De
tiempo en tiempo, resurge la polémica sobre la altura de los
bastones de marcha nórdica en alguno de los numerosos foros de
nuestras redes sociales. En el último dónde vi esta diatriba,
alguien la asimiló a las famosas discusiones sobre el sexo de los
ángeles, y a fe mía que no le falta razón. Podríamos discutir
durante semanas, sin llegar a un acuerdo y, lo que es peor,
posiblemente todos tendríamos razón, … o no.
Hablando
por experiencia personal, a lo largo de mis 10 años con bastones, yo
los he llevado de todas las medidas, y hoy, que creo que tengo las
cosas de la marcha nórdica relativamente claras, sigo cambiando la
longitud de los bastones, día a día.
En
mis cursos de iniciación, siempre empezamos poniendo los bastones a
la altura del ombligo, más que nada por dar una justificación a tan
decorativo e inútil adorno ventral. Chanzas a parte (que por
cierto, nunca están de más en un curso de 270 minutos macizos),
creo que esta longitud es una buena referencia inicial para comenzar
a utilizar los bastones. Una longitud más bien corta, como ésta,
facilita el aprendizaje de la técnica, favoreciendo la amplitud de
movimientos de una práctica de marcha nórdica cuyo objetivo sea
utilizar el mayor número posible de articulaciones y músculos. En
definitiva, mejorar o mantener la salud.
A lo
largo de la sesión de iniciación, algunos alumnos manifiestan su
sensación de llevar los bastones “demasiado largos”, o “cortos”,
lo que siempre me viene al pelo para recordarles que la altura
elegida no es más que una referencia inicial, que cada uno debe
acoplar a su antropometría (dependerá mucho de su envergadura,
longitud de piernas y movilidad pélvica) y a la finalidad que busque
en cada sesión de marcha nórdica (básicamente, salud o velocidad).
Así que continuamente les animo a que experimenten con pequeñas
variaciones en la altura de los bastones, para que comprueben la
diferencia y la conveniencia de utilizar unas u otras, en función de
sus características y de los fines que en cada momento persigan.
Procuro
siempre acabar mis clases con todos mis alumnos alargando los
bastones 10 cm, para que todos experimenten las diferentes
sensaciones que nos proporcionan las distintas alturas y, sobre todo,
para reforzar la idea de que deben probar para poder tener elementos
de juicio que les permitan quedarse con lo mejor para cada uno, y
siempre en función que lo que quieran conseguir.
También
les advierto que, con el perfeccionamiento de la técnica, los
bastones se les irán “quedando cortos”. Unos bastones más
bien cortos (altura del ombligo) facilitan la continuación de la
acción sobre el bastón por detrás de la cadera, esa frontera entre
una técnica básica y un nordimarchador que merezca tal nombre, nada
fácil de alcanzar en los primeros meses de práctica. Sin embargo,
cuando el esforzado y perfeccionista nordimarchador, a base de
esfuerzo y constancia, consigue terminar su fase de empuje sobre el
bastón con la mano bien por detrás de la cadera, con brazo y
antebrazo en prolongación del bastón, es cuando debe plantearse la
posibilidad de darle un par de centímetros más a sus bastones, …
y vuelta a retomar su porfía por pasar de la cadera con esta nueva
medida. Y así, sucesivamente.
Yo
empecé con unos bastones de 100 cm, y creo que he llegado a mi
límite con los que ahora uso, de 120 cm. Ha sido una pugna
continua, centímetro a centímetro, en la que siempre he puesto como
condición la de no dejar de disfrutar con mis bastones por este afán
de perfeccionamiento técnico, cosa que también encarezco a mis
alumnos. Y esto en mi práctica habitual, cotidiana, pues para las
competiciones, en las que la velocidad (desgraciadamente) prima sobre
la técnica, y es necesario obtener el máximo resultado de la
ecuación amplitud – frecuencia, la longitud de mis bastones va de
los 125 a los 130 cm.
Por
toda esta experiencia y razones, desaconsejo a los nuevos
practicantes de marcha nórdica la adquisición de bastones de
longitud fija. Es más, les aconsejo que siempre usen bastones
ajustables en longitud. Les permitirán en cada momento perseguir
objetivos diferentes y adaptarlos a su progresión técnica y, en mi
experiencia, no he notado la tan manida desventaja en cuanto a
vibraciones sobre los bastones de un sólo tramo … si acaso, lo
contrario.
Pero,
tengan la longitud que tengan, no me los abandonéis en el paragüero,
porfa.
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