Acudir
a la “notaría” de nuestro lenguaje común, al diccionario de la
Real Academia Española de la Lengua, es una actividad que frecuento
con la alegría del que espera aprender y utilizar correctamente esta
extrordinaria e inefable herramienta de comunicación que es nuestro
idioma. Es una pena que no todo el mundo lo haga y, sobre todo, es
una vergüenza que quienes redactan documentos oficiales, tales como
reglamentos de competición, no se adapten rigurosamente a los
contenidos de esta fuente a la hora de completarlos y promulgarlos.
¡Cuánto mejor no nos iría!
Y
volviendo al tema del título de la entrada de hoy, dice nuestro
diccionario, que propiocepción es la percepción inconsciente de los
movimientos y de la posición del cuerpo, independientemente de la
visión.
En
un deporte como el de la marcha nórdica, en el que perseguimos el
perfeccionamiento de una técnica que nos lleve a obtener el máximo
beneficio de la utilización de nuestros bastones, tanto en el plano
de la salud, como en el de la movilidad, es fácil adivinar la
importancia que una correcta idea de los movimientos y la posición
del cuerpo, en todo momento, tienen para el nordimarchador. La
percepción inconsciente de unos y otra será para él como la
piedra filosofal para los alquimistas: tan deseable como como
quimérica.
La
dificultad de alcanzar ese mítico estado de percepción, que
normalmente se nos hurta a los no divinos, nos obliga a confiar en
otras prácticas, menos filosóficas pero más plausibles, tales como
la grabación en video de nuestro ejercicio.
En
todas las competiciones de marcha nórdica que he organizado, he
incluido desde las primeras etapas del planeamiento un equipo de
grabación que me ha permitido disponer de horas de vídeo sobre la
mayoría de los participantes. Aparte de la experiencia y enseñanzas
que estos documentos gráficos me han aportado, sobre todo para
posteriores competiciones y formación, tanto de árbitros como de
marchadores, la finalidad principal de estas grabaciones ha sido la
de proporcionar a los propios competidores una retroalimentación
(una especie de “propiocepción asistida”) que les permita
corregir defectos y, en definitiva, mejorar su técnica y, con ella,
los beneficios de su práxis.
Siempre
he considerado la competición como una oportunidad para fomentar la
práctica de la marcha nórdica y, por qué no, para intentar mejorar
la técnica de los competidores. Por eso he puesto a su disposición
estas horas de grabación y me he hecho mía la tarea de mandar a
cada competidor las imágenes correspondientes, incluso comentadas,
cuando así me lo han pedido (juicio técnico).
Es
una pena que una práctica tan simple y beneficiosa (aunque no exenta
de esfuerzo, es cierto) no haya tenido continuidad en las
competiciones de la FEDME, o que su reglamento no recoja, en alguna
forma, la necesidad o conveniencia de proporcionar este servicio a
los participantes.
Ante
la dificultad de la propiocepción, propiamente dicha, y esta falta
de sensibilización de organizadores y responsables hacia
oportunidades para la “propiocepción asistida” mediante
grabación, se me ocurre compartir hoy aquí, con todos los que
pacientemente me leéis (que Dios os bendiga) un recurso que yo
utilizo a diario: la utilización de puntos de referencia
para ayudarme a percibir distintos aspectos de mi práctica, y
asegurarme, hasta dónde ello es posible, de que mi técnica es
correcta, incluso durante una competición. Esto no es óbice para
que algún árbitro nos pueda amonestar: las imprecisiones del actual
reglamento, la dificultad del enjuiciamiento técnico de la marcha
nórdica, la falta de experiencia de los árbitros y el que cada uno
de ellos pueda decidir independientemente, posibilitan cualquier
cosa, incluida la descalificación de una técnica perfecta.
Comenzando
de abajo hacia arriba, estos son los puntos de referencia de
observación de la técnica que yo utilizo:
-
Empiezo por observar (o sentir) que mi pie entra en contacto con el
suelo, a cada paso, claramente, por el talón, al mismo
tiempo que el bastón del lado contrario.
-
El bastón se “clava” en el suelo firmemente agarrado, y
si miro de reojo al suelo, veo la punta del mismo claramente por
delante del pie retrasado (y por detrás del adelantado, por
supuesto).
-
El pie empuja el suelo hacia atrás, en toda su extensión, y lo
abandona por la punta del dedo gordo, al mismo tiempo que
se produce el contacto del punto 1 anterior. Es importante
percibir con claridad la coincidencia del doble apoyo (talón de un
pie y punta del otro) que diferencia la marcha de la carrera (dónde
este doble apoyo no existe).
-
En cada paso me veo la parte anterior de la pierna, por debajo de
la rodilla. Si la rodilla me oculta el resto de la pierna,
seguramente llevaré el centro de gravedad demasiado bajo y puede
que esté haciendo un paso deslizante, como de patinador.
-
El movimiento de la pierna ha de empezar en la cadera. Sentir las
caderas sueltas es fundamental para una buena práctica y un
paso natural y completo.
-
A cada paso debo ver mi codo por delante del cuerpo. Si no
es así, seguramente estoy braceando solamente desde el codo (no
desde el hombro). Esto limitará el trabajo de los grandes músculos
de la espalda, principal sujeción de la columna, además de obligar
a clavar por detrás del pie retrasado, con la consiguiente pérdida
prematura de apoyo y la precipitada recuperación del bastón.
-
Igualmente, en cada paso he de perder de vista la mano, que
empuja el bastón más atrás de a cadera. No me preocupo
explícitamente de abrir la mano, porque obviamente, para perderla
de vista, tendrá que aflojar el agarre del bastón. Si apretamos
bien al clavar (punto 2 anterior), seguro que luego la mano afloja
automáticamente la tensión. La experiencia me demuestra que esto
es mucho más fácil de coordinar y conseguir que abrir la mano
forzadamente, algo que, además, me ha llegado a producir un
principio de epicondilitis.
-
El movimiento de los brazos comienza en el hombro. Sentir los
hombros sueltos es el primer paso para un braceo amplio y,
sobre todo, en consonancia con el punto 5 anterior, para una buena
contra-rotación de hombros y caderas, base de la movilización de
las 67 articulaciones de la columna vertebral, lo que quizá sea el
principal beneficio de la marcha nórdica.
-
postura erguida. En una competición, o
simplemente cuando intentamos ir más rápidos de lo normal, es
lógico que adoptemos una postura más “de corredor”, con el
centro de gravedad más adelantado y, consecuentemente, con la vista
sólo unos pocos metros por delante de nuestros pies. Es necesario
que, cuando esto suceda, nos obliguemos, cada tres o cuatro pasos, a
levantar la cara y mirar al frente: que veamos el horizonte,
recuperando la postura correcta y evitando colisiones y accidentes.
Mantengo siempre una
-
Permanezco atento a las “luces de aviso” de mi cuerpo:
cansancio y dolor. Si se empieza a encender alguna de ellas,
procuro corregir algo para que se apaguen: alargo la zancada, o la
reduzco, empujo menos o más, ralentizo un poco mi marcha, cambio de
lado del camino (para variar pronación o supinación de la pisada)
o, si nada de esto funciona, simplemente, me paro, porque es posible
que me haya pasado, en intensidad o volumen, y lo principal es no
hacerme daño. Otra bondad de la marcha nórdica es la lenta
progresión de las lesiones, dándonos más oportunidades que otros
deportes para evitarlas. Debemos aprovecharnos de esta
circunstancia.
No
me canso de repetir a mis alumnos, tras el curso de iniciación, que
con la técnica básica que tienen ya pueden y deben salir a
disfrutar de sus bastones. Pero también les recuerdo que hay todo
un camino de perfeccionamiento técnico que les he mostrado en el
curso, para que lo recorran si quieren, cuando quieran, en el
convencimiento de que con la mejora de su técnica accederán a
mayores niveles de disfrute de sus bastones y de beneficios
psicofísicos derivados de su práctica.
Si
tenemos problemas con la propiocepción, los 10 puntos de referencia
anteriores nos pueden ayudar a ir mejorando y, si estamos en una
competición, a mantener nuestra técnica dentro de los límites
reglamentarios … independientemente de lo que los árbitros nos
digan.