jueves, 15 de febrero de 2024

MI VISIÓN DE LA MARCHA NÓRDICA - REFLEXIÓN FINAL

La marcha nórdica no es senderismo, ni carrera por montaña, ni competición, aunque su técnica sea de gran ayuda para todo esto. La marcha nórdica es un deporte que, fundamentalmente, nos proporciona salud, gracias a una técnica bien asimilada, perfeccionada y ejecutada. Hay gente que, aún reconociendo los beneficios de la marcha nórdica, no da a la técnica la importancia que tiene. Y es que la rutina de andar, de por sí, es muy beneficiosa. Y más aún la de andar con unos bastones que, mal que bien, siempre nos van a proporcionar equilibrio y apoyo, muy bien venidos cuando los años y las lesiones nos hacen triste y dolorosamente conscientes de la debilidad y fragilidad de nuestras piernas.

Hay mucha gente que piensa que hace marcha nórdica porque anda con bastones, y porque nota la diferencia de usarlos a no usarlos. ¡Enhorabuena! … sinceramente. Pero la marcha nórdica es mucho más que eso, y los beneficios que nos puede reportar son estratosféricamente mayores que los que percibimos con el simple “andar con bastones”. Y es una pena que tanta gente, quedándose en la antesala de este extraordinario deporte, por desconocimiento o autosuficiencia, se vea privada de tantos y tan buenos dividendos.

La marcha nórdica consiste en andar de forma natural y deportiva, utilizando dos bastones con una técnica que nos permita sacarles el máximo beneficio. Cuando hacemos marcha nórdica, no inventamos una nueva forma de andar; el movimiento natural de la marcha se mantiene (yo diría que se perfecciona) cuando andamos con los bastones; pero andando deportivamente, es decir, no saliendo a pasear y fotografiar las mariposas, o ver escaparates, o hablar por el móvil, o hacer carreritas … vamos, lo que viene siendo salir a ANDAR, ese ejercicio tan recomendable a cualquier edad Pero, además (y esto es lo que diferencia la marcha nórdica del simple andar con bastones) lo hacemos utilizando los bastones con una técnica que nos permite hacer de ellos herramientas perfectas para obtener los máximos beneficios de su uso, tanto para nuestra propia salud (poniendo en movimiento el mayor número posible de músculos y articulaciones de nuestro cuerpo) como para nuestro desplazamiento, haciéndolo lo más eficiente y seguro posible.

El curso de iniciación a la marcha nórdica, la excelencia del instructor y la atención y el interés con que los alumnos lo sigan, van a marcar de forma crucial el futuro de éstos como nordimarchadores y, sobre todo, los beneficios que van a poder conseguir con la práctica habitual de este deporte. El curso debe asegurar a los asistentes una base técnica suficiente para que puedan empezar a practicar, disfrutando de sus bastones, y a percibir las posibilidades de este deporte; pero también debe proporcionarles una clara visión anticipada de la técnica completa y de sus beneficios, así como de los métodos y pautas para conseguirla. El instructor debe tener todo esto claro y sistematizado, para ser capaz de transmitirlo a los alumnos en el tiempo disponible del curso, y éstos deben salir de allí con una idea muy clara de sus posibilidades actuales, el camino a seguir, y los beneficios a los que pueden aspirar con el posterior perfeccionamiento técnico.

Un braceo amplio y coordinado, con un agarre potente del bastón al clavar, con un trabajo activo del pie desde el talón a los dedos, con una buena contra-rotación de caderas y hombros, adecuada inclinación de los bastones y suficiente tracción/impulso sobre ellos, nos asegurará un sano ejercicio para todas nuestras articulaciones, incluidas las 67 de nuestra columna vertebral, tan importante y tan olvidada (hasta que llega a dolernos, con la edad y el abandoono), o las 23 de cada extremo de nuestras cuatro articulaciones, tan obviadas y desdeñadas (hasta que las deformaciones y la artrosis nos las recuerdan), bien oxigenadas y regadas por un sistema circulatorio adecuadamente ejercitado y potenciado que incluirá en su benéfico recorrido un cerebro al que la edad tampoco suele perdonar.

Esta es la diferencia. Cualquier ejercicio es preferible a la inactividad, y nos proporciona ventajas apreciables. Pero la marcha nórdica, con una buena técnica, marca una clara diferencia con los demás deportes, y merece la pena el esfuerzo de su perfeccionamiento. Eso lo sabemos bien los que hemos convertido su práctica cotidiana en religión y, como buenos evangelistas, tratamos de transmitir nuestra experiencia a cuantos quieran escucharnos.

No es este un deporte para competir, aunque se pueda hacer, ni para socializar y disfrutar de la naturaleza, aunque esto también sea posible. Para todo eso ya están las carreras y el senderismo. La verdadera bondad de este deporte, lo que lo hace único, es la posibilidad que nos da, a todos, en cualquier entorno y momento, de disfrutar haciendo un ejercicio sano, equilibrado, racional y completo. Las sensaciones que nos aportará la práctica habitual de una buena técnica nos animará a gastar más en zapatillas, en la inteligencia de que lo ahorraremos en médicos y medicinas … lesiones y dolores.

Y la marcha nórdica no tiene más. La marcha nórdica es así de sencilla … y grandiosa. Hay, como en todos los ámbitos de la vida, quienes quieren hacer de ella un mundo, complicado, un arcano del que ellos sean los grandes y únicos gurús, sin otra finalidad que vender bastones, cursos, diplomas, extrañas combinaciones … humo; lo que tú te pagues. ¡Cuidaos de ellos! No os dejéis embaucar.

Yo he concebido este corolario a este trabajo sobre Teoría y Práctica de la Marcha Nórdica como una forma de Envío. Ya os he dicho todo lo que os tenía de decir, todo lo que para mí tiene la marcha nórdica. He intentado motivaros como mejor he podido. Si habéis llegado hasta aquí, leyendo todo lo que os he escrito, creo que estáis convencidos, de manera que, ahora ¡coged vuestros bastones y salid ahí fuera y hacedlo!

Saca tus bastones del paragüero y trata de mejorar tu técnica, pero sobre todo, no dejes nunca de disfrutar con la marcha nórdica, no te hagas daño y haz un buen ejercicio, ¡el mejor! No te arrepentirás.




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