Este
es uno de los temas más recurrentes del mundo de la marcha nórdica
y esta mañana, sin ir más lejos, me he desayunado con 132 whatsapps
sobre este asunto de uno de los chats en que participo, que no había
mirado desde ayer por la tarde. De manera que, aunque creo que ya he
hablado de esto en el blog, voy ha hacer un pequeño recopilatorio de
mis puntos de vista sobre el asunto, y de lo que yo explico sobre
todo esto en mis cursos de iniciación.
Existe
en la red amplia y confusa información sobre el asunto. Tomando
como referencia la unión del fiador a la empuñadura, unos nos dicen
que ésta debe quedar a la altura del ombligo (ALFA
247), otros que a la altura del codo, con el brazo pegado al cuerpo y
doblado en ángulo recto (FITTREK Estándar), y otros, de cuyo nombre
no quiero acordarme, que la longitud ideal de los bastones se
obtiene multiplicando la altura del cuerpo por la raíz de pí y
dividiendo el resultado por X, siendo X la distancia entre dos marcas
de la empanada mental que tienen ciertos gurús de la marcha nórdica,
que también abundan en este deporte (habría que añadir esta
especie a las otras que cito en EL
LADO OSCURO DE LA MARCHA NÓRDICA).
Chanzas
aparte, y aceptado que la altura (y por supuesto la envergadura) de
cada nordimarchador tiene mucho que ver en la altura de los bastones
de marcha nórdica, para mí hay dos factores que nos van a
definir la longitud que cada uno debe utilizar en cada momento: el
nivel de su técnica y el objetivo de su práctica.
En
mis cursos de iniciación, cuando llegamos a esta cuestión, dado que
utilizo como base de mis sesiones la técnica ALFA, explico a mis
alumnos que la altura inicial, utilizando el ombligo como referencia,
no es más que una primera aproximación para alguien con técnica
muy básica y cuyo objetivo es realizar un ejercicio saludable, de
movimientos muy amplios, en el que se pretende involucrar el mayor
número posible de músculos y articulaciones. Desde los primeros
pasos del aprendizaje, ya observo alumnos que por su fisiología no
se adaptan bien a esa longitud de bastones y comenzamos a hacer algo
que aconsejo a todos: probar alargando o acortando los bastones un
par de centímetros, a ver si mejora su adaptación y se sienten más
cómodos.
Para
el progreso en la técnica básica diagonal, desde el nivel elemental
que todos mis alumnos consiguen al final de mis cuatro horas y media
macizas de curso de iniciación, les explico la forma de mejorar esta
técnica, de manera personal, con su esfuerzo y tesón que, dicho sea
de paso, es a mi entender la única forma eficaz de mejorar la
técnica, desengañado como estoy de cursos de perfeccionamiento
técnico (que no son más que recordatorios, inútiles sin el interés
y el trabajo individual de cada cual) y de escuelas técnicas (que
poco consiguen, aparte de lesionar y desanimar a un buen número de
asistentes esperanzados; ¡líbrenos Dios de gurús iluminados!).
El
proceso del perfeccionamiento técnico es simple: trabajar la
continuidad del empuje sobre el fiador más allá de la cadera, hasta
conseguir la extensión total del brazo (que éste se quede en
prolongación del bastón). Es simple, pero no es fácil. Para
conseguirlo les aconsejo que se concentren en agarrar fuerte la
empuñadura para clavar, cosa que, además de evitar accidentes, les
facilitará el posterior “aflojamiento” del agarre, suficiente
para que la mano pueda rebasar la cadera, empujando sobre el fiador.
Esto me ha dado mucho mejor resultado que el manoseado y difícil arte de “abrir y cerrar” que, por otra parte, llevado a su
perfección, casi me cuesta a mí una epicondilitis.
Para
progresar en este proceso, les aconsejo concentrarse en una mano, y
trabajar su paso de la cadera durante unas docenas de pasos, para, a
continuación, hacer lo propio con la mano contraria. La otra mano,
la que en cada fase no es objeto de nuestra atención, seguirá
haciendo lo que “sabe” y puede, pero progresivamente, iremos
mejorando el número de centímetros que ambas manos consiguen
rebasar ese tope que, al principio, se nos figura insuperable. Una
segunda forma de trabajar este paso de cadera, piedra de toque del
perfeccionamiento técnico en la marcha nórdica, es mediante la
utilización de la técnica de doble bastón que, eliminando la
dificultad de la coordinación alternativa, nos permite concentrar
nuestra atención en mantener el empuje simultáneo sobre ambos
bastones, agarrando y aflojando las dos manos al mismo tiempo; un
ejercicio mucho más asequible para cualquiera que, sin embargo, nos
ayuda extraordinariamente a prolongar el empuje sobre los fiadores
hasta la completa extensión de nuestros brazos atrás.
Una
vez conseguida la extensión total de nuestros brazos a cada paso,
con técnica diagonal, hemos llegado al tope de nuestro
perfeccionamiento técnico … con esa longitud de bastones. Es el
momento esperado por cualquier nordimarchador, aquél en el que “sus
bastones se le quedan cortos”, en el que sabe que tiene que dar a
sus bastones un par de centímetros más, y vuelta a empezar, a
intentar llegar a la extensión total de sus brazos con esa nueva
longitud de bastones. Y así sucesivamente, hasta alcanzar el límite
biomecánico de cada cual, porque la prolongación del tiempo de
impulso, mantiene el pie en suspensión y, consecuentemente, alarga
la zancada y, si no somos el gato con botas de siete leguas de
nuestra infancia, todos tenemos un límite de zancada. El mío lo he
alcanzado con unos bastones de 117 cm, y ya no va más.
Y
esto es en lo que se refiere al nivel de técnica y su influencia en
la longitud de nuestros bastones. En lo relativo al objetivo de la
práctica, volviendo a mis cursos de iniciación, ya bien avanzado el
mismo, con los alumnos haciendo ya una técnica básica diagonal
aceptable, alargamos unos 10 cm nuestros bastones de ALFA, para que
vean la diferencia con el FITTREK estándar y comprueben, de primera
mano, que la técnica es fundamentalmente la misma, pero que, por el
simple incremento de la longitud del bastón, perdemos amplitud de
movimientos y, a cambio, facilitamos la ganancia en frecuencia de
paso.
Aquí
les hablo de los distintos ritmos de paso, de la forma de variar esos
ritmos, y de sus sesiones prácticas de marcha nórdica, en las que,
fundamentalmente, deben tratar de disfrutar del plus que les aportan
sus bastones, utilizados con la técnica básica que ya poseen y, si
les apetece, cuando les apetezca, trabajar unos minutos la técnica,
desde el convencimiento de que una mejor técnica les llevará a un
mayor disfrute de sus bastones. Y es que cada sesión puede (debe,
diría yo) ser diferente, dependiendo de nuestro estado de ánimo,
del objetivo que nos propongamos en cada ocasión: paseo saludable y
mejora técnica (bastones cortos, acordes a nuestro nivel técnico
actual) o deporte activo, o incluso entrenamiento deportivo (bastones
más largos, para frecuencias de paso más rápidas). Yo, para esto
último, pongo mis bastones entre 125 y 130 cm.
Y
de todo esto se infiere que yo aconseje a mis alumnos que no compren
bastones fijos. Yo los tengo, de todos los tamaños, y apenas los
uso. Los regulables en altura nos permite evolucionar técnicamente
y realizar sesiones diarias de ejercicio saludable o incluso
entrenamientos deportivos, si nuestra insensatez nos lleva a estos
extremos, sin necesidad de gastar más dinero ni de tener que cargar
con impedimenta farragosa.
Pero,
con todo, lo importante de los bastones no es que sean fijos o
ajustables, ni que tengan una longitud u otra. Lo fundamental, es
que los saquemos del paragüero cada día, y que cada día salgamos a
disfrutar con ellos.