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- LAS LESIONES DE
LA MARCHA NÓRDICA
La
marcha nórdica tiene, como cualquier actividad humana, sus
aspectos
negativos. Hasta ahora, en nuestro afán por promocionar la práctica
de este nuevo deporte, tan completo, racional y saludable (para mí, el que
más), hemos hecho como esos padres super-protectores que negando los
defectos obvios de sus hijos creen, insensatamente,
protegerlos de los mismos.
La
marcha nórdica exige un esfuerzo de
prácticamente toda
nuestra anatomía, incluyendo
algunas partes de la misma
que suelen estar poco trabajadas y son, por tanto, más sensibles a
esta nueva y tardía exigencia. Por
otro lado, ya hemos visto que la marcha nórdica, siendo tan
equilibrada y racional, nos permite practicar durante más tiempo que
otros deportes que sobrecargan rápidamente
alguna
parte concreta de nuestro organismo. Si a todo esto añadimos que la media de
edad de
los practicantes de marcha nórdica está por
encima de
los 55 años, debemos admitir que no es nada extraño que este
deporte pueda tener algún efecto negativo para
quienes lo practiquen de forma habitual, ... sin tomar las debidas precauciones.
En
el enlace
http://nordicartagena.blogspot.com/2017/08/marcha-nordica-salud-y-sensatez.html
hablo de la sensación de “superpoder” que la marcha nórdica
puede inducir
en un nuevo practicante, que
llega a este deporte por “prescripción facultativa”, tras una
importante afección o intervención quirúrgica, por insuficiencias
cardíacas o respiratorias, sobrepeso, poco
entrenado o lesionado por
prácticas abusivas o irracionales de otros deportes.
Pero
en esta serie de Mi Visión de la Marcha Nórdica, ya he advertido de
los peligros de una práctica irracional (competiciones, quedadas,
ultras,…), y en el enlace anterior también
traté
sobre
los peligros de utilizar material defectuoso o inapropiado, así que
cuadra ahora hablar de lo
que menciono al comienzo del párrafo anterior, es decir, de aquellas
partes
de
nuestra anatomía
que, por
poco
trabajadas, pueden
resultar
más
sensibles a una
práctica intensiva de este deporte.
En mi experiencia, hablo
de los
codos, los hombros y las caderas.
El
continuo apoyo, tracción y empuje sobre los bastones, convierte una
práctica habitual de 10 km de marcha nórdica, en más de 13000
esfuerzos sobre los bastones, que gravitan principalmente sobre los
codos,
una articulación que, a excepción de tenistas, golfistas y ciertos
trabajos de percusión, está poco acostumbrada a tal estrés. Así,
a lo largo de mis años de práctica habitual, yo he desarrollado,
sucesivamente, una epicondilitis (codo de tenista) y una
epitrocleitis (codo de golfista)… mejor dicho, empecé
a desarrollar… porque (y esto es una de las mejores cosas de este
deporte), mientras que en otros deportes, como correr, cuando notamos una tendinitis, el daño ya está hecho, la
marcha nórdica te deja ver venir las lesiones desde lejos,
dándote más tiempo para reaccionar y evitarlas, algo que se puede
conseguir normalmente huyendo
de
posturas no
naturales de aquellas regiones anatómicas que nos avisan con molestias,
fortaleciendo la zona en peligro, disminuyendo la intensidad o la
forma de realizar el esfuerzo, repartiéndolo entre los otros tres miembros no afectados, intensificando los calentamientos y
estiramientos en esa región, y recuperándola mediante masajes,
frio, reposo y, si llega a ser necesario, un tratamiento
antiinflamatorio.
Algo
similar se puede decir de los hombros,
ya mencionados por la variedad y complejidad de sus movimientos. La
marcha nórdica es un ejercicio ideal para su recuperación tras
intervenciones quirúrgicas, fortalecimiento y mantenimiento de su
movilidad articular, sin
embargo, debemos prestar atención a las señales
de peligro
que nos manda nuestro organismo cuando cometemos excesos físicos: el
agotamiento y el dolor. El primero nos indica que estamos rebasando
nuestra preparación física en el volumen o en la intensidad del
esfuerzo realizado, y que hemos de dar un pasito atrás en alguno de
estos dos aspectos de
nuestra práctica habitual para
no dañarnos. En cuanto al dolor, éste
no
es más que un indicador de que estamos haciendo algo técnicamente
mal ejecutado, con un material no adecuado o excediendo la
preparación física actual de un determinado grupo muscular o
articulación. Por la lenta evolución de las lesiones en este
deporte, mencionada en el párrafo anterior, disponemos de capacidad
de corrección y reacción antes de que se produzca la lesión. En
el enlace siguiente trato en mayor detalle este interesante asunto
http://nordicartagena.blogspot.com/2019/03/el-lento-desarrollo-de-las-lesiones-en.html.
El
movimiento de rotación de las
caderas
exigido por un paso más largo de lo normal, al que nos lleva de forma
indefectible el perfeccionamiento de la técnica (prolongando la
acción sobre los bastones por detrás de
la cadera),
fue
ampliamente tratado en la entrada de este blog que se puede ver en el enlace siguiente
http://nordicartagena.blogspot.com/2019/04/mueve-tus-caderas.html. Muchos practicantes habituales de marcha atlética y saltadores de
vallas desarrollan, como me
pasó a mí,
una cadera en resorte, un chasquido audible producido por la tensión
de la cintilla iliotibial al pasar rozando el trocanter del fémur
durante la andadura. No es doloroso y, de nuevo, gracias al preaviso
benéfico de la marcha nórdica, es absolutamente controlable fortaleciendo convenientemente la zona, trabajando la movilidad de la
cintura pélvica, intensificando los calentamientos
y estiramientos
de
dicha zona
y (he observado personalmente) utilizando mallas elásticas que
proporcionen una buena sujeción, en lugar de los típicos pantalones
de running de pata ancha.
Las
muñecas
también pueden ser uno de esos puntos débiles del nordimarchador,
al ser el lugar de paso obligado de los
tendones de todos
los músculos flexores y extensores de los dedos, que tanto trabajan
en nuestro deporte. El huir de posturas forzadas, la utilización de
bastones de senderismo, en lugar de los típicos de marcha nórdica,
el
uso de guantes que añadan sujeción a esta zona, y los consejos de
calentamiento, fortalecimiento y estiramiento apuntados en los
párrafos anteriores, también son de aplicación aquí.
Un
caso muy especial de lesión es la rotura
de escafoides
o algún otro hueso del carpo o metacarpo, producido por la caída al
suelo del nordimarchador que utiliza un bastón específico de marcha
nórdica. Los fiadores de estos bastones hacen que, en caso de
caída, el acto reflejo de intentar amortiguarla poniendo las manos
abiertas en el suelo, hace que todo nuestro peso caiga violentamente
sobre dichas manos, forzosamente apoyadas sobre las empuñaduras por la acción de
dichos fiadores, dando como resultado la lesión descrita. Esta es
la razón por la que recomiendo encarecidamente la utilización de
bastones de senderismo para la práctica de la marcha nórdica, algo
que yo llevo haciendo desde hace años, sin que mi técnica se haya
visto perjudicada por ello (yo diría que todo lo contrario). Esta recomendación se hace mucho más
perentoria en la práctica en montaña, donde se incrementa
sensiblemente el riesgo de caída. En el enlace siguiente abundo más
en el tema, explicando la forma de encarar los fiadores de estos
bastones para su perfecta utilización en marcha nórdica
http://nordicartagena.blogspot.com/2017/05/marcha-nordica-en-montana-i-bastones.html.
Como
he
repetido muchas veces,
"la
marcha nórdica es un bálsamo, pero no es el Bálsamo de Fierabrás.
La marcha nórdica es salud, pero tiene aspectos negativos si no
hacemos
caso a las señales
que nos manda nuestro organismo,
o si la practicamos obviando esa otra bendición que debe presidir
todas nuestras actividades: la sensatez.
Creo que ha pasado ya el tiempo de esconder la cabeza en la arena,
cual avestruz, ante posibles
aspectos negativos de la práctica habitual de este deporte. Reconocerlos es el primer paso para corregirlos
porque, a diferencia de otros deportes, la marcha nórdica avisa con
suficiente antelación y nos da buenas oportunidades de prevenir,
antes que tener que curar."
Próxima
entrega MI VISIÓN DE LA MARCHA NÓRDICA (VII).
EQUIPO PARA LA MARCHA
NÓRDICA
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