La primera A de ALFA, sobre la que insisto desde el minuto uno, “andar erguido”, me lleva siempre a una profunda reflexión sobre la postura, o la “manera en que está colocado el cuerpo, o una parte del cuerpo de una persona…”, según nuestro Diccionario de la RAE.
Nuestra postura afecta y modera cada una de las funciones fisiológicas de nuestro cuerpo, desde la respiración hasta la producción hormonal. La postura y la fisiología están completamente relacionadas.
Pero la postura también afecta a nuestra actitud ante la vida. No es lo mismo salir de casa, cada mañana, “arrugado como un trapo”, o garboso como un torero que sale a hacer el paseíllo, dispuesto a triunfar. Al fin y al cabo, la vida no es más que una larga serie de corridas en las que cada día saltamos al ruedo de la vida a ver lo que nos toca; el que hagamos una mala faena o que salgamos a hombros, depende de muchos factores; muchos de ellos se escapan a nuestro control, pero la forma saltar al ruedo, el “garbo” (la postura), sólo depende de nosotros.
La sociedad de bienestar, que gracias a Dios (y con matices) disfrutamos en la actualidad en nuestro entorno, nos lleva a muchas horas sentados y en posturas que poco o nada favorecen la tonificación correcta de los músculos que sostienen y mueven el principal soporte de nuestro cuerpo, fuente también de los principales problemas que nos aquejan con los años: la columna vertebral.
Entre sus muchos beneficios físicos, la marcha nórdica, con una técnica correcta, es uno de los pocos deportes que trabaja todos estos grupos musculares, de tan difícil y poco agradable ejercitación, gracias, sobre todo, a andar erguidos y a la contra-rotación que nos proporciona una buena técnica alternativa en el uso de los bastones.
Tal como se puede apreciar en la imagen del último campeonato de España, con la que abro esta entrada, parece que el andar erguido no es compatible con la competición. Salvo alguna rara excepción, que seguro que no hizo podio, la mayoría de los competidores observados en estos videos llevan una excesiva inclinación adelante, buscando velocidad a base de proyectar el centro de gravedad por delante de la línea de prolongación de la columna vertebral. El reglamento actual de competición, que sigue poco preocupado por preservar la esencia de la marcha nórdica, no dice nada al respecto.
A quienes favorecen esta práctica, que para mí no es marcha nórdica, en cuanto que se la despoja de su elemento diferenciador sobre el resto de deportes (la salud que aporta a sus practicantes habituales), les auguro problemas de columna que,muy probablemente, no tendrían si no compitieran y simplemente disfrutaran de este deporte, como el nordimarchador de la figura central.
Pero como decía mi abuelo Antonio:
“no porque la pena late
conmigo de esta manera,
que compitan los que quieran,
que el mundo no se arrebate,
pues sería un disparate
darle fin a nuestra historia, n
o la dejéis mortuoria
y de mí caso no haced,
que alguno pudiera hacer
suerte y vivir en la gloria”.
Yo simplemente cumplo con la que creo que es mi obligación: decir lo que pienso … y tratar de razonarlo, por si mis palabras ayudan a alguien. Luego, cada cual que haga de su capa un sayo … los bastones, de una manera u otra, siempre van a estar ahí para ayudarles.
Y seguid sacándolos del paragúero, porfa.
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