Aunque
mi descubrimiento de los bastones como complemento de mis piernas
para andar se había producido bastantes años antes, fue en el 2012
cuando me convencí de la certeza del título de la entrada de hoy,
cuando la frecuencia de caídas en mi deporte base de toda la vida,
correr, seguramente motivada por la pérdida de reflejos con la edad,
me llevó a la práctica exclusiva de la marcha nórdica como deporte
único habitual.
Desde
hace siete años, que practico de forma cotidiana este extraordinario
deporte en exclusiva, mi salud ha mejorado sensiblemente, alcanzando
cotas sin parangón en toda mi vida.
Por
un lado, la adición de bastones a mi desplazamiento, ya sea
caminando, marchando o corriendo, me ha proporcionado un plus de
soporte y equilibrio, seguridad en definitiva, que la pérdida de
reflejos que indefectiblemente viene con la edad, me había ido
mermando. Esto, como apuntaba al comenzar esta reflexión, me ha
ayudado a prevenir lesiones por caídas, provocadas por torceduras,
tropiezos y resbalones, que se iban haciendo cada vez más frecuentes
y peligrosas, a la par que iban siendo cada vez que más difíciles
de recuperar.
La
edad no solo va alargando el tiempo de recuperación de las lesiones,
sino que, además, los períodos de inactividad forzosa que éstas
nos imponen afectan seriamente a nuestro estado físico, a nuestra
movilidad articular y a nuestro estado de forma, a nuestra capacidad
de seguir disfrutando de una buena calidad de vida. Resulta así de
la mayor importancia, ir adoptando formas de ejercicio que, como la
marcha nórdica, minimicen el riesgo de lesiones.
Pero
las lesiones no solo son fruto de “accidentes”, como los
mencionados hasta ahora. Hay otras lesiones que se producen por
malas prácticas en la repetición continua de un gesto deportivo
desequilibrado, o por estrés en la intensidad del ejercicio o en su
duración.
La
edad, con la disminución de cargas laborales y familiares, y la
lógica mayor preocupación por la salud (valoramos las cosas a
medida que las vamos perdiendo), nos suele llevar a un incremento de
la práctica deportiva que puede llegar a ser excesiva, enfermiza y
adictiva, lo que muchas veces, unido a un escaso acondicionamiento de
base debido a la inactividad en etapas anteriores de nuestra vida,
suelen desembocar en este tipo de lesiones, y otras peores de tipo
cardíaco.
Aquí
también, la marcha nórdica, siendo un deporte completo (se mueven
todas las partes del cuerpo), equilibrado (no se concentra en ninguna
parte en exclusiva), adaptable (no exige una forma física o
intensidad especial) y racional (excluye todo tipo de acciones
antinaturales, peligrosas o dañinas), y una actividad en la que
podemos detectar y corregir el daño antes de que se produzca, cuando
a penas es una molestia, (ver El
Lento desarrollo de las lesiones en la marcha nórdica en este
blog) es un también seguro contra este tipo de lesiones por estrés.
Como
he dicho el múltiples ocasiones, por todo lo anterior, la marcha
nórdica es el deporte de la salud, proporcionada por todo lo
apuntado y por el desarrollo de una buena técnica en la utilización
de los bastones. Una técnica que nos permita obtener el máximo
beneficio de su uso, tanto para la realización del ejercicio más
sano, como para conseguir un desplazamiento más eficaz.
En
la práctica habitual de la marcha nórdica no debe haber lesiones,
ni de tipo accidental ni de estrés. Sin embargo, para que esto
suceda, esa práctica habitual está condicionada a que se realice
siempre a la luz del sentido común. Si prescindimos del mismo, e
intentamos hacer marcha nórdica en un entorno competitivo,
estresante, o desafiando los límites de nuestro estado físico, sí
que nos podemos lesionar.
La
primera vez que tuve conciencia de esto fue hace ahora dos años.
Por aquel entonces yo todavía creía que las competiciones podían
atraer gente joven a este deporte, algo que la realidad no ha
confirmado, y dado mi afán por promover su práctica entre este
sector, me empeñaba en organizar este tipo de eventos, y de
participar en cuántos podía a fin de conseguir la necesaria
experiencia. Y fue en mi participación en el primer campeonato de
la Región de Murcia, dónde solo el mencionado lento progreso de las
lesiones en este deporte, una cierta ventaja sen los últimos
kilómetros obre mis perseguidores, y un resto de sentido común,
evitó que llegase ha causarme una seria lesión muscular. Todavía
me produce escalofríos pensar en las consecuencias de lo que me pude
ocasionar.
Desde
entonces dejé de competir y, tras algún compromiso inevitable, dejé
también de participar en competiciones. Son dos cosas distintas,
pero, dados los restos de irracionalidad que todavía persisten en el
ser humano, algo bastante difícil de separar. Cuando participamos
en una competición, no es fácil mantener la cabeza fría para no
incurrir en excesos, con las ya citadas consecuencias.
Por
otra parte, como amante y observador de este deporte, he constatado
con tristeza que el afán competitivo lleva a un continua falseo de
la técnica, tan necesaria para el logro de esa salud que es la seña
de identidad de la marcha nórdica, en aras de una mayor velocidad,
de llegar antes que los demás, o de hacer mejor tiempo que en
ocasiones anteriores. Este falseo, apoyado por un reglamento de
competiciones defectuoso, por la dificultad de comprobar a simple
vista el uso activo de los bastones, y por la falta de preparación y
experiencia de los árbitros, creo que hace un daño extraordinario a
esta, por otro lado maravillosa, práctica deportiva.
Y es
por todo eso que ahora estoy abiertamente en contra de las
competiciones en la marcha nórdica, por que estoy convencido de que
dañan la esencia técnica y saludable de este deporte, y de que
pueden resultar perniciosas para la mayoría de los competidores,
cuya media de edad sigue estando por encima de los cincuenta años.
Pero
como siempre digo, esa media precisamente nos sitúa sobre la edad
mínima para tener el sentido común suficiente para dejar a juicio
de cada quién el decidir lo que hacer con su vida y su salud, y
participar o no en competiciones y pruebas de resistencia de nuestra
capacidad orgánica.
Mientras
tanto, mi consejo es que no dejéis de practicar este extraordinario
y sano deporte sacando vuestros bastones del paragüero todos los
días que podáis.
No puedo estar más de acuerdo contigo.
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