miércoles, 14 de octubre de 2020

PASTILLAS POR BASTONES

 

Frecuentemente he aludido en mis entradas de este blog al hecho diferencial de la marcha nórdica, a lo que hace este deporte distinto de los demás, al hecho de que sea el deporte que más salud procura a quien lo practica con asiduidad, siempre, por supuesto, que se haga de forma racional, lejos de competiciones y exageraciones de cualquier tipo.

También he comentado en repetidas ocasiones la cantidad de veces en que he recibido testimonios de alumnos que, tras varios meses de práctica de este deporte, me ha relatado cómo tal o cual molestia recurrente, dolor crónico o enfermedad, ha remitido o desaparecido completamente desde que la marcha nórdica pasó a formar parte de las rutinas positivas de sus vidas.

Siempre les he animado a que compartan su experiencia con vosotros, a través de este blog, pero en contadas ocasiones he tenido éxito. El miedo a la hoja en blanco, la timidez o la creencia de que su problema no afecta a otros muchos, puede estar detrás de esta reticencia, a pesar de que siempre me he ofrecido a ayudar en la forma final de la entrada al blog, aprobada finalmente por el autor, por supuesto.

Aprovecho esta ocasión para repetir, una vez más, esta invitación. Si habéis descubierto un tesoro en la marcha nórdica, no lo ocultéis. Sed generosos y compartidlo. Puede que haya muchos que, como vosotros, se puedan aprovechar de ella para solucionar algunos de sus problemas.

Mientras tanto, de forma genérica, repetiré que la marcha nórdica ha supuesto un gran alivio para personas afectadas de problemas de columna (artrosis, hérnias discales), hombros y rodillas doloridas, fibromialgia, esclerosis múltiple, equilibrio, osteoporosis, párkinson, linfedema y recuperación post operatoria de mastectomías radicales o intervenciones coronarias, aparte de los conocidos beneficios posturales, de mejora de la deambulación, emocionales y de control del sobre peso que naturalmente procura como deporte equilibrado, completo, adpatable y racional que es … el que más.

Existen cientos de estudios que avalan todo lo dicho, pero yo no hablo basándome en ellos. Si alguien está interesado en estos aspectos probatorios científicos, le invito a que lea el interesantísimo blog de nuestra compañera Cristina González Castro, 4trébol, una gran investigadora de estos temas. Yo hablo aquí basándome sçolo en testimonios directos recibidos de muchos de mis más de dos mil alumnos.

La marcha nórdica es una bendición para cuerpos ajados y maltratados (como el mío). Sólo requiere una técnica racionalmente aceptable y, por supuesto, una práctica sostenida, en la inteligencia de que los resultados estará en función de la frecuencia, constancia y racionalidad de dicha práctica, prestando mucha atención a las señales que no envía nuestro cuerpo (cansancio, dolor), dando los “pasos atrás” que sean necesarios para recuperar la racionalidad de nuestras sesiones, siendo siempre conscientes de nuestra edad y limitaciones.

Un querido y respetado veterano, Lluis, compañero de mis primeros años en este asunto de la marcha nórdica, me contaba que, tras un infarto, comenzó a hacer marcha nórdica, casi por prescripción facultativa.  A los pocos meses, en sus revisiones periódicas, el galeno se quedó asombrado de cuánto había mejorado.  "Me redujo la cantidad diaria de pastillas a la mitad", me dijo, "pero yo no voy a parar hasta que me las quite todas.  Estoy cambiando pastillas por bastones".  

Pues nada, ¿te duele algo? ¿tienes molestias? Ya sabes, saca tus bastones del paraguüero y dales marcha, con cabeza, a ver si notas un cambio. Si lo notas, ¿habrá sido la marcha nórdica? … puede que sí.

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