Antes
de que pienses que se me ha ido la olla, te advierto que no intento
hablar aquí de una anormal combinación de ácido lisérgico y
marcha nórdica, aunque vistas las extrañas parejas con las que nos
la venden por ahí (tai-chi, naturaleza y vida, meditación
trascendental, …), tampoco sería tan raro: una forma más de
comercializar el producto.
Tampoco
trato de animar a la gente a marchar al ritmo de la, en su día,
controvertida Lucy in the Sky with Diamonds, de los Cuatro de
Liverpool, aunque no sería mala idea y, en todo caso, mucho mejor
que la del párrafo anterior.
Lo
que intento, una vez más (perdón por la insistencia) es aclarar lo
que la marcha nórdica significa para mí o, mejor dicho, cuales son
las cualidades que busco en la marcha nórdica, para poderla
calificar de tal.
Independientemente
de las calificaciones y clasificaciones de los distintos tipos de
ejercicio, podemos convenir, de forma general, que siempre que
hacemos ejercicio (según la 3ª
acepción de nuestro diccionario “conjunto de movimientos
corporales que se realizan para mantener o mejorar la forma física”)
buscamos, además de esta finalidad “saludable”, una forma de
entretenimiento “lúdico” o una finalidad de entrenamiento
“deportivo”.
Bien,
yo busco en todas mis sesiones prácticas de marcha nórdica que
concurran estos tres aspectos: Lúdico, Saludable y Deportivo (LSD).
No me conformo con menos.
El
día que en una de mis sesiones de marcha nórdica no me divierta, me
haga daño o no acabe con mi cuerpo bien trabajado, ya sea en una
salida cotidiana, una quedada con amigos o una competición,
consideraré que he hecho cualquier cosa, menos marcha nórdica.
Es
por esta razón que no aconsejo a mis alumnos que entrenen para las
competiciones, para no perder el componente básico lúdico de la
marcha nórdica. “Sal a disfrutar de tus bastones”, les digo.
Es la única manera de crear un hábito positivo y, al mismo tiempo,
sacar el máximo provecho a nuestra vida. El entrenamiento es
sacrificio, y la vida ya impone suficientes sacrificios para que
nosotros añadamos otros, gratuitamente.
Y
por lo mismo, les propongo que salgan a hacer marcha nórdica siempre
con música, para hacer más divertida su práctica y dulcificar el
esfuerzo que, a la postre, les ha de proporcionar la salud y la
preparación deportiva suficiente para poder hacer lo que quieran,
incluida la participación en competiciones.
Y
también les prevengo contra las salidas en grupo, para que su hábito
no dependa de la voluntad de otros, ni se tenga que acomodar a ritmos
y esfuerzos que le puedan dañar o no le permitan ejercitarse
suficientemente. Quedar de vez en cuando con los amigos, está bien.
Depender de otros para hacer tu ejercicio habitual, creo que es un
error.
Resumiendo,
compitas o no, en grupo o a tu
bola, que tu marcha nórdica te
permita siempre disfrutar, no hacerte daño y mejorar tu forma
física. Si falta alguna de estas siglas (LSD), en mi modesta
opinión, creo que estás haciendo algo mal, o
no sacando de la marcha nórdica todo lo que te puede dar.
Pues
¡ala! saca tus bastones del paragüero y a darles marcha y alegría,
cada día.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Si estás registrado en este blog, tus comentarios son más que bienvenidos. La moderación de comentarios, por mi parte, se limita a evitar los que falten al respeto mínimo debido a otras personas, y nunca a censurar opiniones contrarias a las mías.