Si
bien es cierto que no coincido con muchos de mis alumnos a la hora de
mi práctica diaria de marcha nórdica, es raro que no me cruce cada
día con varios de ellos que siempre, me agrada decirlo, me saludan
cariñosamente por mi nombre. Yo siempre contesto al saludo, aunque
no siempre recuerdo el nombre del saludado, cosa que, aunque
comprensible, teniendo en cuenta el número de alumnos formados,
siempre me deja mal sabor de boca… pero mi memoria es la que es, y
no mejora con la edad. Espero que ellos lo entiendan y me disculpen,
que no por no recordar su nombre los aprecio menos.
Pero
no es de saludos, ni de memorias, de lo que quería hablar hoy, sino
de la “deformación profesional” (yo prefiero llamarlo “celo
pedagógico”) que me lleva a observar el grado de perfeccionamiento
técnico que cada uno de ellos va alcanzando.
A
pesar de que resulta evidente su progresión general, ese celo
pedagógico me impulsa siempre a fijarme en lo que podrían hacer
mejor, y me deja siempre con un comentario en los labios que, salvo
muy raras excepciones, con gente con la que tengo gran confianza y
amistad, se queda justo ahí, en los labios.
Y es
que todos y cada uno de mis alumnos que veo practicando marcha
nórdica de forma habitual se merecen el mayor de mis respetos y
admiración. Desde el que hace podios en todas las competiciones
nacionales en las que participa, hasta el que coge los bastones
esporádicamente, pasando por toda la gama intermedia de
nordimarchadores que, habiendo entendido la grandeza y ventajas de la
práctica de este deporte, lo han colocado entre sus prioridades y lo
practican, perfeccionando la técnica en mayor o menor grado.
No
quiero, por tanto, vulnerar ese respeto con un comentario que, aún
naciendo de un justificable interés de docente responsable, pudiera
no ser bien entendido o recibido por la persona objeto del mismo. Es
por eso que sólo en los contados casos en los que mi alumno me pide
una opinión, yo procuro ayudarle mediante consejos a mejorar en la
fase de perfeccionamiento técnico en la que se encuentre.
Lo
mismo me sucede cuando observo un video, o imágenes en general, de
una competición. Desde aquí he defendido la conveniencia
(necesidad, diría yo) de grabar las competiciones, del modo más
profesional posible, por la oportunidad que esta grabación
proporciona a organizadores, jueces y competidores para diseccionar
pausadamente y valorar su actuación y técnica durante la
competición, con el objetivo principal de identificar áreas de
mejora. Es algo que no cuesta mucho, ni en términos económicos ni
de esfuerzo, y hablo con conocimiento de causa, ya que yo lo he hecho
en las cuatro competiciones que he organizado.
Cierto
es que cumple tratar estas imágenes con la delicadeza que se debe a
cualquier cosa que entra en el terreno de lo personal. Es por esto
que sólo he ofrecido comentarios sobre dichas imágenes a quienes me
los han pedido, y he procurado limitar las imágenes compartidas con
cada uno a aquellas del grupo reducido que incluía al interesado.
Naturalmente, en los montajes realizados para cursos de formación de
árbitros o competidores, no existen estas limitaciones, aunque he
procurado limitar al máximo posible la facilidad de identificación
de personas concretas mediante la ocultación de caras y dorsales,
aunque esto no siempre es posible en un mundo en el que no hay tumba
al soldado desconocido, porque todos nos conocemos.
La
técnica es muy importante en la marcha nórdica. La competición
sacrifica la técnica en aras de la velocidad y, muchas veces a costa
de la propia salud. Cuanto más compitamos, más relevancia adquiere
el perfeccionamiento técnico, para que durante los sacrificios de la
competición, mantengamos una técnica suficiente que nos asegure la
ausencia de tarjetas … y de lesiones (nunca debemos obviar las
señales de alerta de nuestro cuerpo: cansancio y dolor).
Y el
perfeccionamiento técnico depende del interés y el esfuerzo de cada
uno. La marcha nórdica es un ejercicio simple y tanto la técnica
como las pautas para el mejoramiento de la misma, deben quedar
impresas en el nordimarchador desde el mimo día de su curso de
iniciación. Es misión de todo buen instructor el que esto sea así.
El
problema principal para el perfeccionamiento técnico es la falta de
percepción objetiva de lo que hacemos en cada momento. En una
entrada de febrero pasado, en este mismo blog (http://nordicartagena.blogspot.com.es/2018/02/propiocepcion-y-marcha-nordica.html), insistía sobre la
importancia de la propiocepción del nordimarchador y daba un
decálogo de puntos de referencia de auto-observación de la técnica
que, junto con la observación de grabaciones, pueden ser una buena
herramienta de ayuda en este empeño.
El
entrenador personal es otra solución, pero mi experiencia me dice
que son difíciles de encontrar (quiero decir los buenos, los que
realmente saben lo que hacen) y, por ende, caros. Y además,
utilizando esta vía corremos el grave peligro de caer en manos de
los muchos “aficionados” que, a pesar de su supuesta buena fe,
pueden causarnos daños irreparables … siendo igual de caros que
los buenos.
Pero
lo importante no es la competición, ni siquiera el perfeccionamiento
técnico, sino que disfrutes con tus bastones cada día, de manera,
que ¡al paragüero a por ellos!
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