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martes, 22 de octubre de 2019

MARCHA NÓRDICA: SALUD CON BASTONES


Aunque mi descubrimiento de los bastones como complemento de mis piernas para andar se había producido bastantes años antes, fue en el 2012 cuando me convencí de la certeza del título de la entrada de hoy, cuando la frecuencia de caídas en mi deporte base de toda la vida, correr, seguramente motivada por la pérdida de reflejos con la edad, me llevó a la práctica exclusiva de la marcha nórdica como deporte único habitual.

Desde hace siete años, que practico de forma cotidiana este extraordinario deporte en exclusiva, mi salud ha mejorado sensiblemente, alcanzando cotas sin parangón en toda mi vida.

Por un lado, la adición de bastones a mi desplazamiento, ya sea caminando, marchando o corriendo, me ha proporcionado un plus de soporte y equilibrio, seguridad en definitiva, que la pérdida de reflejos que indefectiblemente viene con la edad, me había ido mermando. Esto, como apuntaba al comenzar esta reflexión, me ha ayudado a prevenir lesiones por caídas, provocadas por torceduras, tropiezos y resbalones, que se iban haciendo cada vez más frecuentes y peligrosas, a la par que iban siendo cada vez que más difíciles de recuperar.

La edad no solo va alargando el tiempo de recuperación de las lesiones, sino que, además, los períodos de inactividad forzosa que éstas nos imponen afectan seriamente a nuestro estado físico, a nuestra movilidad articular y a nuestro estado de forma, a nuestra capacidad de seguir disfrutando de una buena calidad de vida. Resulta así de la mayor importancia, ir adoptando formas de ejercicio que, como la marcha nórdica, minimicen el riesgo de lesiones.

Pero las lesiones no solo son fruto de “accidentes”, como los mencionados hasta ahora. Hay otras lesiones que se producen por malas prácticas en la repetición continua de un gesto deportivo desequilibrado, o por estrés en la intensidad del ejercicio o en su duración.

La edad, con la disminución de cargas laborales y familiares, y la lógica mayor preocupación por la salud (valoramos las cosas a medida que las vamos perdiendo), nos suele llevar a un incremento de la práctica deportiva que puede llegar a ser excesiva, enfermiza y adictiva, lo que muchas veces, unido a un escaso acondicionamiento de base debido a la inactividad en etapas anteriores de nuestra vida, suelen desembocar en este tipo de lesiones, y otras peores de tipo cardíaco.

Aquí también, la marcha nórdica, siendo un deporte completo (se mueven todas las partes del cuerpo), equilibrado (no se concentra en ninguna parte en exclusiva), adaptable (no exige una forma física o intensidad especial) y racional (excluye todo tipo de acciones antinaturales, peligrosas o dañinas), y una actividad en la que podemos detectar y corregir el daño antes de que se produzca, cuando a penas es una molestia, (ver El Lento desarrollo de las lesiones en la marcha nórdica en este blog) es un también seguro contra este tipo de lesiones por estrés.

Como he dicho el múltiples ocasiones, por todo lo anterior, la marcha nórdica es el deporte de la salud, proporcionada por todo lo apuntado y por el desarrollo de una buena técnica en la utilización de los bastones. Una técnica que nos permita obtener el máximo beneficio de su uso, tanto para la realización del ejercicio más sano, como para conseguir un desplazamiento más eficaz.

En la práctica habitual de la marcha nórdica no debe haber lesiones, ni de tipo accidental ni de estrés. Sin embargo, para que esto suceda, esa práctica habitual está condicionada a que se realice siempre a la luz del sentido común. Si prescindimos del mismo, e intentamos hacer marcha nórdica en un entorno competitivo, estresante, o desafiando los límites de nuestro estado físico, sí que nos podemos lesionar.

La primera vez que tuve conciencia de esto fue hace ahora dos años. Por aquel entonces yo todavía creía que las competiciones podían atraer gente joven a este deporte, algo que la realidad no ha confirmado, y dado mi afán por promover su práctica entre este sector, me empeñaba en organizar este tipo de eventos, y de participar en cuántos podía a fin de conseguir la necesaria experiencia. Y fue en mi participación en el primer campeonato de la Región de Murcia, dónde solo el mencionado lento progreso de las lesiones en este deporte, una cierta ventaja sen los últimos kilómetros obre mis perseguidores, y un resto de sentido común, evitó que llegase ha causarme una seria lesión muscular. Todavía me produce escalofríos pensar en las consecuencias de lo que me pude ocasionar.

Desde entonces dejé de competir y, tras algún compromiso inevitable, dejé también de participar en competiciones. Son dos cosas distintas, pero, dados los restos de irracionalidad que todavía persisten en el ser humano, algo bastante difícil de separar. Cuando participamos en una competición, no es fácil mantener la cabeza fría para no incurrir en excesos, con las ya citadas consecuencias.

Por otra parte, como amante y observador de este deporte, he constatado con tristeza que el afán competitivo lleva a un continua falseo de la técnica, tan necesaria para el logro de esa salud que es la seña de identidad de la marcha nórdica, en aras de una mayor velocidad, de llegar antes que los demás, o de hacer mejor tiempo que en ocasiones anteriores. Este falseo, apoyado por un reglamento de competiciones defectuoso, por la dificultad de comprobar a simple vista el uso activo de los bastones, y por la falta de preparación y experiencia de los árbitros, creo que hace un daño extraordinario a esta, por otro lado maravillosa, práctica deportiva.

Y es por todo eso que ahora estoy abiertamente en contra de las competiciones en la marcha nórdica, por que estoy convencido de que dañan la esencia técnica y saludable de este deporte, y de que pueden resultar perniciosas para la mayoría de los competidores, cuya media de edad sigue estando por encima de los cincuenta años.

Pero como siempre digo, esa media precisamente nos sitúa sobre la edad mínima para tener el sentido común suficiente para dejar a juicio de cada quién el decidir lo que hacer con su vida y su salud, y participar o no en competiciones y pruebas de resistencia de nuestra capacidad orgánica.

Mientras tanto, mi consejo es que no dejéis de practicar este extraordinario y sano deporte sacando vuestros bastones del paragüero todos los días que podáis.

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