pasa bajo el centro de gravedad del marchador.

A mí me sigue llamando la atención que, a día de hoy, el reglamento de competiciones de marcha nórdica no defina en ningún momento el escenario de la competición, ni en sus dimensiones de circuitos, ni en los firmes, ni en las pendientes. Así, nos podemos encontrar una competición en línea, con pendientes que impiden la realización correcta de la técnica y firmes que provoquen accidentes y caídas. Y todo esto “controlado” por tres o cuatro árbitros de recorrido, alguno en bicicleta, que para una distancia media de 15 km nos da una densidad de un árbitro cada 4 o 5 km, que llevará a cualquier competidor “espabilado” a poder burlar la vigilancia de un juez durante la mayor parte de la competición, para desesperación de otro que puede llevar al “ciclista” pegado durante toda la prueba. Y estos árbitros deberán asegurar que nunca estén los dos pies en el aire, nunca estén los dos bastones en el aire, que el codo pase del torso a cada paso, que la mano pase de la cadera a cada paso, que no haya una oscilación lateral excesiva, que la mano sujete firmemente la empuñadura en el momento de apoyar el bastón, que los bastones se utilicen activamente en todo momento, que la entrada del pie al suelo se produzca por el talón, … y todo esto, a simple vista.

Para mí está claro que esto nunca va a progresar. Los reglamentos de los países vecinos no coinciden en todos estos preceptos y las competiciones de marcha nórdica están en distintas federaciones en cada uno de ellos (en España, en la de Deportes de Montaña y Escalada ?!).

Pero, por otro lado, ¿realmente queremos que esto progrese? Personalmente, a pesar que que fui uno de los pioneros de nuestro país en la organización de competiciones de marcha nórdica, me confirmo en mi idea de que la marcha nórdica es un deporte no competitivo. En aquellos primeros años, yo pensaba que la competición traería gente joven a nuestro deporte, algo que las listas de participación de las competiciones sigue demostrando que es una quimera. La marcha nórdica es un deporte cuya principal virtud es la salud que aporta a sus practicantes habituales, que suele ser, como es lógico, gente mayor, preocupada por su salud, a los que las competiciones pueden hacer mucho daño, en detrimento de esa virtud principal de nuestro deporte.


Las competiciones, sobre todo a partir de unas edades, no son buenas.
Cualquier prueba deportiva de tipo competitivo conlleva unos objetivos que a menudo obligan a no tener en cuenta los requisitos para una práctica deportivo saludable y exenta de lesiones. Los competidores de marcha atlética que persisten en el tiempo, con kilometraje excesivo, acaban con lesiones de rodillas, tibiales anteriores, osteopatías de pubis o prótesis de caderas. Para estos, también, una retirada a tiempo y su pase a una práctica de marcha nórdica sana, lúdica y deportiva, puede suponer un posibilidad de prevención de males fatales y el poder prolongar su práctica deportiva hasta una edad muy avanzada.

Enhorabuena, Alvaro y María, pero no me digáis que no es para pensárselo ... después de Paris 2024.


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