La movilidad articular, vital para la flexibilidad y el bienestar físico, tiende a disminuir con la edad debido a diversos factores, tanto ambientales y sociales como fisiológicos. Con el paso de los años, los tejidos conectivos, ligamentos y tendones que mantienen unida cada articulación de nuestro cuerpo, se vuelven menos elásticos y la lubricación y oxigenación de las articulaciones disminuye con la limitación del flujo de sangre y linfa que las riega, lo que puede llevar a una menor amplitud de movimiento y rigidez.
Las consecuencias de la disminución de la movilidad articular son variadas. Se pueden experimentar dificultades para realizar actividades diarias tan simples como agacharse, levantar objetos o incluso caminar. La falta de movilidad dificulta la realización de un ejercicio regular, lo que redunda, a su vez, en una mayor pérdida de movilidad, creando así un círculo vicioso del que es difícil salir a medida que cumplimos años. Además, la falta de movilidad puede aumentar el riesgo de lesiones, ya que el cuerpo se vuelve menos capaz de adaptarse a movimientos bruscos o inesperados.
Combatir la disminución de la movilidad articular es fundamental para poder mantener un estilo de vida activo y saludable. Se pueden implementar diversas estrategias, como la práctica regular (rutinas) de ejercicios de calentamiento, mantenimiento, estiramiento y fortalecimiento muscular, que ayudan a mantener la flexibilidad y estabilidad de las articulaciones. El ejercicio habitual de bajo impacto es especialmente beneficioso para preservar la movilidad articular sin ejercer demasiada presión sobre las articulaciones.
Entre este tipo de ejercicios, la marcha nórdica es una excelente opción para preservar la movilidad articular. Esta actividad combina el ejercicio aeróbico con el uso de bastones que involucran a todo el cuerpo, incluidas las articulaciones de los brazos, hombros, codos, manos, caderas, piernas, pies y, lo que es más importante, todas las articulaciones de la columna vertebral, base del sistema musculo-esquelético y fuente de las principales limitaciones de movilidad articular que nos afectan con la edad. La marcha nórdica mejora la circulación y el riego articular, la producción de calcio y de endorfinas (el analgésico natural que produce nuestro organismo). La técnica de la marcha nórdica ayuda a mejorar la amplitud de movimiento de las articulaciones y promueve la coordinación y la estabilidad, lo que resulta muy beneficioso para mantener la movilidad articular a largo plazo. Además, al ser una forma de ejercicio de bajo impacto, es adecuada para personas de todas las edades y niveles de condición física.
Aparte del ejercicio, mantener un peso saludable y una dieta equilibrada, rica en nutrientes, contribuirá a la salud de las articulaciones. El consumo de alimentos antiinflamatorios, como los ácidos grasos omega-3 y las frutas y verduras coloridas, puede ayudar a reducir inflamaciones articulares y mejorar la movilidad de las mismas.
En resumen, cuidar la movilidad articular a lo largo de la vida es esencial para mantener la funcionalidad y prevenir lesiones. Con la combinación adecuada de ejercicio, alimentación y hábitos saludables, es posible preservar la flexibilidad y disfrutar de una vida activa prolongada con menos limitaciones, de manera que después de desayunar bien, saca tus bastones del paragüero, y dales marcha … nórdica.