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jueves, 7 de febrero de 2019

Marcha nórdica: sólo parte de un todo


Ya nos acercamos al cuarto de siglo de la acuñación del término “nordic walking”, y de su primera traducción al castellano, como “marcha nórdica”, para hacer referencia a un deporte que, en puridad, debiera haberse llamado simplemente “moverse con bastones”. Creo que es el momento de recapitular y tratar de poner un poco de orden en toda esta jerga. Sé de sobra que lo que yo escriba hoy aquí no puede aspirar a variar un ápice los conceptos y la terminología en uso, pero también soy consciente del insospechado éxito de otros términos acuñados aquí hace años, con las mismas pocas esperanzas, tales como nordimarchador o nordicompetidor, hoy de uso generalizado. En cualquier caso, lo que pretendo con estas líneas no es cambiar la forma de hablar de los que andan en este negocio, sino aclarar conceptos sobre nuestro deporte, para mí mismo, en primer lugar, pero siempre con la ilusión de que puedan ayudar a alguien más.

Haciendo un somero análisis de la terminología aceptada por el actual diccionario de la Real Academia Española de la Lengua, la herramienta por la que todos nos deberíamos regir al hablar o escribir y que desgraciadamente no utilizamos con la asiduidad que deberíamos, observamos que

el término “marcha”, si bien se puede considerar sinónimo de la acción de andar o caminar, tiene, deportivamente hablando, una connotación muy precisa, de hacer estas acciones de forma rápida, aunque sin perder por ello la esencia que las diferencia de correr: mantener siempre un pie en contacto con el suelo, es decir, sin que coincidan en ningún momento los dos en el aire.

Según esto, si a esta nueva actividad que nos gloriamos en practicar la llamamos marcha, parecería que siempre deberíamos andar rápidos, cosa que no siempre sucede. A veces, vamos simplemente paseando con nuestros bastones, “por distracción o ejercicio”, es decir, dando un paseo con bastones.

Pero, por otro lado, la esencia de nuestro deporte, lo que lo diferencia de los demás, sin tener en cuenta la rapidez con que lo practiquemos, está en la utilización de dos bastones con una técnica, que hemos dado en llamar “diagonal”, derivada del esquí de fondo, o nórdico, y que podríamos definir como la utilización de dos bastones de manera que cada uno de ellos apoye en todo momento la acción del pie contrario. Así, una buena técnica diagonal hará que obtengamos el máximo beneficio del uso de esos bastones en apoyo de nuestro desplazamiento, o lo que es lo mismo, que optimicemos su uso. A esta técnica, dado su origen, la podríamos llamar, sin ambages, y con toda tranquilidad, “nórdica”.

En el esquí nórdico se utiliza también el llamado paso de patinador, que consiste en impulsar el desplazamiento sobre una pierna, simultáneamente con los dos bastones. En nuestro deporte, esta técnica se conoce como de doble bastón, muy utilizada cuando el terreno exige un esfuerzo extraordinario con una de las piernas, por ejemplo, para subir un escalón, aconsejando el apoyo concurrente de los dos bastones. Esta técnica también debe considerarse incluida en la denominación nórdica, en base a su origen y utilización generalizada.

Según todo lo anterior, para mí, nuestro deporte sería (y debería llamarse) “desplazamiento nórdico”, y su definición sería algo así como “desplazarse utilizando óptimamente dos bastones”. Cuando ese desplazamiento se haga caminando, el deporte sería “paseo nórdico”. Si el movimiento es rápido, como en la marcha atlética, pero manteniendo siempre al menos un pie en contacto con el suelo, el deporte sería “marcha nórdica”, y si llegásemos a tener un tiempo de suspensión entre paso y paso, estaríamos haciendo “carrera nórdica”.

Hasta hace unos días, el reglamento de competiciones de marcha nórdica de la Federación Española de Deportes de Montaña y Escalada (FEDME), que es hoy por hoy el documento oficial de mayor precedencia en nuestro país en lo que respecta a nuestro deporte, sancionaba al nordicompetidor que hacía marcha atlética en las competiciones; es decir, al quién “caminaba rápidamente con uno de sus pies siempre en contacto con el suelo”, según nuestro diccionario. Gracias a Dios este despropósito ha desaparecido por fin en la versión actual de dicho reglamento. Sin embargo, dudo mucho que haya desaparecido de la mente de árbitros deformados por años de persecución de un deporte, la marcha atlética, que sólo puede servir para ayudar a progresar y engrandecer el nuestro.

La marcha nórdica es una de las formas de nuestro desplazamiento nórdico y, actualmente, es la única admitida en las competiciones oficiales que se organizan para el mismo. Pero este deporte, mucho más ambicioso y polivalente, incluye otras formas, como el paseo nórdico, tan útil, entre otras cosas, para el senderismo, o la carrera nórdica, de extraordinaria utilidad para el corredor por montaña. El día que la FEDME (y las federaciones regionales de montaña) entienda todo esto, y actúe en consecuencia, incorporará plenamente un deporte de versatilidad y valor extraordinario para su entorno natural. Mientras tanto, seguirá potenciando sólo una de sus facetas que, curiosamente, es la que más fácil y razonadamente puede ser reclamada por otra federación, la de atletismo, si en algún momento esto llega a ser un negocio rentable, cuando veamos trescientos pares de bastones en una línea de salida de una competición.

Pero hagas lo que hagas, y lo llames como lo llames, saca tus bastones del paragüero, todos los días.

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