La participación en la Media de Córdoba fue una experiencia única y la mejor preparación para la 25ª Media de Cieza. Esta semana ha sido una más de mis semanas normales de cinco salidas de fartlek "nórdico musical", con mis 12 km de técnica Alfa (bastones de 105 cm) por terreno variado, al ritmo que me marca mi selección de los Beatles.
Esta mañana, tras hacer mis diarios ejercicios de fortalecimiento abdominal/dorsal y tomarme mi jarrita de zumo de naranja recién exprimido, he salido sobre las 07.45 hacia Cieza, 35.000 habitantes y cuatro marchadores olímpicos en los últimos 20 años. Los mismos 7 grados que marcaba el termómetro de mi coche al salir del garaje los marcaba al llegar a Cieza una hora más tarde, aunque el "maestralico" que soplaba rebajaba ostensiblemente la sensación térmica.
Recogida de dorsal, saludo y agradecimiento a José Mª, el organizador, por permitirme participar con mis bastones, y suculento desayuno antes de iniciar mi calentamiento ritual.
La gente miraba los bastones con asombro, pero supongo que el letrero de la camiseta y la familiarización de la población con la marcha atlética me han ahorrado muchas preguntas, aunque no todas. Con todo, no me he sentido extraño en ningún momento.
La carrera ha comenzado puntual, a las 10.30. Había dos carreras, que han salido simultáneamente, por el mismo recorrido, la corta daba una sola vuelta y la media maratón se completaba con dos vueltas al mismo circuito. Como había prometido, he salido tras todos los corredores, poniendo mi crono a cero al pasar bajo la pancarta. Enseguida he cogido ritmo (llevaba los Beatles dándome marcha) y antes de los dos kilómetros ya había pasado a algún corredor. Luego han ido cayendo algunos más, a pesar de que se resistían a que les adelantase alguien andando, por muchos bastones y años que tuviera, pero en las subidas han ido cayendo, hasta una veintena. El ritmo ha sido constante, alrededor de 6.30 el km. Mi miedo era que me doblasen antes de entrar en meta, pero he completado mi vuelta (10.900 m) en 1h 10m, cinco minutos y medio antes de que entrase el vencedor de la media maratón (¡uff!).
Las sensaciones han sido buenas. Tensión en los aductores, pero la he controlado, como otras veces, alargando y cadenciando la zancada. No hay dolores ni agujetas.
El firme del recorrido tenía un asfalto demasiado liso. Tras probar con las gomas, finalmente he marchado sin ellas. Mejor, excepto por los últimos 300 metros, de adoquines viejos, dónde ni el acero al tungsteno agarraba. Las grietas entre adoquines me han jugado una mala pasada a 100 metros de la meta: Ellas se han quedado con mi bastón izquierdo, mientras yo seguía con la empuñadura firmemente sujeta a la dragonera. Unos corredores que venían detrás me lo han recogido y lo he encajado sobre la marcha. Total, un ligero susto y 10 segundos perdidos. ¡No sé si esto no me perjudicará la mínima para los mundiales!
A las 12.00 estaba saliendo de Cieza y a las 13.00, en Cartagena, tomándome una cervecita.
En conclusión, estoy contento de haber ido. He disfrutado, aunque he echado de menos la compañía de la Qanzio Marching Band. Espero que el año próximo (26ª edición) no sea yo sólo el que muestre la bandera.
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