Observando
vídeos de competiciones recientes de marcha nórdica en España me he
puesto a reflexionar sobre la evolución que ha sufrido la técnica
de los marchadores en competición desde aquellos días, ¡hace menos
de dos años!, en que la FEDME extendió su “manto protector”
sobre nuestro deporte.
En
aquella época, y en los 10 años anteriores (me limitaré aquí a
hablar de lo que personalmente he vivido), los escasos y poco
curtidos competidores que peregrinábamos por España, huérfanos de
competiciones, no nos preocupábamos demasiado por la inexistente
reglamentación. Aunque ésta se reinventaba para cada competición
(debo decir que básicamente no difería mucho de la actual), pero la
falta de árbitros, o su calidad de “amigo” o “consejero”,
más que de juez implacable, coadyuvaba a la “despreocupación”
que mencionaba más arriba.
Lo
cierto es que los nordimarchadores que nos atrevíamos a incursionar
en este mundo desconocido de la competición estábamos más
preocupados por la técnica que por la velocidad, dos factores que no
suelen llevarse nada bien. En aquella época, la mayor parte de los
iniciados en este deporte veníamos buscando la tan anunciada (y
ansiada) salud, que sólo se nos garantizaba realizando una buena
técnica con los bastones.
Durante
estos años, pero sobre todo a raíz de la aparición del reglamento
de la FEDME y la “oficialización” de las competiciones, cuando
éstas brotaron como setas por todo el territorio nacional, se fue
incorporando a las mismas una nueva clase de competidor, uno casi
profesional, proveniente de otras disciplinas menos saludables, como
el running y el trail, en las que la velocidad prima sobre la
técnica. Aunque esta especie también llegaba a la marcha nórdica
por problemas de salud (normalmente, lesiones graves o recurrentes,
propias del mundo competitivo), o por un limitado porvenir en su
“superpoblado” deporte de origen, sin embargo, llegaba “picada”
por el malvado bichito de la competición y así, se lanzó a la de
nuestro deporte de forma un tanto precipitada, con escasos
fundamentos técnicos.
Debo
hacer aquí un inciso para resaltar y
alabar las
extraordinarias facultades físicas de estos deportistas, algunos
de ellos bien
capaces de andar
10km en poco más de 40 minutos. Como en
el
caso del ibicenco Bernabé Rodriguez, que a comienzos de esta década
llegó a ostentar una decena de records mundiales de marcha nórdica,
en muy diversas distancias y firmes. Bernabé, uno
de los atletas más completos que he conocido en mi vida,
andaba como un demonio, con
un centro de gravedad muy bajo
y, aunque el uso de los bastones no fuese muy escolástico para los
cánones actuales, en aquellos momentos nadie, en todo el mundo, tuvo
nada que decir al
respecto.
Sin embargo, con la aparición
de la reglamentación
oficial y
el
atisbo
de un posible monopolio en el incipiente y
prometedor negocio
de la marcha nórdica,
los talibanes/mafiosos
de este deporte (que
como todos, también
los
tiene),
lo desposeyeron ignominiosamente de sus bien trabajados y ganados
laureles. Esos
mismos talibanes que, poco antes, habían aclamado sus hazañas,
cuando ésto
todavía no prometía
negocio y, por tanto, no resultaba tan
atractivo
para las
mafias.
http://www.noudiari.es/2013/08/dos-nuevos-records-mundiales-en-marcha-nordica-para-el-incombustible-bernabe-rodriguez/
Todos
estos campeones, que lo son sin duda andando sin bastones, han de
cumplir ahora, para poder destacar en esta nueva disciplina, con las
prescripciones del reglamento de competiciones de marcha nórdica de
la FEDME en lo que respecta al uso activo de los bastones.
Mientras no se dote a los mismos de dinamómetros contrastados que
“canten” cuando un nordicompetidor ejerce una tracción-empuje
sobre sus bastones por debajo de unos valores que nos indiquen la
falta de ese uso activo, los jueces de marcha nórdica no disponen de
otra vara de medir que lo que escuetamente dice el reglamento al
respecto:
5.4
-
La fase de impulso: (movimiento del brazo hacia atrás), la
mano rebasará la cadera liberando
la empuñadura antes de ir hacia delante.
5.5
- La fase de recobro: (movimiento del brazo hacia delante) el
codo rebasará el torso
antes de ir hacia atrás.
Interesa,
pues, instruir a los árbitros correctamente sobre estos aspectos, ya
que van a resultar fundamentales para la preservación de la técnica,
elemento esencial y diferencial de la marcha nórdica:
- Por un lado, la cadera, según nuestro diccionario de la RAE, es cada una de las dos partes salientes formadas a los lados del cuerpo por los huesos superiores de la pelvis. No se trata, por tanto, de una zona amplia, sino de un punto bien definido, bajo la parte antero-lateral de la cintura. Según el artículo 5.4. del reglamento, la mano no tiene por qué ir más allá de este punto; ni más arriba, ni más atrás. Consecuentemente, la mano no tiene por qué verse por detrás de los glúteos, cuando miramos al nordicompetidor de perfil.
-
Por otra parte, ese mismo diccionario, que para los españoles debería ser como la Biblia a la hora de entendernos o de interpretar lo que otros dicen, explica que el torso es el tronco del cuerpo humano, es decir, un espacio que visto lateralmente es amplio y de contornos bien definidos. Por tanto, el codo debe verse claramente por delante del tronco cuando miramos al nordimarchador de perfil.
Los
árbitros actuales tienen, necesariamente, poca experiencia como
competidores (sólo hace año y medio que tenemos competiciones oficiales), y nula o casi, como jueces. Los formadores que han
tenido, tampoco tienen, obviamente, una experiencia mayor. Sin
embargo, lo que dice el reglamento ahora mismo está meridianamente
claro, por
lo que no se entiende la falta evidente de criterio al aplicarlo en
las competiciones, o al
explicarlo
en los cursos de formación.
Con
todo esto, los competidores con grandes facultades físicas para la
marcha que se preocupan más por hacer podio que por realizar una
técnica correcta, que no poseen, procuran darle a los árbitros lo
que creen que ellos esperan: poca o nula preocupación por que el
codo pase por delante del torso y más por que la mano se vea por
detrás de los glúteos, sin que importe a qué altura. Que se
empuje o no activamente sobre el bastón es indiferente. Para unos y
otros.Lo
anterior se traduce en un exceso de competidores que realizan un
movimiento rápido de los brazos, parecido al de los corredores,
susceptible de ayudar a la marcha rápida, pero prácticamente inútil
para impulsarse con los bastones. El codo casi nunca pasa por
delante del torso, y sin embargo, se eleva inútil y exageradamente
tras
la espalda para
conseguir
que
la mano rebase
los glúteos, sin
empujar los bastones que,, para ellos, sólo son un estorbo.
La
acción sobre el bastón, que en la técnica diagonal debe acompañar
en todo momento la acción del pie contrario, se ejerce primero
clavando y tirando de la empuñadura, para continuar después
empujando sobre la dragonera, ejerciendo la fuerza en la dirección
que marca el
eje longitudinal
del bastón inclinado
entre unos sesenta y cincuenta grados.
Este vector de fuerza tiene un componente vertical, que proporciona
al nordimarchador apoyo y equilibrio, y un componente horizontal, que
le proporciona impulso para progresar. Clavar el bastón sin
adelantar el codo al torso y, sobre todo, elevar el codo por detrás
de la espalda, limita enormemente dicho impulso, impidiendo el uso
activo de los bastones y que éstos apoyen “en todo momento la
acción del pie contrario” (definición de técnica diagonal en el
reglamento, obligatoria en las competiciones).
El
uso activo de los bastones supone un movimiento continuo
de
la mano adelante y atrás, y sólo adelante y atrás. El movimiento
de la mano adentro y afuera (algo que también debería estar
penalizado por el reglamento por el peligro que supone para otros
competidores) y, sobre todo, el movimiento de la mano arriba y abajo,
no ayudan en modo alguno a la progresión del nordimarchador, y
deberían estar prohibidos expresamente en el reglamento. La
elevación de las manos por encima del plano horizontal definido por
nuestras caderas debería estar expresamente vetada
por el reglamento (por supuesto, en un recorrido normal de
competición,
no de montaña).
Debo
aclarar, en
justicia,
que una mayoría de los competidores observados realizan, a mi pobre
entender, una técnica correcta, aunque sea una pena que éstos no
suelan copar los puestos de podio. Es, por otra parte, altamente
esperanzadora, si bien dolorosamente escasa, la
participación
de juniors y promesas que he visto compitiendo con una muy buena
técnica. Estoy seguro que ellos acabarán por obtener la máxima
eficacia de una técnica perfecta que,
unida a su desarrollo físico y deportivo, les llevará a lo más
alto, dando a nuestro deporte el esplendor que se merece. Desde aquí
les animo a perseverar en el camino del perfeccionamiento técnico,
sin dejarse deslumbrar por un podio fácil, más inmediato
y asequible
por otros medios.
Resumiendo,
cuando
competimos, todos falseamos la técnica en beneficio de la velocidad,
de manera más o menos consciente. El reglamento de competiciones
debe establecer los mínimos exigibles para que la marcha nórdica no
pierda su característica diferencial: el uso de los bastones con
el máximo beneficio, tanto para nuestra salud, como para nuestra
progresión. Los árbitros deben formarse para aplicar el
reglamento, de forma taxativa, sin inventar ni excusar nada.
Y
cada nordimarchador debe disfrutar de sus bastones, con una práctica
deportiva, que no le dañe. En competición, o fuera de ella, lo
importante es sacar los bastones del paragüero cada día y usarlos
teniendo presentes las premisas anteriores. Recuerda, tu
marcha nórdica debe ser LSD
(lúdica, sana y deportiva).