martes, 14 de junio de 2022

CON BASTONES POR LA ESPAÑA VACIADA

 

¡Colinas plateadas,
grises alcores, cárdenas roquedas
Campos de Soria
donde parece que las rocas sueñan,
conmigo vais! …

Me habéis llegado al alma,
¿o acaso estabais en el fondo de ella? “

Campos de Soria, Antonio Machado

Nadie como D. Antonio ha sabido retratar el corazón de esta tierra. Sin embargo, el joven profesor de francés, aunque seguro que visitó la Laguna Negra (La Tierra de Alvargonzález), la Fuentona (cerca de Calatañazor) y el archifamoso Cañón del Rio Lobo, tres preciosos humedales que se escapan de la repetida sonoridad del canto a la castellana roqueda soriana, dudo que el poeta visitara la Sierra Cebollera, ya en la Rioja, pero apenas a medio centenar de kilómetros de la Soria mística y guerrera, en torno a la que el Duero traza su curva de ballesta.

Dudo que D. Antonio visitara este enclave de la comarca de Cameros, nada más rebasar el Puerto de Piqueras, ahora tan cómodamente por su túnel, doblando hacia el oeste, tras circunvalar el homónimo embalse, hacia Villoslada de Cameros, donde se ubica un completo centro de interpretación del parque natural de la Sierra Cebollera, rodeado de acogedores alojamientos y bien guarnidos restaurantes dónde degustar los múltiples manjares culinarios de la región. Dudo, digo, que D. Antonio visitara esta zona y no la retratase con su cercana poesía, pues supongo que habría quedado tan gratamente impresionado como yo, y pocas cosas escapaban al ojo y la pluma de tan sensible observador.

Desde Villoslada, parte una carretera de montaña, con pocas curvas y bastantes vacas, que sube a la izquierda del Río Iregua y, una vez rebasado el Camping de Cameros (deliciosa tortilla de patatas), nos da varias oportunidades de aparcar para caminar a lo largo del río, o cruzarlo para subir hasta la ermita de la Virgen de Lomos de Orios, desde cuyo aparcamiento, al pie de una rústica y monumental escalera, coronada por una fuente de aguas milagreras que los hijos de la tierra, vueltos de Chile, agradecidos, dedicaron a su Patrona, parte una preciosa ruta circular, bien marcada, bajo pinos, sabinas y hayas, hasta Puente Ra y las cascadas de este río, nombrado por su puente.

A pesar de ser un enamorado del Pirineo y la Sierra de Guadarrama, que creo conocer bien, no exagero en demasía si digo que es difícil encontrar dos horas de camino que merezcan más la pena que este recorrido que, aparte de algún tramo de mediana pendiente que puede resultar entretenido con barro o nieve, no presenta mayores dificultades. Para gente no habituada a moverse por montaña, o con niños, el paseo a lo largo del río Iregua, una vez aparcado el coche en las zonas de El Achichuelo o de La Blanca, puede ser una buena alternativa, que llega también hasta las preciosas cascadas de Puente Ra, en un recorrido más sosegado, sin pendientes notables.

El apoyo de mis bastones, la compañía de buenos amigos y la reparadora comida en el excelente restaurante Corona, de Villoslada de Cameros, puso la guinda a un día perfecto, que no pudimos rematar con el previsto paseo por las inmediaciones de la Venta de Piqueras, ya de regreso a la capital soriana, por las dichosas nubes de evolución, que acabaron por precipitar en el momento más inoportuno.

Aparte de este bucólico aunque poco celebrado entorno, mis bastones me llevaron por los más conocidos y ya mencionados humedales, así como a diarios paseos con las claras del día por una vía verde que descubrí cerca del hotel Cadosa, (Puerta de Soria, buenísima relación calidad-precio), recién restaurada, o al menos todavía  poco hollada, con el prometedor nombre de “Camino Natural de Santander al Mediterráneo”, por el que yo me limité ha hacer alguna legua perdida cada mañana, antes del desayuno, mientras el resto del grupo de desperezaba.

Resumiendo, aparte de los pueblos y paisajes tan bien cantados por D. Antonio Machado, Soria y el círculo de diez leguas a su alrededor me han dado esta semana todo lo que yo anticipaba, y más. Hay todo un paraíso perdido dentro de nuestra España Vaciada que debemos redescubrir, revivificar y volver a disfrutar. Los bastones son unos buenos aliados para hacerlo de una manera agradable y saludable. Buena combinación esta de bastones y España Vaciada.

Pero, aunque sólo sea para hacer tu humilde circuito de cada día, como he hecho yo hoy, apenas deshechas las maletas, saca tus bastones del paragüero. Ya les llegarán momentos de mayores hazañas.

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