viernes, 18 de octubre de 2024

Evolución y marcha nórdica

 


La evolución del ser humano desde una locomoción cuadrúpeda a otra bípeda es uno de los hitos más importantes en la historia de nuestra especie. Este cambio, que comenzó hace más de cuatro millones de años, se puede achacar a múltiples causas y generó importantes repercusiones en nuestro organismo.

Algunas de las causas de esta evolución pueden atribuirse a:

- Cambios climáticos y geográficos: Hace entre 5 y 8 millones de años, los bosques de África comenzaron a disminuir debido al enfriamiento global, lo que dio lugar a la expansión de sabanas abiertas. Los primates que vivían en estos ambientes comenzaron a desarrollar adaptaciones para moverse en terrenos más abiertos.

- Liberación de las manos: El uso de las manos para otras tareas fue otra ventaja crucial. Al caminar erguidos, las manos quedaron libres para manipular, transportar alimentos y crías, creación de herramientas y, más adelante, el uso del fuego.

- Desplazamiento, visión y vigilancia: Al estar de pie, los primeros homínidos podían tener una mejor visión del entorno, mientras se desplazaban a hábitats más favorables, lo que les permitía detectar depredadores desde mayor distancia, así como localizar fuentes de alimento y refugios.

Esta evolución tuvo repercusiones sociales y culturales muy favorables para el ser humano. Sin embargo, no todos los cambios fueron positivos. La transición al bipedalismo tuvo algunas repercusiones no deseadas sobre el organismo humano, con un profundo impacto en la anatomía y fisiología del cuerpo humano:

- La columna vertebral evolucionó de una forma más recta a una curvatura en forma de "S", lo que permitió mantener el equilibrio al estar de pie y caminar. Sin embargo, esto también provocó mayor susceptibilidad a problemas como el dolor lumbar y hernias discales, especialmente con la edad.

- Las extremidades inferiores se alargaron, y los pies evolucionaron para sostener el peso del cuerpo de manera eficiente, con un arco plantar que amortigua el impacto al caminar. Los dedos de los pies se acortaron y el dedo gordo se alineó con los demás, lo que mejoró la estabilidad en la marcha bípeda. Pero esta transición al bipedalismo también aumentó la presión sobre las articulaciones de rodillas y caderas, lo que ha llevado a un mayor riesgo de enfermedades como la osteoartritis y una mayor frecuencia de lesiones articulares en estas áreas.

- A medida que los homínidos desarrollaban el bipedalismo perfecto, la posición del agujero en la base del cráneo por donde pasa la médula espinal se movió hacia una posición más centrada, lo que facilitó mantener la cabeza erguida. Esto también estuvo acompañado por el aumento del tamaño cerebral favorecido por el uso de herramientas y el desarrollo de habilidades cognitivas más avanzadas. Pero esta evolución incrementó notablemente el peso soportado por la columna vertebral, sobre todo en regiones tan poco musculadas y estables como la cervical, incrementando con ello el riesgo de lesión es estas zona.

En este proceso evolutivo aparece desde principios de siglo la marcha nórdica, como el mejor apoyo la bipedestación perfecta, favoreciendo el perfeccionamiento postural erguido, la contribución de las extremidades superiores al equilibrio y el desplazamiento, la descarga de las articulaciones más perjudicadas con la evolución (rodillas, caderas y columna vertebral) y la completa activación y mejor oxigenación de todo el organismo humano, cerebro incluido.

Naturalmente, esta contribución a la evolución del ser humano pasa por que esta marcha nórdica se practique con una técnica correcta, y cumpla las tres condiciones LSD: lúdica, para que no nos cansemos de ella; sana, para que no nos hagamos daño; y deportiva, para que sea una actividad capaz de inducir cambios positivos en nuestro cuerpo.


Todo ello aconseja una práctica relajada y racional, alejada de competiciones, exageraciones y salidas multitudinarias, que nos permita mantener una buena atención sobre nuestra actividad (mindfulness), con una continua monitorización de lo que sucede en nuestro organismo.

Y, por supuesto, que esta práctica sea lo más asidua posible, de manera que … ya estás tardando en sacar los bastones del paragüero. No necesitas a nadie.

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